Guatemala | Wolfgang Ochaeta Aguilar, politólogo: “Bernardo Arévalo capitaliza la opción antisistema que se respira en la sociedad”

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Wolfgang Ochaeta Aguilar, politólogo: “Bernardo Arévalo capitaliza la opción antisistema que se respira en la sociedad”

Por Elisa García, de la redacción de NODAL

Wolfgang Ochaeta Aguilar es politólogo y coordinador de relaciones institucionales del periódico digital Plaza Pública. En diálogo con NODAL analiza el proceso electoral de Guatemala, los desafíos de cara al balotaje entre Sandra Torres y Bernardo Arévalo  previsto para el 20 de agosto, destacando las principales necesidades de los y las guatemaltecas.

¿Cuál es el balance que hace de las elecciones en Guatemala?

En primer lugar, es importante resaltar todo el proceso de judicialización de muchas candidaturas que dejó afuera a cuatro binomios presidenciales, de los cuales tres tenían grandes posibilidades de competir por la presidencia. A esto se suma el desencanto que tenía la ciudadanía y las organizaciones políticas que fueron afectadas, que tenían como común denominador que eran opciones muy francas de oposición al sistema.

En segundo lugar, en la organización del evento electoral hubo muchos traspiés, sobre todo con la desconfianza en el órgano electoral y la incapacidad que tuvo en el reclutamiento de los ciudadanos para formar parte de las estructuras de los órganos no permanentes electorales, como juntas electorales departamentales, municipales y receptoras de votos.

¿Como evalúa el resultado electoral?

El resultado electoral nos dio varias sorpresas y muchas preocupaciones. La mayor preocupación es el voto nulo, que es vinculante en términos de repetición a las elecciones cuando éste llega al 50% más 1, llegó prácticamente a 17%, por encima incluso de Sandra Torres que obtuvo el 15.7 % de las opciones y las preferencias. Pero aquí hay un dato importante: se cuela una candidatura que no aparecía en ninguna de las encuestas como una de las opciones ganadoras, con el 11.8%.

El movimiento Semilla representado por Bernardo Arévalo, es un movimiento que nace precisamente de las protestas del 2015, tiene una agenda de lucha contra la corrupción y el desmontaje de los privilegios del sector económico en el país, capitaliza esta opción antisistema que se respira en la sociedad guatemalteca y la necesidad de cambios.

Guatemala pasó de ser la esperanza en Latinoamérica en la lucha contra la impunidad y la corrupción a prácticamente tener un aparato casi corpo-autoritario de cooptación, desdibujando el balance de poder republicano y hoy tenemos a un presidente con mayor acumulación de poder, pero sin poder ejercerlo de una manera concreta, institucional y democrática, sino que se basa en las relaciones clientelares y de generación de cuotas de poder basadas en la corrupción.

Todo esto es interpretado por la sociedad guatemalteca y nos indica hacia dónde tenemos que abrir una discusión. Las élites tienen que entender que la disputa del poder en términos democráticos está en el desmontaje de un Estado autoritario y corrupto.

¿Cuáles son los desafíos de cara al balotaje?

El tema del Congreso sigue siendo dominado por el partido oficial, que ahora tiene 40 curules, seguido por la Unidad Nacional de la Esperanza con 28 y después del movimiento Semilla con 23. Nosotros tenemos un Parlamento de 160 escaños, por lo que cualquiera de las opciones presidenciales en el balotaje a la hora de empujar alguna agenda legislativa, presupuestos, políticas públicas, etc. va a tener que generar altos niveles de negociación política.

Por otra parte, la Unidad Nacional de la Esperanza se basa en prácticas clientelares, es parte de partidos políticos ya agotado, es parte de esta famosa alianza pro corrupción, por lo que les sería mucho más fácil llegar por sus formas.

Es un desafío la conformación de un diálogo nacional a partir del Parlamento, para garantizar esa gobernabilidad democrática, lo cual nos da dos vertientes de cara al futuro: un partido Semilla nadando contra la corriente, contra toda esta estructura, esta narco-clectocracia y, probablemente, una Unidad Nacional de la Esperanza recreando el modelo que estamos viviendo hoy.

¿Cuál es la agenda y necesidades de los y las guatemaltecas?

La agenda de las luchas sociales en Guatemala es generar verdaderas oportunidades económicas. Somos el país que más expulsa personas hacia Estados Unidos. Tenemos un efecto de migración impresionante hacia Estados Unidos, prácticamente desde 2016, 2017, que genera cierta comodidad en las élites económicas porque el mayor ingreso de divisas no está creado por la inversión extranjera o por la producción, sino que son las remesas que mandan los migrantes.

Por un lado, hay que atacar de frente los altos niveles de desnutrición crónica que tiene la niñez guatemalteca. No hemos encontrado una política pública integral que atienda de manera consecuente el tema del hambre en las familias indígenas, que tenga prestación de servicios de salud, consumos mínimos de calorías y proteínas para los niños y madres en lactancia, acceso a servicios de educación. Y también la producción: somos un país prácticamente agroindustrial, tenemos un desbalance entre estas grandes extensiones de producción agrícola eminentemente exportadora de azúcar y palma que están cooptando las tierras aptas para la producción de alimentos.

Otro tema es la seguridad pública, la gestión comunitaria y la prevención del delito, el combate contra las pandillas y, sobre todo, esta nueva ola mucho más modernizada del tráfico de drogas y la influencia de los carteles mexicanos en Guatemala.

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