Financiamiento climático, la otra cara de la transición energética – Por Carla Barbuto

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Carla Barbuto

En tiempos de cambio climático y cuando las urgencias en materia medioambiental están a la orden del día, la discusión del financiamiento se ha vuelto un tema central de la agenda de la transición energética. Todos los actores acuerdan que es necesario activar un cambio en la matriz y la pregunta es: ¿Cómo se financia tremenda transformación?

La manera de abordar el asunto tiene por lo menos tres perspectivas: los fondos dirigidos a la mitigación, los dirigidos a adaptación y la nueva necesidad vinculada a pérdidas y daños.

Según el reporte publicado por la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC) en la COP27, el financiamiento no debiera ser menor a 500.000 millones de dólares para el periodo 2020-2024.

A partir de 2025, se abre un nuevo desafío de avanzar en la definición de una nueva meta de financiamiento, aun cuando la meta anterior no se haya cumplido. Asimismo, la discusión en la COP27 gira en torno a cómo mejorar el acceso a este financiamiento climático.El tema del financiamiento también es un asunto de distribución. En este sentido, América Latina es la tercera región que recibe fondos climáticos (17 %), siendo Asia la primera con 42 % de los fondos, seguida por África con 26 %, según datos del Informe de GFLAC (2022).

De este volumen de fondos, el 48% está destinado a mitigación y solo el 28% a adaptación. Asimismo, el 48,6% del financiamiento está materializado en la forma de préstamos y en este punto varios países de la región, incluyendo a Argentina, solicitan que se evalúen esquemas como el canje de deuda por acciones de naturaleza y clima.

De acuerdo a una nueva encuesta de la consultora McKinsey & Company difundida esta semana, lograr los objetivos climáticos va a suponer para Latinoamérica realizar inversiones en activos físicos relacionados con la transición energética equivalentes al 9,4% del PIB regional o alrededor de 20 mil millones de dólares.

Las cifras son estratosféricas. El camino hacia la transición energética va a implicar un gasto anual en activos físicos para energía y sistemas de uso de la tierra que aumentará en alrededor de 700.000 millones de dólares, como mínimo.

Top 3: Brasil, México y Argentina

Sobre las oportunidades de financiamiento climático, Brasil y México toman la cabecera y concentran más de la mitad de las necesidades de inversión en Latinoamérica.

Mientras Brasil absorbe el 34% de las oportunidades de financiamiento climático, México abarca el 19%.

Recién en el tercer lugar, lejos, aparece Argentina con el 11% y siguen Colombia (5%), Chile (5%), Perú (5%), Ecuador (3%), Panamá (1%) y Costa Rica (1%). Entre tanto, el resto de los mercados en Latinoamérica concentran el 16%.

Los autores del informe de McKinsey & Company destacan que más allá de la transformación de sus economías nacionales, “los países latinoamericanos cuentan con ricas dotaciones y recursos naturales que serán fundamentales para la transición energética global”.

En este punto, los especialistas explican que la oportunidad de Latinoamérica de aprovechar el potencial de la transición energética se traduce en la cantidad de recursos minerales y las fuentes de energía renovable de las que dispone, así como la capacidad para compensar las emisiones de carbono a través de la reforestación y la forestación.

De acuerdo a los analistas de McKinsey & Company, otra fortaleza de la región es la expansión de la producción de biocombustibles líquidos en mercados como Argentina, Brasil, Colombia y Guatemala, que permitirán hacer más limpia la movilidad de cara a las metas ambientales.

Además, sectores como los de agricultura, ganadería y pesca, que representan el grueso del sector primario de Latinoamérica, ofrecen “amplias oportunidades para invertir en agricultura, ganadería y pesca sustentables”.

El escenario estaría incompleto si no se mencionara que, según el reporte, Latinoamérica alberga 13 de los 50 países más susceptibles a los choques relacionados con el clima.

Desde McKinsey & Company levantan una bandera de alerta al plantear que las crisis climáticas podrían empujar de 2,4 millones a 5,8 millones de personas a la pobreza extrema para el 2030 en la región.

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