Argentina | Víctor Moriñigo, presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN): “El enorme desafío hoy es comprometerse y defender la educación pública”

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Víctor Moriñigo, presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN)

Por Luciana Jouli

Víctor Moriñigo es contador público nacional, y recientemente fue electo como presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en Argentina, y además es presidente de la Conferencia General del Espacio Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES), y rector de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). En diálogo con NODAL analizó la situación de las Universidades nacionales en Argentina y los desafíos que enfrenta la Educación Superior en su país y en la región.

¿Cuál es la situación de las universidades nacionales en Argentina?

Las universidad nacionales en Argentina son ejemplo de desarrollo científico y tecnológico, de extensión y vinculación con la comunidad, siendo una de las instituciones más prestigiosas de nuestro país y con mayor imagen positiva dentro de la comunidad.

En los últimos años se estaba trabajando fuertemente en producir transformaciones para acercarnos a los temas de la agenda internacional, tales como el acortamiento de carreras, la generación de nuevas carreras destinadas al mundo del trabajo, en cómo recibir a los estudiantes con la inteligencia artificial y el teléfono en vez de ponerlos frente al pizarrón, nuevas formas de enseñanza, vinculación interdisciplinaria de nuevas disciplinas. Hoy, el mundo está adecuando sus currículas a la situación ambiental y a defender la casa común y nuestro planeta, como dice el papa Francisco en «Laudato Si». 

Lamentablemente hoy tenemos otra agenda, un reduccionismo alarmante que es si podemos pagar o no la tarifa de luz. Las universidades argentinas están en una crisis presupuestaria tremenda y están siendo prejuzgadas como parte de un Estado que, para el actual gobierno nacional es ineficiente, es corrupto, es innecesario. Así, las universidades argentinas quedan en una situación a contramano de lo que se discute en toda Latinoamérica y en el mundo, y eso es un retraso y una amenaza para el crecimiento.

¿Cuál es la realidad de la Educación Superior en América Latina?

En América Latina la situación es dispar y va de la mano justamente de los gobernantes de cada país donde está posada la universidad. Y es pendular también, igual que en la Argentina, hay momentos de auge de la universidad pública dentro de la agenda de cada país y de la universidad poniéndose a tono con la agenda pública como motor de ese país. Y hay momentos donde se empieza a discutir sobre la autonomía universitaria y el financiamiento de la Educación Superior. Entonces, América Latina tiene momentos dispares donde constantemente está ratificando este precepto de la Educación Superior como un bien público, un bien social y como una obligación de los Estados a la hora de ser financiada. 

El eterno objetivo de América Latina es lograr una integración para la cooperación y luego de ordenar la casa, nuestra gran patria grande, empezar a generar vínculos auspiciosos con Europa, la integración sur-sur con África, con China y también con los Estados Unidos y Canadá. Me parece que hay una vinculación que se hace hoy de manera aislada y no coordinada en la cual estamos perdiendo posibilidades. A pesar de eso, la Educación Superior y la ciencia latinoamericana siempre es muy bien vista y muy bien considerada en el mundo. Y hoy sin duda tenemos una locomotora en este tren de la educación y de la ciencia que es Brasil con la llegada de Lula.

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el CIN en este periodo? 

El CIN siempre tiene los desafíos de poder integrar un sistema que es muy disímil desde la escala de las universidades y desde los años de creación de las universidades argentinas, pero este concepto de sistema universitario es muy solidario, por lo que mantenerlo es todo un desafío, pero también una fortaleza del sistema. 

El enorme desafío hoy es comprometerse y defender la educación pública. Ojalá podamos seguir el proceso de integración con las fuerzas productivas, el sector privado y con actores de la sociedad civil que empezó en los últimos años, y en el cual esperamos no nos distraigan los problemas diarios para seguir teniendo una agenda de involucramiento con lo que le pasa a los argentinos.

También el CIN tiene una enorme tarea de hacerle llegar la universidad a quienes hoy creen que la universidad les queda lejos, que es un problema o un tema de otros y poner de manifiesto que la universidad es el médico que te operó, el psicólogo que te atiende, el docente de tu hijo en segundo grado, es el medicamento que vos tomás todos los días para estar mejor. Entonces, cuando se entienda que pensar una Argentina sin una universidad pública es imposible para nosotros porque está en el ADN de nuestro corazón, ahí el CIN habrá empezado a hacer el verdadero trabajo de concientizar a toda la sociedad sobre la importancia de la Universidad Pública.

¿Cuáles son las transformaciones que necesita la educación superior en Argentina y en la región?

Tienen que ver con llamar a la cogestión a todos los claustros. Los grandes pensadores de la Educación Superior deben dejarse permear “por las distintas voces” porque los cambios han sido muy rápidos en los últimos cinco ó seis años, desde la pandemia hasta acá, sobre todo, y me parece, que hay que escuchar mucho más a los jóvenes. 

Hay un gran desafío de transformación sin deformación de todo el sistema, que hay que tener la valentía de llevar adelante. La tecnología pone en jaque al proceso monopólico de enseñanza en la Educación Superior, pero todavía nos queda el proceso de certificación de ese saber, y eso hay que utilizarlo de manera estratégica. Ese gran prestigio que tienen las instituciones universitarias en cada uno de los países tenemos que utilizarlo para un proceso de transformación que no nos va a esperar mucho tiempo. 

Las próximas declaraciones latinoamericanas de educación deben invitar a pensar este proceso, y son las universidades las que tienen que pensar, adaptarse e incidir en el futuro que todos creemos que se nos viene. Incidir en el futuro nos hace protagonistas y actores del futuro que se viene, y las universidades tienen un rol ahí estratégico de prospectiva, porque los Estados están muy ocupados en la agenda pública del hoy. 

Pensar el futuro es un rol que a las universidades les queda bien, les queda cerca, tienen el capital humano para hacerlo, tienen los investigadores para entenderlo, comprenderlo y divisar ese futuro. Como decía un famoso filósofo: “el futuro ya no es lo que solía ser” y ese permanente cambio es lo que nos pone en jaque a todos: me refiero a la pandemia, el dengue, la inteligencia artificial, el mundo del trabajo. Estoy hablando de distintas cuestiones que van cambiando en el mundo, y parece que nos vamos adaptando, cayéndonos y levantándonos como podemos, y allí la tarea estratégica de una universidad pensando en ese futuro es un rol que le queda muy bien.

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