Marta Maurás, socióloga de la Universidad Católica de Chile: «La tarea sigue siendo dejar atrás la Constitución de Pinochet”

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Entrevista a Marta Maurás, socióloga de la Universidad Católica de Chile

Por Pedro Brieger, director de NODAL

El 7 de mayo se votó para conformar un Consejo Constitucional cuya tarea es analizar el texto presentado por una comisión experta para una nueva constitución que sustituya la actual elaborada durante la dictadura liderada por Augusto Pinochet (1973-1990) y que será plebiscitado en diciembre de este año. Este nuevo texto reemplaza al que fue elaborado por la Convención Constitucional y que fuera rechazado por amplia mayoría en el plebiscito de septiembre de 2022. La representación en el Consejo responde a líneas partidarias y el Partido Republicano de extrema derecha de José Antonio Kast -que reivindica la dictadura y su constitución- consiguió el 35,4 por ciento de los votos, superando a la lista oficialista del presidente Gabriel Boric que obtuvo el 28,5 por ciento; mientras que los partidos de la derecha tradicional sumaron el 21 por ciento, similar a la suma de los votos nulos y en blanco. Para comprender el panorama que se abre NODAL dialogó con Marta Maurás, socióloga de la Universidad Católica de Chile y experta en relaciones internacionales, política social y derechos humanos.

¿Qué lectura se puede hacer de la votación al Consejo Constitucional?

La votación viene a ratificar el rechazo que sufrió el texto constitucional maximalista propuesto por la Convención en 2022, agudizando el movimiento pendular que se ha venido experimentando en varios países hacia extremos radicales, y que van dejando vacío el centro político progresista y la derecha democrática. Aunque no se esperaba un triunfo tan rotundo del conglomerado de derecha, con el Partido Republicano consiguiendo el control completo del Consejo, todas las fuerzas políticas encabezadas por el propio Presidente de la República están haciendo llamados a la unidad para acometer una tarea que, a pesar de todo, sigue siendo el llamado de la ciudadanía: dejar atrás la constitución de Pinochet y emprender el camino de las reformas necesarias que demanda la ciudadanía para mejorar su bienestar.

Parece haber una paradoja en Chile: en 2019 la población salió masivamente a las calles para pedir que se anule la constitución redactada durante la dictadura y ahora se votó para que sea redactada, en gran medida, por quiénes apoyan esa constitución. ¿Cómo se explica?

De hecho, una nueva constitución podría llegar a ser escrita en su totalidad por la derecha o incluso bloqueada si no se produce un diálogo político que apele a la gesta democrática que se produjo en Chile desde 1990 y a los avances que aún requiere el país para seguir progresando social y económicamente, en un mundo distinto. El tono de la conversación que hoy se está produciendo apunta en esa dirección, pero hay frustración, desilusión, y rabia por los problemas viejos y nuevos como el crimen y la inseguridad creciente, o la migración acelerada o las desigualdades y abusos cuya salida se cree, equivocadamente, es un cambio rápido a través de un texto constitucional nuevo y moderado. Es notable que Chile continúa utilizando el camino institucional para salvar las crisis y éste necesita reforzarse, abriéndose a escuchar y a sintonizar la gestión del gobierno con un encuadre legal y comunicacional efectivo, tranquilo y democrático. No ayudan los fake news, el manejo abusivo de las redes sociales, el dominio hegemónico de la prensa por grupos de interés conservadores y elitistas, y el individualismo político al que nos ha llevado el sistema electoral.

¿Cómo queda el gobierno de Boric después de dos derrotas sucesivas en votaciones que parecían plebiscitos sobre su gestión?

El gobierno queda debilitado, sin duda. El propio gobierno lo admite y el Presidente ha hecho esfuerzos ingentes, mal interpretados, por acercar posiciones, dialogar e intentar avanzar por el camino del realismo político. Esperemos que así sea.

 

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