Denuncian represión policial en marcha estudiantil por los 55 años de la masacre de Tlatelolco

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Comité 68 exige al Gobierno CDMX aclarar uso de gases lacrimógenos

El Comité 68 Pro Libertades Democráticas exigió que el gobierno de la Ciudad de México “aclare la procedencia y uso de los gases lacrimogenos que interrumpieron el desarrollo de una jornada pacífica y el mitin por los 55 años del 2 octubre de 1968”.

Señalaron que en el acto que participaron infancia, personas mayores y familias.

El hecho sucedió cuando encapuchados intentaron durante alrededor de 20 minutos tirar las enormes vallas metálicas que rodean Palacio Nacional, con mazos, martillos, cohetones y hasta patadas, no tuvieron éxito en su empeño y minutos después llegó hasta la esquina de la Plaza de la Constitución y Corregidora un grupo de policías de la Ciudad de México que comenzó a repeler a los jóvenes.

Por momentos se vivió tensión, pero los autodenominados “anarquistas” comenzaron a replegarse hacia donde se realizaba el mitin central por la conmemoración. Decenas de personas que solo observaban y otros integrantes del “Bloque Negro” terminaron retirándose cuando se lanzaron gases que ocasionaron que algunos tuvieran irritación en los ojos y complicaciones para respirar.

 La Jornada


A 55 años de la masacre estudiantil en Tlatelolco, consignas contra el Ejército se mantienen en marcha del 2 de octubre

Por Daniela Wachauf

Con gritos “¡2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa!”, “¡perdón ni olvido, castigo a los asesinos!”, cientos de estudiantes, sindicatos, entre otros organismos se concentraron a las 16:00 horas en la Plaza de las Tres Culturas y marcharon rumbo a la plancha del Zócalo capitalino, para conmemorar la masacre de estudiantes del 2 de octubre de 1968.

La lluvia no fue impedimento para que asistieran 4 mil 500 personas, durante el trayecto jóvenes vestidos de negro y con el rostro cubierto realizaran pintas con la leyenda: “Maldita Sedena”, “menos policía, más educación”. En tanto los comerciantes no perdieron el tiempo y empezaron a vender impermeables y paraguas entre 80 a 150 pesos.

A las 17:00 horas empezaron a arribar los contingentes al Zócalo donde se colocó un templete, además una lona con la leyenda “No al Poder Militar: Organicemos el Poder Popular”, así como una cartulina con la leyenda 1968, adornada con pétalos de rosa.

El primer orador fue el líder del Movimiento Estudiantil de 1968, Félix Hernández Gamundi, quien llamó a los asistentes a no caer en actos de provocación.

Esto luego que un grupo de jóvenes lanzaron bombas molotov e intentaron derribar las vallas que rodean Palacio Nacional.

Esto ocasionó que policías capitalinos se agruparan en la esquina de la Plaza de la Constitución y Corregidora y se lanzaron gases pimienta, varias personas tuvieron irritación en ojos y garganta.

Hernández Gamundi, señaló que es muy larga la historia de los agravios y así llegamos al 26 de septiembre del 2014, con la agresión contra los jóvenes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.

“El 68 y todos estos crímenes son una herida en el corazón y conciencia de los mexicanos, porque aún el día de hoy permanecen impunes y esa impunidad ha llevado por una ruta al país que permanece al día de hoy, en la cual vamos enfrentando cada vez nuevos retos para ejercer nuestra libertad y nuestros derechos”, refirió.

En su intervención Clemente Rodríguez, padre de Cristian Alonso Rodríguez Telumbre, uno de los 43 normalistas desaparecidos, dijo que el Ejército históricamente ha participado en los hechos más sangrientos, por ejemplo, en contra del maestro rural Lucio Cabañas, que fue asesinado en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano en El Otatal, Guerrero el 2 de diciembre de 1974.

“Por eso los padres recientemente hicimos un plantón frente del Campo Militar 1-A donde les exigimos que entreguen todos los archivos relacionados al caso” puntualizó Rodríguez.

El Universal


2 de octubre: Así cambió la historia de México el movimiento estudiantil del 68

La Plaza de las Tres Culturas de Ciudad de México, en el barrio de Tlatelolco, estaba repleta de estudiantes cuando comenzaron a sonar los disparos hace 55 años. El Ejército reprimió con una matanza el fuerte movimiento estudiantil, pero no pudo evitar que cambiara la historia del país.

