Bergoglio, el Papa de la Iglesia pobre y para los pobres – Por Juan Carlos Molina

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Bergoglio, el Papa de la Iglesia pobre y para los pobres.

 

Juan Carlos Molina*, especial para NODAL

Desde que Bergoglio dejó de ser Bergoglio y pasó a ser Francisco y convertirse en uno de los líderes más importantes del mundo la discusión sobre su figura se acrecentó.

Desde que Bergoglio dejó de ser el hombre de aspecto austero, flaco, vestido de negro y sin sonrisa, que viajaba en subte, jesuita y por obra de la política o del Espíritu Santo pasó a ser Francisco, Pancho, el Papa, sonriente, vestido de blanco, peronista, chavista, y comunista anticristo, defensor de los gobiernos populistas, de los migrantes y pobres, es un cura que hace política en lugar de ponerse a rezar, hacer sermones largos, tediosos e ilegibles solemos escuchar la temerosa afirmación: ¡no tiene que hacer política!

En realidad, desde mucho antes de Bergoglio, desde Carlos Mugica, el Obispo Angelelli, Monseñor de Nevares o los curas de la Opción por los Pobres que se viene discutiendo si el Papa, los curas y la Iglesia tienen que hacer política, hablar de política, meterse en política o dedicarse a rezar. Incluso, una dirigente política argentina, de derecha, que solía llevar una gran cruz colgada en su cuello, y ve milagros por doquier, supo decir: “Fue elegido Papa, no dirigente de una unidad básica (en referencia a los lugares de encuentros peronistas), es un líder espiritual…” (sic).

Decir que el Papa, los curas y la Iglesia no deben meterse en política es una forma elegante de proscribir voces que anuncian y denuncian. Claro que el Papa es político y uno de los más importantes del mundo. Y les aseguro que cada gesto, cada palabra, cada silencio, cada mirada, cada movimiento, cada espera de Jorge Mario -hoy Francisco- es un acto político.

Claro que los curas hacemos política (algunos más de derecha, otros de izquierda y otros serán vomitados porque -según la Biblia- a los tibios Dios los vomitará) no sólo cuando hacemos sermones de “encendido tono político”, cuando trabajamos con los pobres, cuando atendemos comedores o pateamos el barro; sino también cuando impedimos debates de distintas leyes, nos oponemos al matrimonio igualitario, imponemos la autoridad para no hablar del aborto o las drogas.

Y sépanlo, (aunque más de uno se escandalice) Jesús era un político e hizo política.

En el mes de octubre del 2014, este Papa llegado de la Patria Grande de Latinoamérica, celebró en Roma -tierra de emperadores, Papas y núcleo del poder eclesiástico- el Encuentro Mundial Movimientos Populares.  No era algo habitual que la mayor autoridad de la Iglesia Católica se reuniera con más de cien dirigentes sociales de todos los continentes para debatir sobre pobreza, trabajo, vivienda, la Pachamama y otras yerbas.  No era habitual llamar al Vaticano a discutir sobre los grandes problemas y desafíos que enfrenta la humanidad desde la perspectiva de las organizaciones de los pobres y excluidos y que no sean obispos y cardenales. Ahí, Francisco, no sólo criticó la economía actual, a la que definió como «Imperio del dinero», sino que habló también de los movimientos: «No se contentan con promesas ilusorias, excusas o coartadas. Tampoco están esperando de brazos cruzados la ayuda de ONG, planes asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan de tal manera que van en una dirección o de anestesiar o de domesticar. Esto es medio peligroso. Ustedes sienten que los pobres ya no esperan y quieren ser protagonistas, se organizan, estudian, trabajan, reclaman y, sobre todo, practican esa solidaridad tan especial que existe entre los que sufren, entre los pobres, y que nuestra civilización parece haber olvidado, o al menos tiene muchas ganas de olvidar». Además, les propuso «luchar contra las causas estructurales de la pobreza», advirtió contra «estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos» y terminó con un «sigan con su lucha» porque nos hace bien a todos. Así habló Francisco en el Encuentro mundial de movimientos populares el 28 de octubre de 2014.

