Los cinco escenarios más probables para las elecciones seccionales – Por Javier Rodríguez Sandoval

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Los cinco escenarios más probables para las elecciones seccionales

Por Javier Rodríguez Sandoval*

Lo interesante de las elecciones seccionales es que cada territorio es un caso distinto, y los resultados de cada contienda dependen, mayormente, de factores locales específicos. El interés de los quiteños por la operación del Metro de Quito, la preocupación de los guayaquileños por la crisis de inseguridad en su ciudad, y las luchas del frente antiminero en los cantones del sur de la Amazonía, son todos factores que influyen en los resultados de las elecciones locales en cada caso.

Pero tomados en su conjunto, los resultados de las elecciones locales —alcaldías, prefecturas, juntas parroquiales— reflejan la estructura del poder político del país. Y, en ciertos casos, tomados con criterio, incluso pueden informar las expectativas para las siguientes elecciones presidenciales.

¿Qué se puede esperar de las elecciones seccionales de febrero de 2023?

Estos son los cinco escenarios más probables.

1. Habrá un retroceso de la derecha

La mejor forma de entender esto es poniendo estas elecciones en el contexto de las elecciones seccionales de la última década.

A principios de la década de los 2010, Alianza País (AP), entonces liderada por Rafael Correa, era la organización dominante en el espacio político. Esa dominación tenía un correlato geográfico: en las elecciones seccionales de 2014, Alianza País y sus organizaciones aliadas, especialmente Avanza, que para entonces estaba liderada por el ex presidente del directorio del IESS Ramiro González, tuvieron un desempeño extraordinario.

Alianza País fue capaz de poner alcaldes en 69 de los 221 cantones del Ecuador. Avanza ganó la alcaldía en 36 cantones. Como indicador clave, ambas organizaciones tenían suficiente infraestructura territorial para participar en prácticamente todo el territorio nacional —de hecho, AP puso candidatos en todos los cantones del Ecuador. Un récord. La siguiente tabla muestra el resumen.Para finales de la década de 2010, el panorama cambió considerablemente. Alianza País se desbarató internamente, Rafael Correa se desafilió del movimiento —que quedó en manos de Lenín Moreno, entonces presidente de la República— y la marca de la “Revolución Ciudadana” (RC) se encarnó en otras organizaciones que tuvieron dificultad de establecerse. En las seccionales de 2019, la RC participó por primera vez sin la marca Alianza País. Lo hizo bajo el auspicio político de Fuerza Compromiso Social que puso candidatos a alcalde en 50 cantones y no ganó en ninguno. Sus victorias más visibles fueron las prefecturas de Pichincha y Manabí.

El retroceso de Alianza País (y Avanza) dejó un vacío que tenía que ser llenado, y fue la derecha la que ocupó el espacio. Si AP y Avanza dominaron con mayoría aplastante la tabla de posiciones de 2014, los resultados de 2019 mostraban que el Partido Social Cristiano y CREO eran las dos fuerzas políticas de mayor presencia territorial.El PSC, especialmente, se esforzó por instalar la idea de que “la 6 y aliados” eran la primera fuerza política del país y que la “ideología de la prosperidad” era lo que la gente buscaba en medio de un país polarizado.

Nuestra lectura fue que más bien la intención real era medir la fuerza y las posibilidades de Jaime Nebot como candidato presidencial (recuerde a Nebot con poncho haciendo campaña por sus candidatos en la Sierra centro). Y la realidad fue que, a pesar de haber ganado más de 40 alcaldías, el desempeño del PSC no fue particularmente sobresaliente.

Fueron los que más ganaron por ser los que más compitieron (participaron con candidato a alcalde en 174 cantones) y los resultados simplemente reconfirmaron que su bastión está en la órbita de Guayaquil, aunque tuvieron algunas victorias también en Manabí, Esmeraldas, y algunos cantones de la Sierra. Muchas de esas victorias, sin embargo, fueron alcanzadas con alianzas frágiles, con partidos pequeños, nuevos, movimientos locales, o de ideología diferente.

Jaime Nebot no fue candidato en 2021.Entonces, si el vacío fue ocupado por la derecha en esas condiciones tan particulares, la predicción para 2023 es que su presencia territorial va a disminuir notablemente. El PSC, en especial, probablemente va a ganar muchas menos alcaldías esta vez, y la expectativa para SUMA y CREO es la misma (más comentarios sobre CREO más adelante). Las razones son que el performance de 2019 fue inusual en un contexto inusual como acabamos de describir, pero además que este año hay un clima de opinión pública más favorable a las alternativas de izquierda.