No hay duda de que el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco «marcó un despertar ante la realidad que vivía México», explica a Efe Íñigo Fernández, historiador de la Universidad Panamericana.

La matanza demostró que en México «no se vivía en paz» y que «la libertad era muy relativa», recuerda el académico. A raíz de ello, «la oposición se comenzó a fortalecer y el Gobierno se vio obligado a impulsar reformas electorales».

El movimiento «ayudó a que el país se empezara a democratizar y que, más adelante, hubiera una alternancia política», que se concretó en el 2000, con la primera derrota presidencial del hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Pero el movimiento estudiantil de 1968 va mucho más allá de Tlatelolco. A pesar de la estabilidad económica del país, entre los años 50 y 60, movimientos de maestros, telefonistas y médicos se enfrentaron al gobierno por cuestiones laborales.

El historiador cuenta que el Estado «silenciaba con violencia» las protestas ya que «el gobierno tenía una visión tiránica del poder». Y no fue una excepción el presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien prometió gobernar «con mano dura».

¿Qué sucedió el 2 de octubre de 1968?

Félix Hernández Gamundi, líder estudiantil de la época, recuerda que cuando había eventos importantes, como visitas de líderes internacionales, el gobierno detenía preventivamente a líderes políticos y sociales.

Y el 12 de octubre de 1968 se inauguraban los Juegos Olímpicos en México, por lo que el gobierno «quería tener la granja en paz», añade.

Eso explica que, a finales de julio de ese año, una pelea entre estudiantes de bachillerato en el centro de Ciudad de México fuera disuelta violentamente por antidisturbios.

Como consecuencia, se generaron una serie de manifestaciones estudiantiles a las que el Ejército respondió deteniendo alumnos y ocupando el 30 de julio el Antiguo Colegio de San Ildefonso, cuya puerta fue derribada mediante un lanzacohetes.

Javier Barros, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la más importante del país, condenó los hechos y encabezó una histórica manifestación universitaria exigiendo la libertad de los presos.

Los universitarios mexicanos, que habían seguido con gran interés la revolución cubana, la muerte del Che Guevara, la Primavera de Praga y los grandes movimientos estudiantiles europeos, se organizaron rápidamente.

El 2 de agosto crearon el Consejo Nacional de Huelga (CNH) para coordinar un paro en los principales centros académicos del país y organizar exitosas marchas por la capital.

Hernández recuerda que «no había ni una sola demanda estudiantil» entre las exigencias al gobierno. Todas pedían acabar con la represión.

Los estudiantes ocupaban de noche las universidades y organizaban asambleas a las que se fueron sumando familiares y vecinos en un ambiente jovial. «Eso era una verbena diaria», rememora.

Pero cometieron un «error irreversible». En el mitin del 27 de agosto en el Zócalo de Ciudad de México acordaron improvisadamente ocupar la céntrica plaza y esperar el 1 de septiembre, fecha en la que Díaz Ordaz debía presentar su informe presidencial. Los estudiantes fueron echados a golpes por el Ejército.

El gobierno retomó así el clima represivo y los militares ocuparon la UNAM mientras la prensa le exigía dureza contra los jóvenes. Sin dejar de movilizarse, los estudiantes optaron por establecer un diálogo con el Ejecutivo.

El 2 de octubre de 1968, representantes estudiantiles se reunieron con emisarios del presidente y se emplazaron a una reunión en la mañana siguiente. Pero ese encuentro nunca llegaría.

Aquella misma tarde, el Ejército y los paramilitares del Batallón Olimpia disolvieron a bocajarro un mitin pacífico en Tlatelolco, donde murieron centenares de estudiantes, según testigos, y otros miles fueron detenidos. Fue el golpe de gracia al Movimiento del 68.

«Nadie se imaginaba algo tan desmedido pero ya llegaban los reporteros extranjeros para los Juegos Olímpicos y el gobierno tenía que acabar de tajo con esto», sostiene Íñigo Fernández.

Félix Hernández, quien fue detenido ese día, torturado y encarcelado, admite que el movimiento fue «aplastado» pero sirvió para «desenmascarar el régimen autoritario del PRI».

El 68 se convirtió en un «referente ideológico y moral» que inspiró la candidatura izquierdista de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 hasta la victoria de Andrés Manuel López Obrador de este año, pasando por la búsqueda de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Tras más de medio siglo, en cualquier manifestación de México todavía se puede leer: «El dos de octubre no se olvida».

Nota del editor: Este texto fue publicado originalmente en octubre de 2018

Expansión

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