Ya no se discute que ese llamado del Papa Latinoamericano a los movimientos sociales no surge de los libros, de una teología de escritorio o de un repollo. Francisco tiene una larga experiencia con los movimientos de los más pobres, desde cuando era Bergoglio -entonces arzobispo de Buenos Aires- un hombre conservador; al punto que algunos lo acusaron de haber colaborado con la dictadura, pero comprometido con los pobres. Iba a las villas en transporte público. Iba solo, recorría esos pasillos caminando hasta la iglesia y tomaba mate con los vecinos. No viajaba en el coche del arzobispado y llevaba su sotana en una bolsita de supermercado. Conocía bien el trabajo de los curas villeros (hasta tal punto que nombró un obispo exclusivo para las villas), los organizó y los metió dentro de la estructura eclesial.  Bergoglio creía y cree en la necesidad de que los pobres se organicen y que luchen por sus derechos. Piensa así desde mucho antes de haber sumido el trono de Pedro y ha bajado sus ideas en textos que sintetizan sus postulados sociales y políticos como la ya famosa y trascendente exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio” (Evangelii Gaudium).

Es ahí donde Francisco sostiene que «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio«(E.G 48), e insiste: “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica” (E.G 198). Ya Juan XXIII y hasta Juan Pablo II hablaron de “Iglesia de los pobres”; lo distintivo en Francisco es que habla de “Iglesia pobre y para los pobres” lo que no es un dato menor. Pero creo, en mi humilde interpretación, que los pobres aparecen más como objetos de ayuda que como sujetos de su liberación y ésta es una de las diferencias y el contraste con la “opción por los pobres” de la Teología de la Liberación latinoamericana.  A mi parecer, sintoniza más con las políticas sociales de los gobiernos progresistas. Es posible que esa diferencia esté ligada al cambio de época porque ya no se habla de revolución ni hay fuerzas que la promuevan y a una intención explícita de integrar más que en transformar. Los teólogos de la liberación tenían muy claro que el sujeto no eran ellos, ni la Iglesia, sino los pobres. Igual, estoy convencido que la doctrina, la pastoral y la política de Francisco es un aire fresco tan necesario como urgente.

Es indudable que el Papa Francisco hace una firme defensa del perfil “popular” de la Iglesia latinoamericana y su papel emancipador en una región que, consideró “será víctima hasta que no se termine de liberar de imperialismos explotadores”. Por eso invitó a América Latina a pensarse “desde la periferia” para cumplir el sueño de unidad de San Martín y Bolívar e insistió “Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano más allá de la ideología. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana”.

Jorge Bergoglio cumple diez años como Papa y nos regala una nueva síntesis de la Doctrina Social de la Iglesia tomando la enseñanza de los papas del postconcilio y los radicaliza referenciándolos con la persona viva de Jesús; una doctrina más que nunca entendida como el momento crítico-reflexivo de la Iglesia en movimiento. Es el pueblo de Dios que camina en la historia, que sufre, que lucha y que trabaja; el verdadero sujeto de la dimensión social del evangelio. Eso son “Laudato si” y “Fratelli tutti”.

El Papa Francisco es latinoamericano.  El Papa Francisco aprendió a pensar la fe, pensando simultáneamente en el pueblo latinoamericano. La contribución que él hace hoy al mundo es el modo en cómo se vehiculizan muchas de las riquezas de América Latina: por sus raíces y su identidad, por su historia personal y por su responsabilidad como pastor de una Iglesia que en su momento fue el Continente de la Esperanza a pesar de que los mismos que hablaron de esta Iglesia Profética hicieron hasta lo imposible para desesperanzarla.

*Cura argentino

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