Panamá: El “Hay-Bunau Varilla” del siglo XXI – Por Olmedo Beluche

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Olmedo Beluche *

Muchas personas que han leído el contrato con la empresa Minera Panamá (First Quantum Minerals) lo han definido como el “Hay-Bunau Varilla” del siglo XXI, en alusión al tratado sobre el Canal de Panamá que nos impusieron en 1903, por el cual el país vio cercenado su principal recurso de la soberanía nacional. Tienen toda la razón al pensar así. Más de cien años después se repite la historia por la cual un puñado de panameños, a cambio de unas migajas, ceden casi a perpetuidad (cuarenta años prorrogables) nuestra soberanía sobre el principal recurso minero del país.

Aquí es donde se produce, si queremos aprender, ese ir y venir de los hechos por el cual, a partir de un acontecimiento presente, podemos comprender otro ocurrido en el pasado. Y al propio tiempo, el pasado, cuando se lo estudia debidamente, nos ayuda a entender lo que está sucediendo en el momento presente. Esa reflexión que va y viene del presente al pasado y de vuelta al momento actual demuestra que la historia sí que es útil para la toma de decisiones.

El contrato minero que se debate, al igual que el Tratado Hay-Bunau Varilla, pretende ser impuesto sin que el pueblo panameño, ni los legisladores, puedan cambiar ni una coma. Al igual que en 1903, cuando Teodoro Roosevelt amenazó con graves consecuencias a Colombia si rechazaba aprobar el tratado, la consecuencia fue la “separación” de Panamá por la fuerza de las armas norteamericanas. Ahora la empresa chino-canadiense amenaza con demandas internacionales que serían onerosas para el país. Por eso el Consejo de Gabinete actual aprobó sin condiciones el contrato, y así espera que haga la Asamblea Nacional, como en su momento la Junta Provisional de Gobierno, presidida por José A. Arango hizo con el Tratado firmado el 18 de noviembre de 1903.

Estamos ante un tratado que ha sido negociado entre partes interesadas, violando todo principio de conflicto de intereses. En 1903,los negociadores del tratado fueron accionistas de la compañía francesa del canal, William Cromwell y Philippe Bunau Varilla, y los empleados de la Compañía del Ferrocarril (manejada por Cromwell), Manuel Amador Guerrero y José A. Arango. Ahora negocian en nombre de First Quantum, el bufete Morgan y Morgan, con agentes del gobierno vinculados al sector minero, como José G. Carrizo y Federico Alfaro Boyd (con familiares en Morgan y Morgan).

El Tratado Hay Bunau Varilla entregó a Estados Unidos, “como si fueran soberanos”, miles de kilómetros cuadrados con la excusa de la construcción y funcionamiento del canal, y les otorgó el derecho a disponer de las aguas de la cuenca, expropiar tierras, administrar puertos y producir electricidad. Tal cual, el actual contrato con Minera Panamá le otorga a la empresa “derechos” sobre aguas, puertos y tierras -incluyendo el de expropiarlas si lo consideran necesario. Solo le faltó decir “como si fueran soberanos”, aunque eso no es necesario, pues el contrato dice que las autoridades nacionales solo pueden acceder a la mina con permiso de sus gerentes.

Al igual que en 1903, a muchos panameños se les quiere hacer creer que gracias a este acuerdo viviremos en la prosperidad y que el dinero lloverá como maná para resolver tantos problemas como el de las míseras pensiones y el financiamiento del programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja de Seguro Social. Así mismo muchos creyeron que con el canal en manos de los Estados Unidos nos bañaríamos en riqueza, pero la realidad demostró que los 250 mil dólares que pagaban de anualidad eran una migaja que no alcanzaba para nada, mientras Estados Unidos ganaba millones con el canal.

A los habitantes de la zona de tránsito se les hizo creer que serían los primeros beneficiarios del canal en 1903. Sin embargo, lo que recibieron fue la expropiación de sus casas y tierras, y su expulsión de la Zona del Canal a partir de 1915. Perdieron todo a cambio de nada. Ahora igual, le venden a los habitantes de Donoso y el Norte de Coclé la idea de que la mina compartirá con ellos su riqueza. Al final serán los más afectados por la contaminación, la deforestación y la pérdida de sus ríos y tierras.

En 1903 toda la oligarquía panameña, la élite empresarial y los medios de comunicación apoyaron incondicionalmente el Tratado Hay-Bunau Varilla y acusaron de “antipatriotas” a los que se opusieron, entre ellos Belisario Porras y Juan B. Pérez y Soto (a los que se les impidió volver al Istmo), mientras el caudillo Victoriano Lorenzo fue fusilado antes de la negociación, en advertencia a quienes se opusieran a lo que alguien llamó entonces “la venta del Istmo”. Hoy acusan de “comunistas” a los obreros, docentes, jóvenes y estudiantes que se oponen al acuerdo minero y les tiran los antimotines, mientras los medios de comunicación, la APEDE, la Cámara de Comercio y los partidos tradicionales le hacen la venia a First Quantum Minerals.

Con todo, si bien el contrato con First Quantum M. (alias Minera Panamá) es semejante al Tratado Hay-Bunau Varilla, el desenlace de la historia no tiene por qué ser igual. No tenemos que aguantarnos cien años de abusos y oprobio nacional. Salgamos a las calles masivamente a rechazar ese contrato leonino. Exijamos que sea el pueblo panameño el que decida si se aprueba o no el contrato mediante un plebiscito. Exijamos que esa decisión salga de las manos de los vendepatria diputados de la Asamblea Nacional.

* Ensayista, periodista, sociólogo, politólogo y profesor universitario panameño, colaborador de Connuestraamérica

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