CLACSO publicó un libro sobre el legado de Flora Tristán, pionera de los feminismos latinoamericanos (descarga gratuita)

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El legado de Flora Tristán: pionera de los feminismos latinoamericanos

Su obra fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en Perú: se trata de dos unidades bibliográficas de los dos tomos de la primera edición de “Peregrinaciones de una paria” (1833-1834), que custodia la Biblioteca Nacional del Perú (BNP).

CLACSO editó el libro Peregrinaciones de una paria y otros textos recobrados, de la escritora, feminista y pensadora socialista de ascendencia peruana, publicado por primera vez en 1838.

Flora Tristán fue, sin duda alguna, una mujer anticipada a su tiempo: precursora de los feminismos latinoamericanos y del socialismo. Nacida en 1803, fue una precursora, como mujer y como pensadora.

Esta compilación presenta su legado intelectual a nuevas lectoras y lectores, y pone en evidencia su profundo compromiso con las mujeres y las clases trabajadoras desde una perspectiva antipatriarcal, contrahegemónica e internacionalista.

Se trata de una selección de sus escritos, no solo de su obra más reconocida, –Peregrinaciones de una paria– sino también de textos como Paseos en Londres, Unión Obrera y El tour de Francia, que revalorizan su rol de observadora y narradora de los vínculos entre patriarcado y capitalismo, las esclavitud de las mujeres indígenas o la situación de las mujeres extranjeras en Francia.

De esta manera, el libro entra en relación con otros textos de pioneras del feminismo en América Latina y el Caribe con el propósito de poner a disposición un archivo sobre el tema. También esta obra pretende formar una constelación con voces actuales, para poner de relieve la vigencia de su propuesta y su sensibilidad, y establecer tramas de sentido y lazos intelectuales en el continente.

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Sobre la autora:

Escritora, pensadora socialista y feminista de ascendencia peruana, nacida en París, Francia, en 1803. Fue una de las grandes fundadoras del feminismo temprano. Precursora en el socialismo y de vanguardia en mostrar la situación de la clase obrera francesa e inglesa, la situación de las mujeres migrantes en Francia o la de las mujeres indígenas en Perú.

Gracias a sus tantos viajes desarrolló un espíritu internacionalista y fue testigo de la Revolución Industrial, el nacimiento de la organización de las clases obreras y, en particular, de la mujer obrera. A lo largo de su vida publicó importantes obras, además de Peregrinaciones de una paria (1838): Paseos en Londres (1840), la novela Méphis (1838), el folleto “Necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras” y su obra cumbre Unión obrera (1843). El Tour de Francia estuvo inédito hasta 1973, y también se publicó post-mortem La emancipación de la mujer o testamento de una paria (1845). Flora Tristán murió en Burdeos, el 14 de noviembre de 1844.

Prólogo de Virginia Vargas Valente

Fragmentos de la obra:

“Esto lo reconoce cuando afirma en Peregrinaciones de una paria: “Yo escribo para que ustedes sepan, para que comprendan, grito para que me oigan, voy adelante para mostrarles el camino”. ¿Soberbia? No. ¡Es abrir un camino de entendimiento de lo que está ausente, lo que no se escucha, la voz de los subalternos, cuya palabra existe, pero no se oye…! ¿No es acaso lo que hemos experimentado en toda nuestra lucha feminista? Construir otras voces que abran nuevos caminos para el reconocimiento de las causas de las mujeres, de las desventajas añadidas por clase, etnia, raza, disidencia sexual, de la ausencia de voz de las mujeres indígenas, negras, trans, trabajadoras sexuales.

Recuerdo la potencia de esa voz no escuchada, que me enseñó a oír la feminista negra brasileña Lélia Gonzalez, quien en uno de nuestros varios encuentros me decía: el feminismo es racista, quizá no por acción, ¡pero sí por omisión! No tenemos nuestra voz puesta, por eso gritamos para la escucha. Y ese era un grito que mostraba el camino contra el racismo y más: contra el sexismo, la misoginia, la homofobia, la heterosexualidad compulsiva… Son los gritos de las subjetividades politizadas, que no solo asumen la diferencia, sino que evidencian su profunda desigualdad. ¡Eso es mostrar el camino! Y este camino es también un método de conexión con una subjetividad avasallada o ninguneada, con las experiencias de dolor y subordinación. Y su llamado es a la profundidad de vivencias de exclusión que deben ser nombradas, como lo expresa claramente Flora Tristán: “que las mujeres […] hagan hablar sus dolores” (Peregrinaciones de una paria, p. 117). Así, Flora era consciente de esa revolución en su forma de expresión, de su decisión de colocar lo personal como punto de partida para su propuesta política. Y lo colocaba como un acto de rebeldía para todas las mujeres” (Prólogo, pp.17 y 18).

