El legado del papa Francisco en la elección de León XIV – Por Federico Walsh

Compartir:

El legado del papa Francisco en la elección de León XIV

Por Federico Walsh *

Desde que fuera elegido papa el 13 de marzo de 2013 y hasta su muerte el 21 de abril de este año, el papa Francisco ejerció como líder urbi et orbi de aproximadamente 1.400 de millones de fieles católicos alrededor del mundo con un liderazgo que sobrepasó las fronteras del catolicismo para transformarse en un referente moral y político de los principales líderes religiosos y gobernantes aún con distintas miradas políticas.

Este liderazgo sobresaliente marcó su camino desde el primer momento en que salió al balcón como nuevo Obispo de Roma: sereno, firme en la mirada y los gestos, con autoridad en sus palabras sin alzar la voz, delineando claramente el horizonte al cual ir, Francisco se convirtió en un faro que trasciende a los católicos. Por más que en Argentina se redujo muchas veces su figura a lo meramente político -con minúscula- él, al igual que sus predecesores, fue un artesano de la “política con mayúscula”, esa política entendida como servicio, como la forma más alta de la caridad. Es la política con el pueblo y no solo para el pueblo. Es la política en un sentido humanista e integral y no en clave populista, como se esmeran en deformar algunos.

A lo largo de estos años, y cada año, el Papa llevó adelante la reforma que, a mi entender, es la más profunda y que marcará el rumbo de la Iglesia de los próximos decenios. Fue una reforma silenciosa, desapercibida para la mayoría y en apariencia sin efectos prácticos o inmediatos como la reestructuración de la Curia romana; el endurecimiento de las medidas en materia de abusos sexuales; las políticas de déficit cero o la incorporación de laicos o mujeres en puestos clave de gobierno. La reforma a la que me refiero es el audaz reacomodamiento del tablero cardenalicio, de aquellos purpurados que fueron los responsables de elegir al cardenal Robert Francis Prevost como León XIV, lo que consolida su legado de cara al presente y futuro de la Iglesia.

Analicemos los números: del total de 252 cardenales que tiene hoy la Iglesia Católica, 135 son electores. Y lo más interesante es que sobre los electores 109 fueron nombrados por Francisco, es decir, el 79%. Cuatro de cada cinco cardenales que votaron en este cónclave fueron nombrados por él por lo cual la elección de un perfil como el de León XIV no debería sorprendernos (tanto).

Con un claro criterio de mayor dispersión geográfica en cuanto a la procedencia de los purpurados y de menor peso de los principales países, teniendo en cuenta cónclaves anteriores, Francisco dejó en claro que los cardenales tienen que expresar la universalidad de la Iglesia y no solo de las conferencias episcopales con mayor peso por su historia o sus aportes económicos a la Santa Sede.

Un segundo elemento distintivo que sobrevoló la segunda mitad de su papado es la “tercera guerra mundial a pedacitos” que ya en el 2021 pronosticó frente a los conflictos que se desataron en distintas partes del mundo algunas regiones de África como  el norte de Nigeria, el norte del Congo, Myanmar y los rohingya- y que tuvo su punto máximo con la guerra entre Rusia y Ucrania. “Pero el peligro es que solo veamos esto, que es monstruoso, y no veamos todo el drama que se está desarrollando detrás de esta guerra, que tal vez de alguna manera fue provocada o no evitada. Y registro el interés por probar y vender armas. Es muy triste, pero al final es lo que está en juego” señaló en una entrevista a la revista Civittá Cattolica en el 2022 en uno de los tantos llamados denunciando el negocio de la industria armamentista que atenta contra la paz. No por casualidad fue la palabra mas mencionada por el papa León XIV al dirigirse por primera vez a los fieles en la Plaza San Pedro.

Papa Francisco también puso la voz y el cuerpo para denunciar el olvido de las raíces cristianas de Europa, un continente que desconociendo su propia historia está renegando de su pasado y no sabiendo cómo afrontar realidades como el arribo masivo de inmigrantes, la secularización de su cultura y la natalidad en baja. Al igual que sus predecesores, alzó la voz a lo largo de estos años para arengar a Europa a recuperar la mística de los padres fundadores y redescubrir sus valores fundacionales que la saquen de la crisis en la que está sumida.

Francisco fue el pastor que el Espíritu Santo quiso para el momento histórico en el cual fue elegido y en el cual tuvo que llevar adelante su misión de líder universal. Su impronta  jesuita y latinoamericana hizo de su figura un ejemplo de cercanía, sencillez y empatía con los excluidos, descartados e invisibles de la sociedad. En síntesis, como sucesor del apóstol Pedro Francisco fue el papa de todos.

*Federico Walsh es ex Secretario de Prensa del Cardenal Bergoglio, Argentina.


 

Más notas sobre el tema