Argentina | Índice crianza: ahora que sí nos ven, sabemos cuánto cuesta criar – Por Celeste Abrevaya

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Índice crianza: ahora que sí nos ven, sabemos cuánto cuesta criar

Por Celeste Abrevaya

Belén Loguercio es Jueza del Juzgado Nº2 de Familia de Lomas de Zamora y vicepresidenta de la Unión de Magistrados de ese mismo municipio. Es una jueza que hace pedagogía con los demandados. En una audiencia un padre ofreció pagar siete mil pesos de cuota alimentaria. Alegaba que más no podía porque trabajaba como repartidor de pizzas y tenía otro hijo con discapacidad. Ella le dijo que dividiera esos siete mil pesos en los 31 días del mes y le preguntó si creía que esos 225 pesos por día alcanzaban. “¿Usted sabe cuánto sale un sachet de leche?”. Del otro lado hubo silencio. “¿Usted fuma? ¿Toma una cervecita cada tanto?”. Sí, contestó el hombre. “Bueno, esos gustos que puede darse, ni siquiera podría pagarlos con 225 pesos. Imagínese entonces si eso puede alcanzar para la leche, la carne, la verdura. Usted está en una mejor situación. Tiene una pareja con quien puede repartirse los tiempos y los gastos. Y seguramente, si su hijo tiene una discapacidad, recibirá una pensión. Su otra hija no tiene nada de eso. La mamá con suerte le puede hacer un té con leche con esos 225 pesos. Y eso no es justo”. La magistrada cuenta anécdotas que vivió en su juzgado y a veces no puede creer lo que relata. “Dicen cada cosa. Que la madre cambió el celular, que gasta la plata en toallitas con alas, que le hizo al hijo una fiestita en un salón con pelotero. Pero perdón, ¿su hijo no se merece eso?, les pregunto”. Explica que los gastos de un niño/a se presumen, que no es necesario probarlos como aún hoy hacen en muchos juicios por alimentos, en los que les exigen a las madres que presenten los tickets hasta de cada sacapuntas que compran para el colegio, revictimizándolas y dejándolas expuestas.

¿Cuánto cuesta criar en Argentina? Hasta hace poco no había números para responder a esta pregunta. Sin embargo, el último 7 de julio el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la Argentina (INDEC) publicó el primer informe técnico de valorización de la Canasta Crianza: en mayo de 2023 criar a un niño o niña menor de un año costó $98.339, $116.050 si se trata de niños y niñas de 1 a 3 años, $93.204 para los de 4 a 5 años y $88.659 para los de 6 a 12 años. El ministro de Economía y hoy precandidato a Presidente Sergio Massa, había anunciado la construcción del Índice Crianza junto con la directora nacional de Economía, Igualdad y Género, Sol Prieto, el último 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Se trata de un número que permite visibilizar cuánto cuesta criar. Criar no es solo amor. Criar cuesta, tiene un valor económico que es necesario ponderar y visibilizar. Además, y cómo lo informan desde el organismo que lo impulsó, es una herramienta que va a contribuir a la organización y planificación familiar y a la gestión de los cuidados. Constituye un valor de referencia para entender todo aquello que implica cuidar y criar a una persona: la alimentación, pero también la vestimenta, la vivienda, el cuidado, la recreación. Además es un número que permite generar un cálculo igualitario cuando una pareja se separa y necesita dividir los gastos de la manutención.

En relación a los objetivos que se plantearon para la creación de este Índice, Sol Prieto sostiene que “tener hijos/as tiene un costo económico, pero por las desigualdades de género, ese costo no recae de igual forma en todos los hogares. Reconocer las características de esta desigualdad, medir el costo de consumos y cuidados de la primera infancia, la niñez y adolescencia es un paso adelante para empezar a resolver el problema. Primero, al evidenciarlo como tal. Segundo, generando un valor de referencia. Es una apuesta ambiciosa y a la vez un paso más para visibilizar y considerar el peso de los cuidados sobre nuestra economía”.

¿Cuáles son los números de esa desigualdad?