2. La Revolución Ciudadana va a tener un buen desempeño, pero casi ninguna victoria importante.

Como mencionamos, después de perder la posición dominante de principios de la década del 2010, la RC intentó establecerse como organización independiente, pero fue difícil. Finalmente, pudo participar como Fuerza Compromiso Social en 2019, y como Unión por la Esperanza (UNES) con Centro Democrático en las presidenciales de 2021.

Para las seccionales de 2019, la fuerza de la izquierda se dispersó en varias organizaciones pequeñas entre las que están Centro Democrático (de Jimmy Jairala), Democracia Sí (de Gustavo Larrea), y Podemos (de Paúl Carrasco), que formalmente eran partidos y movimientos distintos pero que orgánicamente estaban conformadas por los mismos operadores políticos locales y apelaban al mismo electorado de Alianza País (o Avanza) del 2014.La baja opinión favorable que tiene el presidente Lasso tiene el efecto de fortalecer a la alternativa en el espectro político. Alrededor de tres de cada cuatro personas considera que la gestión del presidente es mala o muy mala, según Perfiles de Opinión. Es difícil no estar afectivamente de acuerdo con el eslogan correísta de “antes estábamos mejor” cuando hoy los hospitales públicos están desabastecidos de medicinas o los turnos para renovar la cédula o el pasaporte demoran cuatro meses. Por eso, en 2023 el viento es favorable para la RC y la predicción es que este año van a conseguir varias alcaldías en el país.

Al mismo tiempo, la predicción es que ninguna de esas victorias se va a dar en ciudades grandes —Quito es, quizás, la única excepción, donde Pabel Muñoz tiene posibilidades reales, si consideramos exclusivamente las alcaldías.

Otras organizaciones de izquierda son igualmente beneficiarias de ese clima favorable a nivel nacional, y lo que determinará sus victorias será la alquimia de las alianzas.

La excepción aquí es Pachakutik (PK) por ser la organización más eficiente en términos de desempeño electoral. PK normalmente gana una mayor proporción de las contiendas donde participa comparado con otros partidos, y además es la organización que mayor número de contiendas gana participando solo, sin alianzas (fíjese en las tablas más arriba). Territorialmente, su bastión es la Sierra Centro y Sur, y el sur de la Amazonía.

Lo que ocurra en estas seccionales podría darnos un guiño sobre los posibles resultados de la RC para las presidenciales de 2025. Particularmente estoy poniendo atención al desempeño de los personajes más sobresalientes de la RC en sus contiendas respectivas: Marcela Aguiñaga en Guayas, Juan Cristóbal Lloret en Azuay, Paola Pabón en Pichincha, y luego al desempeño de los candidatos de todas las demás contiendas locales para medir la “fuerza” del correísmo expresada en estas elecciones seccionales.

3. Las alianzas van a ser similares que en 2019.

Esto no es técnicamente una predicción porque la información sobre las alianzas conformadas ya es —o debería ser— un dato conocido. Lamentablemente, a pesar de insistir, no he podido acceder a las listas inscritas en el CNE antes de las elecciones para analizar las alianzas. Habrá que esperar los resultados y hacer el análisis post elecciones. En cuanto a la “predicción”, lo que me imagino es lo siguiente.

En 2019 vimos alianzas como nunca —en número y composición. Pero en realidad, mirando con cuidado, la mayor parte fueron alianzas más o menos “naturales”. Me refiero a que, dado que la izquierda implosionó y se dispersó en varias organizaciones como dijimos antes, no es raro ver que la mayoría de las alianzas conformadas fueron entre, por ejemplo, Alianza País y Centro Democrático, o entre Democracia Sí y el Partido Socialista, etc.

Al fin y al cabo, varios de estos partidos eran organizaciones formalmente diferentes pero que estaban conformadas por los mismos operadores políticos locales y apuntaban al mismo electorado.En 2023 me imagino que el panorama va a ser parecido.

4. A CREO le va a ir mal, pero no peor que en años anteriores.

En 2014, CREO puso candidatos en 163 cantones pero ganó apenas 22 alcaldías. En 2019 participó en 184 cantones, pero ganó en apenas 33 alcaldías. CREO siempre ha tenido un desempeño electoral ineficiente. Hay un excelente capítulo sobre esto, escrito por Pablo Medina y Natasha Álava, en un libro compilado por el profesor de Flacso Ecuador, Santiago Basabe, sobre partidos políticos en el Ecuador.

