¿Por qué perdió patrimonio el Banco Central del Uruguay?

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¿Por qué perdió patrimonio el Banco Central del Uruguay?

Claudio Fernández Caetano

El Banco Central de Uruguay (BCU) emitió un comunicado en conjunto con el Ministerio de Economía y Finanzas relacionado al anuncio de un futuro plan de capitalización del banco a desarrollarse en 2023. Un comunicado que sin contextualizar cuál es el origen de esta situación, ha generado distintos niveles de preocupación y opiniones diversas.

El BCU tiene determinado a través de la ley N.º 16696 (Carta Orgánica del banco) una exigencia de mantener un patrimonio mínimo de 5000 millones de unidades indexadas, aproximadamente unos 720 millones de dólares. Este tema surge con la publicación de los Estados financieros del BCU cerrados al 31 de diciembre de 2022. Allí se presenta el estado patrimonial del banco, constatando que se encuentra por debajo del mínimo legal establecido en la ley. Posteriormente a la publicación de esta información, se anuncia que en las próximas semanas se comunicarán lo detalles de un plan de capitalización con el objetivo de cumplir con la exigencia del mínimo legal.

La necesidad de la capitalización surge en el punto 21 de las Notas del propio Informe donde la empresa que audita el balance (KMPG) señala que “el total a aportar por el Gobierno en el próximo ejercicio alcanza la suma de 6.438 millones de UI equivalentes al 31 de diciembre de 2022 a 36.066 millones de pesos uruguayos”; esto es 900 millones de dólares, pues dado el patrimonio negativo del BCU el gobierno deberá aportar por encima de los 5 mil millones de UI para cumplir con lo que establece su Carta Orgánica. Esto no significa que el BCU vaya a dejar de funcionar, lo va a seguir haciendo en la aplicación de su política monetaria y regulatoria. El problema a corregir es sobre el incumplimiento del marco legal de su funcionamiento, evaluar cuál será el plan de capitalización y sus posibles efectos sobre la actividad económica del país.

¿Cuáles fueron los cambios que operaron para alcanzar esta situación, es decir, cómo llegó el BCU a tener un patrimonio negativo? Vale recordar que el BCU tiene sus activos en moneda extranjera (dólares) y sus pasivos son endeudamiento en moneda nacional.

En diciembre de 2021 el tipo de cambio nominal (el precio del dólar) era de $44,33 y finalizando el 2022 el dólar cerró en $39,09; por lo que en un año hubo una caída de aproximadamente un 12% desvalorizó (entre otros impactos) los activos del BCU. Esto se podría haber evitado, aunque fuese parcialmente, con una política cambiaria activa que sostuviera el precio del dólar, pero en 2022 e incluso en 2023 no fue esta la política aplicada por el BCU. Hay que ver que el tipo de cambio real efectivo global publicado por el BCU que da cuenta en parte de los niveles de competitividad de la economía del país, presenta en febrero de este año su nivel más bajo desde enero del año 2000.

Resulta necesario destacar que todos estos efectos parecen tener su origen en la propia política monetaria aplicada desde el BCU, la de la suba de la tasa de interés para combatir la inflación a través de sus mecanismos de transmisión. El tipo de cambio es un canal de transmisión desde la tasa de interés de referencia para afectar el nivel de precios. Recordemos que en la economía uruguaya opera un tipo de cambio flexible, que determina su precio en la operativa de compra y venta de la moneda extranjera. La suba de la tasa de interés para depósitos en moneda nacional hace más atractiva la colocación en pesos que en dólares.

En este caso, el mecanismo sobre los precios opera a través de la baja del precio del dólar: la venta de dólares para obtener pesos hace que aumente la oferta de dólares en el mercado, presionando a la baja su precio. Con la caída en el precio del dólar se abaratarían, los precios de bienes importados y las exportaciones. En realidad, el tipo de cambio más bajo puede bajar parte de los precios al consumo, pero siempre a costa de la pérdida de competitividad de la economía. Claro que, la competitividad más afectada es la de la industria nacional orientada al mercado interno (que debe competir con productos importados más baratos) ya que el agro genera la mayor parte de sus ganancias en los precios internacionales.

En los gobiernos anteriores se procuró que el dólar acompañara su evolución a nivel internacional, no solo mediante la compra de dólares incidiendo financieramente en su precio, sino al menos con señales que funcionaran como indicaciones de que se estaba atendiendo desde la politica cambiaria las fluctuaciones a nivel internacional. Con la conducción actual del BCU, pasó a desatenderse la política cambiaria y por tanto también sus efectos sobre la economía real, dejando absolutamente librado el precio del dólar a la confianza que parece tenerse en el mercado.

Por el lado de los pasivos, en moneda nacional, la política monetaria del propio BCU respecto a la tasa de interés de referencia (su aumento constante) hace incrementar los intereses pagados por las letras de regulación monetaria que el mismo banco emite. Por tanto, el patrimonio se ve afectado por la propia política del BCU, desvalorizando activos y aumentando pasivos y a su vez, afectado también por la propia condición legal del mínimo patrimonial exigido en unidades indexadas que en 2022 aumentó su precio (que es reflejo de la inflación) en 8,55%.

La política monetaria no se condice con las necesidades de crecimiento económico, ya que la suba de la tasa de interés como herramienta tiene mayor sentido en economías con mayor dinamismo que la nuestra, donde hay un “calentamiento” de la economía en los que podría ser necesario encarecer el crédito para disminuir el consumo que presiona la oferta de bienes y servicios (“enfriando” la economía). Este no sería el caso uruguayo, donde llevamos tres años de caída consecutiva del salario real y de estancamiento del consumo de los hogares.

La preocupación por la inflación, si bien es legítima, no puede dejar de lado otros objetivos que la política económica debería tener, como el crecimiento económico, los niveles de ingresos, su distribución progresiva y el empleo. De esta manera se están contrariando las finalidades que la propia Carta Orgánica del banco establece en su artículo 3 (Finalidades)- “El Banco Central del Uruguay tendrá como finalidades primordiales: A) La estabilidad de precios que contribuya con los objetivos de crecimiento y empleo.” (el subrayado es nuestro).

Podemos concluir que la capitalización del BCU, necesaria por ley, es reflejo de la propia política aplicada por el banco en coordinación con el MEF, que ha ido desvalorizando los activos además de afectar la competitividad de la economía. La solución a presentarse como un plan de capitalización aún está por presentarse, ahí podremos evaluar si la solución redundará en un mayor nivel de endeudamiento público o en otra forma y sus efectos sobre la economía.

Lo que sí queda claro es que de continuar esta política fundamentalista de la actual conducción económica en torno al objetivo único de reducir la inflación a través de la tasa de interés y el atraso cambiario, una nueva capitalización del BCU estará presente nuevamente en el próximo año.

Mateamargo

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