El trabajo de cuidados está desvalorizado, es un trabajo subordinado, precarizado, carente de protección social, y cuya riqueza es invisibilizada. Es mayoritariamente no remunerado o mal pago, y llevado adelante por mujeres. Hoy sabemos que el sector de cuidados representa el 15,9 % del PBI, y que es el sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13%).

En el tercer trimestre de 2022, de acuerdo a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para el Total Urbano, hubo más de 1.600.000 mujeres a cargo de hogares monomarentales, es decir, con niños/as y sin presencia de cónyuge. Esto representa al 11,7% del total de hogares. Allí viven más de 3.000.000 niños/as y adolescentes. Los ingresos de las jefas de hogares monomarentales son un 19,8% menores que en otro tipo de conformaciones familiares. Por eso, el 26,1% de estas mujeres no alcanza la canasta básica individual, mientras que, en el resto de los hogares, esta situación alcanza al 20,2% de los/as jefes/as. Según datos de la sexta ronda de la Encuesta rápida sobre la situación de la niñez y la adolescencia de UNICEF, el 50,2% de los hogares en los que no vive el padre de los/as niños/as no recibió dinero en concepto de cuota alimentaria en los últimos seis meses, y el 12,0% sólo lo recibió algunos meses. Es decir, 3 de cada 5 hogares a cargo de mujeres no reciben la obligación alimentaria en tiempo y forma.

Lucía Cirmi, Subsecretaria de Políticas de Igualdad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, plantea que “lo más fuerte que dice el índice es que la gran batalla que tenemos que dar en el sistema judicial por el costo de la crianza tiene que ver con la invisibilización de las horas que hay que dedicarle al cuidado. Esa es la novedad. Contabilizar esas horas de cuidado puede ser un costo de oportunidad: visibilizar la plata que pierde la mujer que se queda cuidando a sus hijos. Hay que mirarlo en esos términos, es otra faceta más del impacto económico que tiene en nosotras que nuestro sistema de cuentas nacionales no contemple a las horas destinadas al cuidado”.

El valor del tiempo

¿Qué es una “cuota alimentaria”? Un concepto que en su nominalidad es de mínima limitado en términos de lo que implica criar y el tiempo que insume cuidar a un niñx.

En ese sentido, cuando un padre incumple la cuota alimentaria, la mujer se convierte en una suerte de acreedora de su tiempo. Y en una sociedad en la que el tiempo es dinero, destinar más horas al trabajo de cuidado no remunerado, te empobrece. Él le debe plata a ella, porque como ya mencionamos criar implica un costo monetario, pero también le debe tiempo, un bien que en nuestras sociedades es fundamental para desarrollarnos profesional e individualmente, para tener derecho al ocio, al trabajo. La injusta distribución de los cuidados entre los géneros impacta negativamente en muchos planos: las brechas salariales, de actividad, el desempleo, las brechas en la participación política y sindical, incluso la perpetuación de situaciones de violencia. O en un plano más simple, llevar la carga exclusiva del cuidado no le permite a las mujeres salir a correr, hacer ejercicio físico, o disfrutar del tiempo libre.

“Los jueces y las juezas estamos muy contentas con esta nueva herramienta, no solo por los casos de incumplimiento, sino para tener un respaldo a la hora de fijar el monto de la cuota”, dice Belén Loguercio. Participa en grupos de chats de la Red Federal de magistrados, en los que esta noticia circuló con entusiasmo. Explica que las sentencias también se dictan pensando en lo que puede evaluar la Cámara en una instancia de apelación. Al tener un número construido por un organismo oficial, se vuelve incuestionable. Las sentencias pasan a tener otra aceptación, no son caprichosas.

En efecto, esa estadística es rigurosa. “La metodología de estimación fue desarrollada por el INDEC en base a un trabajo conjunto que hicimos desde la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género y UNICEF”, cuenta Sol Prieto, y agrega que “la canasta está compuesta, por un lado, por el costo de provisión de bienes y servicios esenciales para la primera infancia, la niñez y la adolescencia, vinculado a los valores de la canasta básica total, y por el otro, por el costo de cuidados para la primera infancia y la niñez, determinado por el salario de las trabajadoras de casas particulares, en la categoría “cuidado de personas”.

