Uruguay en la tabla del descenso

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Uruguay en la tabla del descenso

Gabriela Cultelli*

La encuesta de expectativas económicas que publica el Banco Central, coincide en la mediana de sus estimaciones con la proyección que hace la CEPAL para nuestro país para el año 2023. Lo estiman en un 1%, o sea estancamiento, o reproducción simple en términos económicos.

En un trabajo titulado “Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2023” la CEPAL expresa: “Para 2023 se prevé que América Latina y el Caribe continúe en una senda de bajo crecimiento, con una tasa del 1,7%. Todas las subregiones mostrarían un menor crecimiento en 2023 respecto de 2022: América del Sur crecería un 1,2% (3,7% en 2022), el grupo conformado por Centroamérica y México un 3% (3,4% en 2022) y el Caribe (sin incluir Guyana) un 4,2% (6,3% en 2022)” y agrega más adelante: “La dinámica de la economía mundial durante 2023 no ha sido un factor de estímulo para el crecimiento de los países de la región. El crecimiento mundial se mantiene por debajo de los niveles históricos (3% en 2023), y la tasa de crecimiento del volumen de comercio de bienes también es baja (1,7%)”, publicando allí mismo la siguiente gráfica, cuyo diseño realizado por Forbes nos pareció más ilustrativo y aquí lo traemos, bajo el título que encabeza este artículo

Peleando ahí el descenso con Chile, Haití y Argentina, nos encontramos en los últimos lugares (lugar 17 en 20) de la tabla. Muy lejos estamos, también geográficamente de las zonas que encabezan el pobre crecimiento que tendrá la región en este año.

Téngase presente que si comparamos junio 2022 con junio 2023 ya se observa caída del -2.5% del PBI Nacional. Pero esa medición no resulta convincente por varias razones, pero sí observable. La medición que puede resultar un indicador relevante es la anualización a junio 2023, o sea tomando el año (los 12 meses) transcurrido entre julio (incluido) 2022 y junio 2023. En este caso el crecimiento del PIB solo es de 0,5%. Al menos, estancamiento y con pronóstico incierto. ¿Qué pasó con el rebote en “V” tan cacareado? Sería bueno preguntárselo a la ministra Arbeleche, porque lo que les podemos decir al respecto es que la caída del 2020 no se recuperó en el 2021 como ella estimaba, sino un año después en el 2022, en el primer trimestre para luego enlentecerse, o sea, a partir de allí las tasas de crecimiento fueron cada vez menores hasta llegar al estancamiento actual. Y para peor, como hemos manifestado en múltiples oportunidades, se trató de un crecimiento sin distribución. Dicho de otra manera, corto y excluyente.

Las causas sin duda son de dos tipos: la primera interna y la segunda externa al modelo de funcionamiento económico Nacional relativa a la baja de los precios internacionales, que afectaron al agro, la industria alimenticia, el transporte y las exportaciones; sumado a la sequía que impactó sobre todo en el sector EGA (Electricidad, gas y agua) teniendo que importar energía de Brasil.

Pero el lector recordará por ejemplo la crisis 2008/2009 a nivel mundial, muy renombrada por su agudeza, o tal vez no la recuerde porque la vivió bajo el gobierno frenteamplista y por tanto otro modelo económico que permitió sortearla con menor efecto en la población. Y este mismo ejemplo prueba también que una cosa es una crisis regional o mundial con un modelo de desarrollo interno incluyente, y otra muy distinta es soportarla con un modelo neoliberal de política económica.

Así es como la política antinflacionaria interna llevada adelante por este gobierno, basada en el aumento de la tasa de interés, aumenta la demanda de moneda nacional elevando su precio frente a un dólar que se debilita alimentando el atraso cambiario o sobrevaluación de la moneda nacional con los efectos que ello tiene sobre las exportaciones, a la vez que favorece la importación que compite con la poca industria nacional que va quedando. Resquebrajándose también el turismo, restaurantes y hoteles por la diferencia cambiaria en la región.

A ello se suma el debilitamiento del mercado interno que este gobierno provocó con la baja salarial y afectación de empleo, que termina favoreciendo al sector financiero enriquecido por el aumento del endeudamiento que crece para mantener el consumo familiar y de empresas medianas y pequeñas. En este debilitamiento del consumo interno también impacta el ajuste fiscal constante que actúa sobre remuneraciones públicas y gasto social. Recordemos además que la suerte de las jubilaciones está atada a la suerte de los ingresos salariales, siendo este otro factor más que amortigua al mercado interno y favorece el incremento del crédito.

Al mismo tiempo, la obra de UPM y del ferrocarril central van llegando a su fin, sin políticas de producción y por tanto de empleo que atemperen el impacto en el sector de la construcción.

En síntesis, no se trata de un gobierno “con mala suerte”, se trata de un gobierno con mala política y un pueblo que, si quiere cambiar la pisada, tendrá que empezar por hacerlo en las urnas el año venidero, porque ya demostramos que otro Uruguay es posible.

*  Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co-Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)

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