Emilce Cuda: «Francisco está restableciendo la práctica política en sentido comunitario»

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Emilce Cuda: «Francisco está restableciendo la práctica política en sentido comunitario»

Por Pedro Brieger, director de NODAL

Emilce Cuda es Doctora en Teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina, Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina en la Santa Sede y su último libro es Para leer a Francisco. Teología, Ética Política. El director de NODAL dialogó con ella para evaluar los diez años del pontificado del Papa Francisco.

¿Qué cambió en el Vaticano con la llegada del Papa Francisco si lo comparamos con Benedicto XVI?

El cambio como ruptura no es el modo del catolicismo. Una institución que existe hace 2000 años demuestra que la clave para garantizar la continuidad está en integrar, movilizar y avanzar. El cambio es el resultado de un proceso, no una estrategia inicial. El quietismo, según Francisco, es “indietrismo”, es decir: ir para atrás, “indietro”.  El cambio se da cuando se pone en movimiento y se va hacia adelante, eso significa ser “apóstol”, ir hacia adelante, sin miedo.

El cambio de Francisco se da a consecuencia de integrar las periferias, sin miedo, para mover la Iglesia hacia adelante. Integró las periferias a la Curia Romana. ¿Cómo? Nombrando cardenales de las periferias; mujeres y laicos en altos cargos de la Curia Romana; viajando por países a los bordes del sistema; convocando al Sínodo de la Amazonia para visibilizar la crisis socio ambiental, y ahora al Sínodo de la Sinodalidad para poner a todo el Pueblo de Dios en asamblea, como verdadera Iglesia viva. Su cambio consiste en integrar para mover y avanzar.

¿Podría explicarnos que significa “sinodalidad”?

Sinodalidad significa caminar juntos. Para entenderlo mejor, habría que explicar también qué significa Iglesia. Viene de ecclesia, y significa asamblea en el sentido de palabra pública. El cristianismo nació como Iglesia que da razones de su fe, es decir como teología, como palabra pública en un momento donde la religión se reducía a un ritual funcional a los fines del Estado. El cristianismo nace como teología para poner en cuestión a las religiones de Estado. Dicho de otro modo, el cristianismo nace como pueblo en asamblea que sale a las calles a predicar un nuevo estilo de vida al que llama Reino de los Cielos. Eso es evangelizar. Esta iglesia camina porque se mueve a lo largo de la historia reformándose, mientras el culto solo se repite. El cristianismo es una religión histórica, aunque la reforma siempre encuentra resistencia, y ese es el desafío del actual Pontífice, pero también de todos los pontífices.

Sinodalidad es el camino del exilio del pueblo hebreo, pero también el camino del exilio existencial de todas las periferias, como nos dice Francisco. Exiliarse es empezar a caminar juntos, desde una realidad a otra, y eso es lo sinodal:  un camino hacia una vida mejor.

Hasta ahora se conocían los sínodos de obispos, como por ejemplo, el Sínodo de la Amazonia. Allí, los obispos reflexionan a partir de la experiencia eclesial de los pueblos amazónicos. Ahora el Papa convoca un Sínodo de la Sinodalidad, en el cual toda la Iglesia en asamblea pública -no solamente los obispos, sino todo el Pueblo de Dios-, reflexionan sobre que significa caminar juntos. El método es la escucha: escuchar qué nos dice Dios hoy a través de su Pueblo. Se trata de escuchar al Espíritu Santo a través del Pueblo de Dios, de sus necesidades y de sus sueños. Es un proceso que dura tres años.

¿Qué cambio puede aportar con esto Francisco al mundo de hoy?

En un momento donde se perdió la práctica de la palabra pública y donde lo político se reduce al momento electoral, un líder religioso saca a al pueblo a caminar, a escucharse. Saca a la calle a los católicos de todos los pueblos del mundo. Moviliza a todos los pueblos. Los pone en asamblea para escucharse entre sí y dialogar sobre los temas que los atraviesan eclesiales y sociales. En mi opinión, Francisco está restableciendo la práctica misma de lo político en sentido comunitario.