“La suerte de la mujer casada es, por cierto, mucho más triste que la de la soltera; por lo menos esta goza de cierta libertad, puede conocer el mundo, viajar con parientes y amigos, mientras que una vez casada, ya no puede salir sin el permiso de su marido. El marido inglés se asemeja al amo y señor de los tiempos feudales. Se cree, y ello de buena fe, con derecho a exigir de su mujer la obediencia pasiva del esclavo, la sumisión y el respeto. La encierra en su casa, no movido por el amor y los celos como el turco, sino porque la considera como un objeto suyo, como un mueble que solo debe servir para su uso, y al que siempre debe encontrar a su disposición; no tiene noción de que debe ser fiel a su esposa.

El marido inglés se acuesta con su sirvienta, la despide cuando está encinta o recién parida, y no se cree más culpable que Abraham enviando al desierto a Agar y a su hijo Ismael. En Inglaterra la mujer no es, como en Francia, la dueña de casa; casi siempre es allí una completa extraña. El marido tiene el dinero y las llaves, es él quien paga los gastos, contrata o despide al personal doméstico, planifica la cena cada mañana, e invita a los comensales; solo él decide la suerte de los niños; en una palabra, se ocupa de todo. Muchas mujeres no saben con exactitud a qué negocios se dedican sus esposos, qué profesión se ha elegido para sus hijos, y generalmente ignoran el estado de su fortuna. La mujer inglesa jamás le pregunta a su marido qué hace, a quién frecuenta, cuánto dinero gasta, o dónde pasa su tiempo” (p.630).

“La esclavitud se observa en los comienzos de todas las sociedades. Los males que produce la vuelven necesariamente transitoria, y su duración es inversamente proporcional a su rigor. Si nuestros antepasados no hubiesen tenido con sus siervos más humanidad que

los fabricantes de Inglaterra con sus obreros, la servidumbre no habría durado toda la Edad Media. El proletariado inglés, cualquiera sea su rubro, lleva una existencia tan atroz, que los negros que han abandonado las plantaciones de caña de azúcar de Guadalupe y de Martinica para ir a gozar de la libertad inglesa en Dominica y Santa Lucía, regresan, cuando pueden, donde sus amos. ¡Lejos de mí el pensamiento sacrílego de querer defender cualquier tipo de esclavitud! Solo deseo probar, mediante este hecho, que la ley inglesa es más dura con el proletario que la arbitrariedad del amo francés con su negro. El esclavo de la propiedad inglesa tiene, para ganar su pan y pagar los impuestos que se le imponen, una tarea infinitamente más pesada. El negro solo está expuesto a los caprichos de su amo, mientras que la existencia del proletario inglés, la de su mujer y la de sus hijos, están a merced del productor” (p.588).

“Obreros y obreras:

Mediante escritos, discursos, informes, memorias, encuestas y estadísticas han señalado, constatado y demostrado al gobierno y a los ricos que tal como está actualmente la situación, la clase obrera se encuentra en una condición intolerable de miseria y dolor, tanto material como moralmente; han demostrado que, como consecuencia de este estado de abandono y sufrimiento la mayoría de los obreros, amargados por la desgracia, embrutecidos por la ignorancia y un trabajo que excede sus fuerzas, se convertían en seres peligrosos para la sociedad (…).

“Obreros, dejen entonces de esperar más tiempo la intervención que reclamamos para ustedes desde hace 25 años. La experiencia y los hechos les confirman de sobra que el gobierno no puede o no quiere ocuparse de su suerte cuando se trata de mejorarla. Solo de ustedes depende, si lo quieren firmemente, el que salgan del dédalo de la miseria, de los dolores y de la sumisión en la que languidecen. ¿Quieren ustedes asegurar a sus hijos el beneficio de una buena educación industrial y asegurarse ustedes mismos la certeza del descanso en su vejez? Ustedes lo pueden. Su acción no es la revuelta a mano armada, el motín en la plaza pública, el incendio ni el pillaje. No, porque la destrucción, en lugar de remediar sus males no haría más que empeorarlos. Los motines de Lyon y de París han dado prueba de esto. Su acción solo puede ser legal, legítima, confesable ante Dios y los hombres: Es la UNIÓN UNIVERSAL DE OBREROS Y OBRERAS” (Unión obrera, pp.643-644).

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