La cultura que necesitamos para una democracia transformadora – Por Cándido Grzybowski

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La cultura que necesitamos para una democracia transformadora

Cándido Grzybowski

Normalmente evaluamos las democracias desde una perspectiva casi exclusiva de la política actual y el poder estatal, incluido el Congreso. Personalmente, he destacado la economía que aprisiona el poder estatal y el papel estratégico que la sociedad civil y la ciudadanía activa pueden desempeñar en la disputa por la hegemonía, como nos recuerda Gramsci. Pero es necesario considerar la cuestión cultural, cuyo papel decisivo recae fundamentalmente en la sociedad civil, pues tiene que ver con la solidaridad, con los valores éticos del cuidado, de la convivencia y del compartir, entre todos y la naturaleza. [1]

Me refiero a la cultura del consumo, que es fundamental para el capitalismo. Fue José (Pepe) Mujica quien me hizo pensar en esto en un artículo reciente, al que tuve acceso ahora, después de su muerte. Tu reflexión me parece fundamental. Fue guerrillero tupamaro en su juventud y luchó contra la dictadura militar en Uruguay,   con esa inspiración central de la revolución en Cuba y la instalación de un régimen socialista. Por ello pasó 12 años en prisión, la mayor parte de los cuales pasó en régimen de aislamiento. Pero cambió mucho y se convirtió en un referente fundamental con su forma sencilla de vivir junto a su pareja en una finca en las afueras de Montevideo. Incluso durante el período en que fue elegido senador y presidente de Uruguay, nunca abandonó la finca y su Escarabajo, con un estilo de vida sencillo y sobrio.

En el artículo que leí, Pepe Mujica afirma claramente lo siguiente: «Un sistema social capitalista no se trata solo de relaciones de propiedad; es también un conjunto de valores compartidos por la sociedad. Estos valores son más fuertes que cualquier ejército y son la fuerza principal que mantiene vivo al capitalismo hoy en día». Un poco más abajo continúa: «La lucha es por una sociedad autogestionada, para que aprendamos a ser nuestros propios jefes y a liderar nuestros proyectos comunes. (…) Queríamos hacer lo mismo que el capitalismo, pero con más igualdad». Y concluye que necesitamos una nueva cultura, una nueva ética. [2]

Y en otro artículo, de César G.Galero, en memoria de Pepe Mujica, el autor muestra el regreso al tema de la lucha cultural. Según él, Mujica quería darle sentido a la vida, al defender un modo de vida no regido por el mercado y el consumismo, fundamentales en el capitalismo. Por eso Mujica afirmó que “…sólo quien se rinde es derrotado”. En sus propias palabras, habría afirmado: «Cuando queda claro que cometimos un error, simplemente digo: Cometí un error, metí la pata. No debemos mentir. Porque es necesario cultivar la confianza». [3]

Todo esto se refiere a nuestros análisis y visiones aquí en Brasil, incluso las que dominan la propia izquierda. La pregunta que debemos hacernos es hasta qué punto nuestra manera de ver está contaminada por el desarrollo capitalista como condición para combatir la vergonzosa desigualdad y pobreza que tenemos. ¿Podría este camino transformar nuestra economía, nuestra política y nuestra sociedad en una democracia ecosocial más poderosa?

He estado publicando una serie sobre el mantra del desarrollo. También sobre el arrinconamiento de la democracia, por el tema “mercado” de Faria Lima, el agrobusiness, la Petrobras y las grandes obras como si no tuviéramos alternativas. Incluso la política practicada por el Ministerio de Hacienda y el Banco Central se está rindiendo al mercado en este gobierno de Lula III. Sin duda, crea empleos precarios y fomenta el llamado “espíritu emprendedor” y, en parte, distribuye el ingreso y el acceso al consumo. ¿Pero de qué calidad y, sobre todo, con qué impacto sobre la integridad de la naturaleza y el cambio climático? Como afirmó Pepe Mujica, no estamos cambiando las condiciones para una democracia transformadora, de igualdad de derechos en la diversidad.

Reconozco que tenemos movimientos y redes de ciudadanía activa virtuosa. Pero no son hegemónicos ni son una prioridad para el gobierno ni para el Congreso. La existencia de Consejos de representantes de organizaciones en torno a algunas políticas no indica que estemos en una democracia participativa. Además, tenemos una ola de movimientos de extrema derecha con   raíces fuertes y amenazantes en casi todos los países democráticos. ¿Hasta dónde y cuándo? Tenemos que diagnosticar todo esto como límites a una democracia transformadora. Corresponde fundamentalmente a los sectores organizados de la ciudadanía enfrentar el mercado y el consumismo como condiciones para cambiar esta situación. Las acciones específicas en situaciones de desastre no son suficientes, pero sin duda son necesarias. Tenemos que mirar y emprender una estrategia libre de la dictadura del mercado y su consumismo.

*Doctor por la Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne) y realizó estudios posdoctorales en el University College de Londres. Es director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE) de Río de Janeiro desde 1990, miembro del Comité Organizador del Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre (2001-2005) y miembro de la Secretaría Internacional del FSM.

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