El contenido de la cuota alimentaria surge del Código Procesal de Familia, el problema aparece cuando los jueces tienen que hacer la evaluación de qué monto sería el adecuado para cubrir ese contenido. “Yo trabajo en una de las zonas más complicadas del conurbano, y hay una enorme cantidad de personas que tienen ingresos informales. Es muy difícil generar pruebas ahí”, dice la jueza Belén Loguercio. Sin embargo aclara que “no es cuestión de repartir miserias, pero soy muy dura en relación a los alimentos.” Por eso, esta herramienta colabora con garantizar un derecho que está siendo vulnerado, que tiene fuerza y carácter de derecho humano.

Cuando hablamos de reforma judicial feminista, ¿a que puntos concretos hacemos referencia? ¿Cómo aplicar perspectiva de género en los procesos judiciales y fallos relacionados con casos de incumplimiento? Belén Loguercio sostiene que ella hace el ejercicio de recordar siempre que es necesario detectar cuando hay una desigualdad permanente y palmaria. “Las mujeres vienen con situaciones muy complicadas, problemas para encontrar un patrocinio letrado, tener que salir a trabajar para darle de comer a los chicos, ir a la justicia a reclamar lo que debería ser por derecho. Y por el otro lado tenés progenitores que vienen con una actitud relajada en la prueba que no se pudo producir, cuando son ellos los que tienen que probar si no están en una situación de privilegio”.

Se trata de procesos que requieren premura y urgencia porque se vinculan a cuestiones de violencia económica: no pagar alimentos es dejar en un estado de desprotección al sujeto más vulnerable que son los niños, niñas y adolescentes, y en paralelo ejercer una relación de asimetría y de poder con la progenitora que sostiene el cuidado.

La jueza afirma que el sistema judicial está conformado por muchos actores que no son solo los jueces, sino que se sostiene también por los abogados. “Vivo intentando generar espacios de construcción con ellos. Muchas veces veo que es un ejercicio que requiere que todos tomemos conciencia, no depende solo de la responsabilidad que tenemos los jueces de corregir estas situaciones de desigualdad. El abordaje que tiene que hacerse se vincula con algo más profundo, es fundamental convocar desde varios lugares para trabajar articulada e integralmente”. El reclamo por la cuota alimentaria no esconde solo una cuestión numérica, tiene solapadas otras variables que es importante abordar en toda su complejidad.

La reforma de licencias que está llevando adelante hoy el Congreso también es una forma de tirar de una punta del ovillo para dar un mensaje claro y contundente de que es necesario que los varones se involucren más, que el cuidado tiene que distribuirse de una forma más igualitaria, y también para que ellos mismos puedan atravesar esa experiencia.

No es la única propuesta legislativa que está en discusión. Desde la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia, a cargo de Gabriela Carpineti, presentaron un paquete de tres proyectos para facilitar el acceso a la cuota alimentaria. El primero busca aborda la necesidad de establecer el Patrocinio Jurídico Gratuito y Universal como un derecho para quienes no estén en condiciones de afrontar económicamente un litigio. En segundo lugar, se plantean una serie de modificaciones al Código Civil, para que los Tribunales agilicen sus procesos y remuevan obstáculos en el acceso a la justicia. Y por último, se promueve la creación del Fondo de Asistencia de Cuota Alimentaria, que cubriría el aporte de obligación alimentaria de forma provisoria mientras se resuelve en los tribunales la demanda judicial.

La lucha histórica de las pioneras, y la presencia de feministas en cargos de decisión, ha impulsado diversas estrategias y acciones políticas para lograr darle carnadura a aquella famosa consigna que plantea “eso que llaman amor es trabajo no remunerado”. Después de atravesar una pandemia, pudimos ver cómo ese trabajo quedó al descubierto y cómo las medidas de resolución sanitaria que tomaron los gobiernos, el aislamiento, y las distintas formas de restricciones, quedaron garantizadas gracias a la sobrecarga física y mental de mujeres y diversidades.

En ese sentido, la creación del Índice Crianza es una herramienta más para poder dar cuenta de que criar y cuidar tiene un valor, lleva tiempo, disponibilidad, y mucho mucho dinero.

Latfem

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