Superdomingo electoral en Argentina: entre la fragmentación política y la crisis de representación
Emilia Trabucco*
El domingo 11 de mayo, las provincias argentinas de Salta, Jujuy, San Luis y Chaco celebraron elecciones legislativas provinciales. Los oficialismos locales lograron retener el control de sus legislaturas, en un contexto de baja participación ciudadana y fragmentación política. Estos resultados deben analizarse en el marco de una profunda crisis de representación y un gobierno nacional que avanza en la desintegración de un proyecto nacional y el empobrecimiento de las mayorías.
La jornada electoral evidenció una baja significativa en la asistencia ciudadana a las urnas: en Chaco votó solo el 51% del padrón, en Jujuy el 65%, en San Luis el 60% y en Salta el 59,7%. Comparado con las elecciones de medio término de 2021 (que ya habían registrado una baja en la asistencia), la participación cayó un 14% en Chaco, 5,5% en Jujuy, 5% en Salta y 12,5% en San Luis. Este fenómeno parece inscribirse en una profunda crisis de legitimidad del sistema político, donde las estructuras partidarias tradicionales se fragmentan y la ciudadanía descree de las lógicas de la democracia liberal.
En cuanto a los resultados, los gobernadores en funciones lograron retener el control de sus legislaturas, lo que los coloca en una posición de relativa fortaleza local, manteniendo una relación de cercanía o apoyo con el gobierno nacional de Javier Milei. En Chaco, el gobernador Zdero integró en su lista a candidatos de La Libertad Avanza, lo que permitió que la fuerza en posición de gobierno festejara los resultados como propios; en Salta el partido de Milei festejó el triunfo dela capital; en San Luis no fueron a elecciones con sello propio. El otro denominador común fue un pobre desempeño electoral de los candidatos del PRO.
El gobierno nacional salió públicamente a festejar lo que consideran un triunfo en los principales centros urbanos de algunas provincias y el avance de su despliegue territorial de la mano de Karina Milei, aunque en la previa minimizó la importancia de estos comicios, enfocando su atención en la elección de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el próximo domingo. Esta actitud responde a un proyecto unitario y presidencialista, que prioriza la capital porteña, donde se dirime la interna por la conducción de la derecha argentina entre el PRO y La Libertad Avanza, personificada en la disputa entre Milei y el ex presidente Mauricio Macri, que han profundizado la guerra mediática.
Mientras tanto, el Ejecutivo avanza en su programa de profundo desfinanciamiento de las provincias, que aumenta el malestar de los gobernadores pero que genera un terreno propicio para extorsionar o promover las prebendas a cambio del apoyo que los mandatarios están dispuestos a dar al gobierno nacional para avanzar en su programa de ajuste, extractivismo y empobrecimiento.
La incapacidad de los partidos tradicionales para conectar con las preocupaciones reales de la población y la continua fragmentación política, sumada a una crisis económica aguda, aparecen como los elementos de una transformación estructural y acelerada, donde la política se redefine fuera de las estructuras partidarias tradicionales. Las redes sociales y la política mediática están sustituyendo a las urnas y a la democracia representativa, entendida en sus formas tradicionales.
El gobierno nacional parece entender el contexto, como brazo de maniobra de los poderes económicos extranjeros que controlan las nuevas tecnologías de la comunicación, y que promueven el uso de las plataformas digitales como espacio de pseudo-intervención política. El presidente Milei ha intensificado sus apariciones mediáticas: la reciente entrevista de seis horas en el streaming «La Misa» de uno de los dirigentes de sus milicias digitales, el “Gordo Dan”, es un ejemplo de cómo el presidente busca imponer una narrativa propia, en la que las antinomias, la sobreinformación falsa y los relatos “enloquecedores” se multiplican sin cesar.
Allí profundizó sus ataques a periodistas y, entre otros temas, anunció una obra de teatro, “Juicio al capitalismo” que protagonizará como abogado defensor, en el Muro de Berlín, que además recaudará fondos para el Hospital Garrahan, que él mismo desfinanció. El mismo día, frente a empresarios en el Latam Forum, afirmó que la explotación laboral no existe, en un país donde la clase trabajadora argentina sufre la peor caída del poder adquisitivo del salario mínimo en 30 años, con un gobierno que pisa paritarias homologadas y empresarios de la especulación financiera que maximizan sus ganancias.
Esta dinámica de contaminación o “ruido” mediático se convierte así en un obstáculo para la construcción de una verdadera agenda política que aborde los problemas reales de la población, abonando el individualismo, la fragmentación de las organizaciones populares, desconectando a las dirigencias de sus representades, y dificultando la posibilidad de articular una fuerza política capaz de oponerse al programa antipopular en posición de gobierno.
El peronismo, como identidad política histórica de las mayorías trabajadoras, se desdibuja en medio de internas partidarias y una lentitud para “reordenarse” frente a los vertiginosos cambios estructurales y un gobierno que avanza en la destrucción de derechos y garantías constitucionales, que lo ha identificado como su principal enemigo. Los ataques a su principal dirigenta, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y los intentos de proscribirla -el proyecto de Ficha Limpia que fue rechazado por un voto en el Senado, que apunta directamente a eliminarla de la contienda electoral- forman parte de la estrategia, operando sobre dificultades internas del propio espacio político.
En síntesis, estas elecciones legislativas arrojan elementos para comprender el proceso de profunda crisis de representación política, fragmentación de los partidos tradicionales y un gobierno nacional que triunfó en las elecciones de 2023 sin armados políticos propios ni estructuras propias en el país, pero que hoy festeja su expansión y penetración territorial, impulsado por el salvataje político del FMI que le dio el esperado respiro, y los anuncios del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, de blanqueo ilegal de dólares.
Este contexto pone en evidencia las profundas modificaciones políticas en tiempos de crisis total, donde las plataformas digitales parecen transformarse en el nuevo espacio de lo público, una nueva ágora de pseudo-participación, frente a una ciudadanía descreída de la política, que muestra su descreimiento ausentándose en las urnas o volviendo a apostar por sus propios verdugos, a la espera de la reconfiguración necesaria de un espacio político que los represente en su propio nombre.
* Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU