Oligarquía y banalidad del mal – Por Alex Ron, Especial para NODAL

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Por Alex Ron(*), Especial para NODAL

Hace dos años, en la campaña presidencial, aparecía Guillermo Lasso abrazado con su publicista Eduardo Maruri al que preguntaba: ¿Eduardo por quién crees que van a votar los jóvenes? Maruri, un joven de cabello ensortijado con la gorra al revés y la camisa desabrochada respondía, “por usted pues Guillermo”.

Luego se escucha una canción de Myke Towers, un reggaetón monorrítmico gesticulado y bailado por el joven publicista mientras Lasso impostaba una sonrisa y aplaudía. Sin duda, la campaña del 2021 fue una de las campañas más vacuas, ganadas a ritmo de reggaetón y marketing vulgar. Obviamente, sólo fue el preludio de uno de los peores gobiernos de la historia ecuatoriana que ha llevado al país equinoccial a uno de sus momentos más dramáticos: Ecuador sobrevive en estado de coma por una crisis de seguridad sin precedentes, con un índice de muertes violentas que a fin de año superaría los 30 asesinatos por 100000 habitantes.

¿A qué se debió el fracaso del gobierno rentista de Lasso?

Hannah Arendt pensaba que los nazis no eran crueles sino banales, burócratas mediocres que no se cuestionaban nada. En el célebre juicio a Adolf Eichmann, Arendt describe a este carnicero alemán como un sujeto que respondía a una racionalidad instrumental, donde no existían contradicciones, él no tenía el menor sentimiento de culpa después de haber asesinado a millones de judíos en el campo de concentración de Auschwitz. Lasso, quien cree que su plan de seguridad es un éxito, mientras los narcos asesinan a mansalva y estallan coches bomba, no es un tipo cruel sino un banquero enajenado e inepto. Es un digno representante de la oligarquía rentista ecuatoriana: iletrada, superficial
y oportunista.

Ineptitud, oportunismo, moral provida, visión rentista, en fin, basta entrar a un banco en Ecuador para encontrarnos rodeados de cuadros con imágenes de vírgenes y santos para entender la alianza entre capital e iglesia. Si a esta moral chulquera le sumamos la ausencia de conocimientos científicos y planificación económica nos encontraremos con políticos como Guillermo Lasso, el presidente más improvisado de la historia. Imaginen que Ecuador, viviendo en un estado de sitio permanente, en 2023, apenas ha ejecutado menos del 9% del presupuesto asignado para seguridad. En lo que va del año, tenemos más muertes violentas que las registrados en todos los conflictos bélicos, desde
nuestra etapa independentista en el siglo 19. La derecha ecuatoriana ha repetido el sonsonete de que Correa ha sido el principal narcotraficante de la historia. Más allá de rumores y fake news, lo único real, es que durante el correísmo se registró un descenso sustancial en la cantidad de asesinatos que llegó a 5,5 muertes violentas por 100000 habitantes. Ecuador, en 2017, fue uno de los países más seguros de
Latinoamérica, incluso el riesgo país (indicador utilizado por la banca internacional) se ubicó en 700 puntos, hoy supera los 2000, el más alto de los últimos años. Obviamente nadie quiere invertir en Ecuador, las ciudades costeras respiran temor ante nuevos motines, asesinatos y atentados. Hace
una semana fue baleado el alcalde de Manta, Agustín Intriago, uno de los burgomaestres con más alto respaldo ciudadano. Nuevamente, las mafias de narcotraficantes nos recordaron que tienen un poder ilimitado respecto al frágil estado y a la aterrorizada ciudadanía.

Para ilustrar la situación de aporía política en la que nos encontramos, “Fito”, uno de los líderes de “los choneros” una de las bandas de narcos que opera en Ecuador, apareció en un vídeo junto a un oficial de policía proponiendo una tregua a las otras bandas delictivas para pacificar al país. Después, en otro
vídeo, asoma uno de los capos de “los lobos”, preocupado por la violencia descontrolada y planteando un cese al fuego. Este momento, son los capos del narcotráfico y no el gobierno, los que tienen el poder para detener la escalada de violencia. Mientras tanto, en su pequeña burbuja, el presidente Lasso sigue vanagloriándose de sus logros en materia de seguridad ciudadana. La banalidad del mal es real, el banquero no es cruel, es totalmente inepto, el paradigma de la incapacidad en Ecuador.

(*) Escritor y catedrático universitario

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