Este año, la predicción es que a los candidatos de CREO les va a ir igual de mal que siempre.

No se confunda: mi argumento no es que este año les va a ir mal por la mala opinión de la gente sobre el presidente. Mi argumento es que les va a ir mal porque son una organización que nunca ha establecido una infraestructura territorial que pueda poner al servicio de sus candidatos en las elecciones. Siempre tienen un mal rendimiento electoral.

Un apunte más. Hay cosas que en política no son simétricas. Los candidatos de la RC aparecen en fotos y hacen videos de TikTok con Rafael Correa porque Correa literalmente encarna la marca de la RC y su presencia es favorable en una campaña por simple asociación.

A los candidatos de CREO, en cambio, Lasso no necesariamente les “pesa”. Primero, porque Lasso ha estado ausente en las campañas de sus candidatos, y segundo, y sobre todo, porque en las seccionales es más fácil esconder las afiliaciones gracias a la alquimia de las alianzas.

5. La consulta va a ganar, pero Lasso va a perder.

Finalmente, la última predicción es que la mayoría de las preguntas de consulta popular van a ganar. El álgebra simple de las expectativas es la siguiente.

En el electorado hay un segmento de alrededor del 20 por ciento que son el voto duro de Guillermo Lasso. Son los electores de preferencias difíciles de mover, convencidos de que Lasso no es perfecto pero es mejor que cualquier alternativa. Son votantes que asumen que su misión es defender la consulta como bandera de lucha del gobierno. Es el 20% que se expresó en la primera vuelta de 2021. Votarán «SÍ» sin condiciones.

Del otro lado, la expresión que abandera el “NO” es el correísmo, que cuenta con un voto duro de alrededor del 20-30%. Estos son los “Never Lasso”—no importa lo que diga la consulta ni el contenido de las preguntas, la idea es votar “NO” para no dar espacio de validación al gobierno. Pero ojo, esto no es lo mismo que un “movimiento por el NO”. Tal cosa, creo, al momento no existe.

El problema del llamado al rechazo es que es difícil defender el rechazo frente a todas las preguntas. Por ejemplo, afectivamente, algo como la idea de la extradición de criminales tiene mucho sentido en una población donde el 60% dice que la inseguridad es su problema más grande. O, por ejemplo, es muy difícil generar un frame de rechazo alrededor de una pregunta que suena como que favorece al medio ambiente.

Por estas razones, creo que esta vez la matemática del 20-30% Never Lasso no aplica. La sección del electorado que está firme en un “NO” rotundo a todas las preguntas es, creo, bastante más pequeña que el voto duro correísta.

Y eso nos deja un 50-60% de electores en el medio, que no tienen afectos apasionados ni preferencias firmes, y que podrían votar por las preguntas “at face value”, es decir, exclusivamente por lo que dicen. Este es un fenómeno conocido y, en general, las preguntas de referéndum ganan cuando están fraseadas estratégicamente para ganar, cuando el electorado no está completamente informado, e incluso en contra de las preferencias del electorado con respecto a los candidatos. Este artículo de Monica Potts contiene una gran discusión al respecto.

Pero Lasso puede perder.

Esta idea la tomo prestada del analista Pedro Donoso, quien ha descrito repetidamente la posibilidad de que el gobierno puede “perder ganando” en esta ocasión. Esto significa que la consulta puede ser exitosa en términos de apoyo electoral —lo que predecimos— pero que tiene el efecto de crear falsas expectativas de solución a problemas que no necesariamente se resuelven modificando el marco legal o institucional, como por ejemplo el problema de la criminalidad.

De ser así, una victoria en la consulta sería un disparo en el pie para el presidente Lasso, y pondría una bomba de tiempo en su mandato, minando sus posibilidades de reelección en 2025. Esto, tomado en conjunto con las otras predicciones que hemos compartido, será materia de análisis para después de las elecciones, para ver qué implican los resultados de 2023 para las elecciones de 2025.

*Es candidato a PhD en Sociología por la Universidad de Wisconsin-Madison. Es analista estadístico afiliado al Institute for Research on Poverty y al Wisconsin Center for Education Research de la misma universidad. 

GK

 

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