Argentina | El ocaso del PRO y la consolidación del poder digital: las elecciones en Capital Federal como escenario de reconfiguración política – Por Emilia Trabucco

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Argentina. El ocaso del PRO y la consolidación del poder digital: las elecciones en Capital Federal como escenario de reconfiguración política

                                                                                                                            *Por Emilia Trabucco

 

Las elecciones de legisladores en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no fue una simple contienda local. Como en el 2005, cuando el kirchnerismo emergente se jugaba su consolidación enfrentando al duhaldismo en su propio bastión bonaerense, hoy fue el mileísmo quien asumió ese mismo riesgo estratégico: disputar la hegemonía de la derecha en el núcleo histórico del PRO, partido encabezado por Mauricio Macri. Y ganó. La victoria de Manuel Adorni -vocero oficial de la Presidencia- por La Libertad Avanza (LLA) no solo desaloja al macrismo del poder porteño tras casi dos décadas de dominio, sino que simboliza un reordenamiento profundo de las coordenadas de la derecha argentina.

El resultado electoral, con una participación de 53% del padrón, estarí evidenciando la “insatisfacción democrática” de gran parte de la población. Más que abstención, parece tratarse de una “deserción organizada”, donde un sector cada vez más amplio no encuentra representación posible ni en los dispositivos tradicionales del progresismo, ni en la derecha institucional. No es un voto ideológico sino una retirada que evidencia la crisis de representación política que atraviesa la Argentina.

Sin embargo, entre quienes sí participaron, el triunfo de LLA redefine la posición del mileísmo: ya no como una anomalía disruptiva o marginal, sino como la nueva fuerza dirigente de la derecha. Lo que se jugaba no era una banca ni una comuna, sino el mando del bloque histórico conservador, desplazando al PRO y al macrismo del centro de gravedad. ¿Cómo se caracteriza este momento? Podría pensarse como la formalización del «Círculo Rojo digital», encabezado por los poderes económicos asociados a las finanzas y la tecnología, y dirigido en la arena política por el “triángulo de hierro” Milei-Karina-Santiago Caputo que impuso otra forma de hacer política, de gestionar poder y de construir sentido común.

La comparación con el 2005 no es casual ni forzada: como entonces, el desplazamiento se produce en el epicentro del adversario, con una fuerza que aún está en formación, pero que interviene con eficacia quirúrgica. Así como en aquel entonces el kirchnerismo emergente reconfiguró la centroizquierda, ahora el mileísmo hace lo propio con la derecha. Pero hay una diferencia estructural: el kirchnerismo expresaba la rearticulación en torno a un proyecto económico productivo; el mileísmo, de uno financiero-digital.

Se consolida entonces una nueva contradicción: el Círculo Rojo analógico, que agrupa a los grandes medios, empresarios tradicionales y viejos cuadros políticos, frente al Círculo Rojo digital, que opera desde redes, algoritmos, influencers y estrategias de inteligencia artificial, subordinado directamente a una aristocracia financiera y tecnológica (Aguilera, 2023) global, occidental, con origen en Estados Unidos, cuyos representantes son Marcos Galperín, Migoya y el círculo de “Endeavor”, la sucursal local de la conocida “PayPal Mafia”. La derrota del PRO no es solo una pérdida de cantidad de electores: es la evidencia de los límites de los partidos tradicionales frente a una forma emergente que sus propios mentores llaman “Tecnopolítica”.

En este sentido, no es menor lo ocurrido en la víspera electoral. A las 19 horas del sábado 17 de mayo, las principales cuentas de las “milicias digitales” de la Casa Rosada difundieron un video falso generado con inteligencia artificial, en el que se veía a Mauricio Macri desestimando la candidatura de Silvia Lospennato para darle la victoria a Manuel Adorni de LLA, para combatir al “kirchnerismo”. El contenido, falso pero verosímil, circuló durante horas sin ser refutado con claridad. Fue replicado por cuentas con miles de seguidores, entre ellas @gordoedicion, @GordoDan_, @tommyshelby_30, @TalibanMilei, @LaFuerzadeMilei, @TTendenciaX, @ElTrumpista y @TheRealBuni. Todas asociadas al asesor “plenipotenciario”, líder de las milicias, Santiago Caputo.

La respuesta de Buenos Aires Primero fue una denuncia judicial solicitando penas de hasta dos años de cárcel para quienes difundieron el video. A pesar de la exigencia judicial de eliminar el video de la red social, éste siguió circulando, sin posibilidad de delimitar culpables con claridad. Evidentemente,  la discusión excede lo legal (y los mecanismos tradicionales): lo ocurrido muestra que las herramientas de desinformación se han sofisticado y naturalizado como armas de guerra política.

Este fenómeno no es algo nuevo: en 2011, en la campaña de las elecciones de Jefe de Gobierno, el macrismo usó mecanismos similares contra Daniel Filmus, candidato del kirchnerismo, mediante una campaña sucia que involucró llamados telefónicos falsos, realizando encuestas desde un call center financiado por el gobierno de la Ciudad, que lo vinculaban con Sergio Schoklender, ex apoderado del programa “Sueños Compartidos”, investigado por supuesto mal uso de recursos públicos. La metodología de la mentira con fines políticos no es propiedad de un partido, pero hoy se ha perfeccionado, logrando una penetración social en tiempo récord. Todo vuelve.

La diferencia es que ya no se trata de call centers ni de encuestas truchas. No se trata de simplemente habitar los espacios virtuales, sino de dar batalla planificada y direccionada. El golpe digital es algorítmico, personalizado, viral. Es la nueva fase del poder político, donde la inteligencia artificial, la desinformación planificada y la opacidad de las redes sociales construyen realidades paralelas que impactan directamente en los procesos electorales.

La elección en CABA cristaliza entonces un proceso que viene gestándose hace tiempo: la muerte simbólica del Círculo Rojo analógico y una profunda reconfiguración económica y política con raíces en una crisis estructural. Su reemplazo por una arquitectura digital del poder que impone nuevos liderazgos, nuevos lenguajes y nuevos dispositivos de interpelación. El mileísmo no es un accidente, sino un producto sintético de esta mutación estructural.

No estamos sólo ante un cambio de nombres. Lo que se disputa es la direccionalidad de Argentina, el relato hegemónico y la tecnología que lo sustenta. Las elecciones del 18 de mayo marcan una fecha clave: no solo por lo que se eligió, sino por lo que murió. Y en esa muerte, el futuro se juega en tiempo real.

 

* Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU

 

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