Sentidos comunes y sentidos divisivos en la cultura política mexicana

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Sentidos comunes y sentidos divisivos en la cultura política mexicana

Dr. René Ramírez Gallegos

Luego del sismo electoral de 2018 en México se actualizaron debates y confrontaciones sobre la orientación de la democracia: ¿qué actores pueden o no participar y acceder al poder? ¿Cómo se están reconfigurando los vínculos de representación entre los nuevos actores políticos y las mayorías? En este sentido, ¿cuáles son las reivindicaciones desplazadas y cuáles han comenzado a considerarse legítimas? De hecho, ¿quiénes son los sujetos políticos que demandan o son invocados en tales reivindicaciones, y en qué medida tienen capacidades para realizarlas efectivamente?

En vista de los avances y límites del proceso iniciado con el gobierno de López Obrador puede resultar productivo debatir el escenario inminente de la transición presidencial (2024) en términos de una encrucijada democrática: pero para que esta orientación sea representativa es preciso adecuar la perspectiva a enfocar no solo en la dirección que opondría el avance contra el retroceso, la continuidad o el cambio tal como se observan desde la mirada de los intereses políticos, sino sobre todo mirando desde el legado de experiencias y hacia el horizonte de expectativas, más amplio y diverso, de los mexicanos en su conjunto.

Con este enfoque, el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM, dirigido por el Dr. John Akerman, realizó la II Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Democracia 2023 que propone examinar las ideologías para establecer un panorama actual que nos permita tanto una visión ampliada sobre la población general como una discriminación más específica ―para entrever matices más allá de la simple oposición binaria izquierda-derecha―.

Las conclusiones son múltiples y diversas, pero una que parece desprenderse de la evidencia empírica es que las ideologías dominantes se relacionan de diversas maneras con las ideologías dominadas ―a la manera de sentidos divisivos: se diferencian y contrastan, pudiendo llegar a oponerse; pero nunca coinciden del todo― sobre un sedimento de sentidos comunes ―compartidos por la mayoría general―.

El examen de los sentidos comunes es revelador porque nos muestra un sedimento cultural de principios y valoraciones compartidos por los mexicanos: la afirmación de que México debe recuperar su nacionalismo y dar prioridad a  la industria local (78%), la creencia en que para que la sociedad prospere es fundamental aumentar bienes públicos antes que privados (77%), que la ciudadanía se basa en la ética de respeto a las leyes por sobre la moral religiosa (71%), y que la desigualdad tiene causas políticas (58%).

Pero, sin duda, el dato más significativo aquí es el primer sentido común compartido por los mexicanos: su voluntad de “consumir lo necesario para vivir bien” (84%) antes que “consumir más para vivir mejor” (11%). Porque este rechazo del consumo infinito puede suponer un cuestionamiento no solo del ideal del american way of life, que era el sustento de la promesa modernizadora neoliberal, sino también una suspensión de la utopía nacional-desarrollista. Se trata de una incitación, por tanto, a la discusión en profundidad sobre las metas públicas de política económica, que aún se fijan pensando estrechamente en el consumo y su correlato macrosocial en el crecimiento.

A pesar de lo mencionado de que ciertos sentidos parecen ser comunes, al momento de analizar los valores económicos, sociales o políticos a través del prisma de la ideología nos podemos percatar de los sentidos divisorios. En efecto, la cuestión acerca de la resolución de conflictos podría ser un sentido común: la mayoría de mexicanos opina que “es preferible el diálogo”. Tanto en la izquierda (43,4%) como en la derecha (41,4%) se trata de la alternativa principal. No obstante, entre los mexicanos de derecha y centro hay un amplio grupo que optan por “la mano dura”: 34,8% y 25,8%, respectivamente.

Ya en el examen de las ideologías, si bien se confirma la oposición derecha-izquierda, siendo la izquierda mayoritaria, resulta inesperado el comportamiento de la ideología de ‘centro’: porque en ciertos aspectos se ubica más hacia la derecha que la propia derecha: el 34% de centristas reivindica la meritocracia salarial, el 43% está contra los impuestos a la herencia de los más ricos, el 26% afirma la mano dura para resolver conflictos.

En este aspecto llama la atención el corrimiento del centro hacia la derecha en la preferencia electoral. Si bien el apoyo al actual presidente sigue siendo alto, se puede señalar que mientras en las elecciones presidenciales del 2018 los ciudadanos que se consideran de “centro” votaron mayoritariamente al actual presidente Manuel López Obrador; en las elecciones del 2021, votaron en contra del partido Morena. El problema no es electoral únicamente, sino social porque de acuerdo a la investigación señalada se puede constatar que los ciudadanos que se consideran de centro tienden en su mayoría a tener valores de derecha más anti-igualitarios, más xenófobos, más autoritarios, más antipolíticos.

Lo señalado en estas líneas son algunos de los temas abordados por la ENCPD 2023. Para profundizar el debate, hacemos la invitación para participar en el diálogo que se realizará este jueves 15 de junio, a las 12 horas, desde el Centro Cultural Tlatelolco en la Ciudad de México, donde se contará con la presencia de notables expertos como Lorenzo Meyer, historiador de El Colegio de México; John Ackerman, director del PUEDJS-UNAM; Ivvonne Acuña de la Universidad Iberoamericana, Margarita Favela investigadora del CEIICH-UNAM, Francisco Sierra de la Universidad de Sevilla y su servidor.

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