La consigna del sínodo es: comunión, participación y misión. Algo que podría traducirse secularmente como unidad, participación decisiva y acción. Lo interesante de la sinodalidad es que, si bien no todos piensan lo mismo, sin embargo, comienzan a dialogar sin aniquilar las posiciones diferentes. Hay discusiones, hay confrontaciones, pero también hay acuerdo, porque se está caminando juntos, y porque se tiene conciencia de que la identidad se constituye en la unidad de ese grupo de pertenencia que es la Iglesia como asamblea buscando la salvación.

¿Qué implicó la elección de Francisco para América Latina tomando en cuenta los debates que hubo en la región sobre la Teología de la Liberación y los enfrentamientos con el Vaticano?

Si nos referimos al cambio en lo teológico, lo que hizo fue poner en marcha irreversible el Concilio Vaticano II que es donde se origina la Teología de la Liberación. Eso no significa que Francisco sea un teólogo de la liberación latinoamericana. Significa que el pontificado, en la era de Francisco, encontró las condiciones suficientes para conducir la Iglesia hacia un ejercicio pleno del “sacerdocio común de los fieles”, algo que emerge del Concilio Vaticano II. Un sacerdocio común ejercido de manera responsable, no como libre expresión y acción en sentido individualistas o libertario, sino como cuidado de la creación.

La encíclica Laudato Si, por ejemplo, no es sólo una crítica más al capitalismo, es la visibilización, a partir de la teología de la creación, de las causas diabólicas de un sistema que atenta contra la obra creativa de Dios. No se trata de una lucha política, como tampoco lo fue la Teología de la Liberación, sino de la puesta en práctica de la predica evangélica por la dignidad de toda la creación. Y eso ya produjo cambios. Hoy los pueblos latinoamericanos están organizados en torno al desafío que planta esa encíclica. Algo que ya ningún programa partidario de izquierda o derecha puede lograr, lo logra Francisco, más allá de los muros de la parroquia, del catolicismo, e incluso de la fe. Francisco genera confianza dentro y fuera del catolicismo, lo más preciado, sin la cual nadie puede aspirar a ser líder de nada.

¿Cuáles han sido los momentos más importantes del vínculo del papa Francisco con América Latina en estos diez años?

El vínculo directo que establece con los pueblos de las periferias, pueblos que no necesariamente se circunscriben a la fronteras geográficas. Emergen como pueblo cuando toman la decisión de unirse para salvarse, al margen del idioma o la bandera. Eso son las nuevas redes eclesiales: la REPAM, la REMAM o la Red del Chaco y Acuífero Guaraní. Eso es una nueva forma de organización eclesial -no solo episcopal-, ya que se unen a partir de necesidades y sueños comunes para hacer de estos derechos ecológicos socio-ambientales. Esas redes nacen a partir de que Francisco los ve, los nombra, los escucha, los acompaña, y les da crédito, incluso contemplando el margen de error que esas nuevas “formas de organización” puedan cometer a medida que van creciendo.

Aquí en 1955 nació la CELAM, la Conferencia Episcopal Latinoamericana, que nuclea a los presidentes de todas las Conferencias Episcopales nacionales. Es el primer continente que se organiza en una estructura regional, pero en los últimos años aparece lo que se llaman las redes eclesiales donde no solamente se juntan los obispos de las Conferencias Episcopales sino que hay obispos, cardenales, laicos, religiosos,  profesionales, militantes y gente de otras religiones y otros credos.  Estas redes son tres. La primera es la REPAM, red pan-amazónica que nuclea a todos los pueblos de la zona de la Amazonia, un territorio que comparte muchos países y cruza la frontera geopolítica.  La segunda es la REMAM que es la red eclesial de los países de Centroamérica y el Caribe.  Y la tercera es la Red Eclesial del Chaco y Acuífero Guaraní que nuclea los países del Sur. Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia.    Estas redes eclesiales se están ocupando de la crisis socio ambiental.

Lo que ha hecho el Papa Francisco es una novedad: permitir el surgimiento de otras formas de organización eclesial que van más allá de las estructuras que existen hace 200 años en América Latina. Eso es toda una novedad geopolítica.

 

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