Teología de la Liberación: desde Camilo Torres al Papa Francisco – Por Carlos Ramírez

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Teología de la Liberación: desde Camilo Torres al Papa Francisco  

Por Carlos Ramírez*

En 1959, la Revolución cubana rápidamente contagió al continente y atizó las luchas sociales en favor del socialismo. Esto también llegó a sectores del cristianismo comprometido con la causa popular.

Con la motivación ocasionada en el mundo cristiano a raíz de la Encíclica Papal de Pablo VI, titulada “POPULORUM PROGRESSIO” (publicada el 26 de mayo de 1967); se realizó en 1968, en Medellín, (Colombia) la 2da Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Las conclusiones de la conferencia de Medellín incorporaron una profunda reflexión política y plantearon, de manera directa, la opción preferencial por los pobres y el compromiso cristiano por la liberación frente al sistema de dominación.

Como antecedente de este hecho histórico, dos años antes de la conferencia de Medellín había sido asesinado en combate el padre, el sociólogo y también comandante Camilo Torres Restrepo. Camilo -como cantaría Alí Primera- unió en sus manos el fusil y el evangelio, eliminando la falsa dicotomía entre el cristianismo y el marxismo, y declarando el Amor Eficaz como el principio de toda vida en Cristo.

Estos gérmenes, permeados de revolución, permitieron el encuentro de un basto sector social, popular e intelectual, que impulsaría en Colombia y toda Nuestramerica, la Teología y la Filosofía de la Liberación, la Educación y la Comunicación Popular. Un entramado de práxis liberadora, sumamente poderoso para la disputa ideológica y cultural.

Ante el avance revolucionario y de la conciencia popular, el imperio gringo no se quedaría mirando desde la baranda la pérdida de su “patio trasero”.

En 1969, durante la presidencia de Richard Nixon, se realizó el Informe de Nelson Rockefeller sobre América Latina, doctrina que buscó identificar los riesgos frente al avance comunista para la dominación de los Estados Unidos, y en la cual se hacían una serie de “recomendaciones” para la retoma del control del continente.

Sobre la iglesia y el mundo cristiano, el Informe Rockefeller identificó que: “Las comunicaciones modernas y el acrecentamiento de la educación han provocado una agitación entre la gente que ha tenido tremendo impacto sobre la Iglesia, haciendo de ella una fuerza dedicada al cambio revolucionario, si fuese necesario. (…) En verdad, la Iglesia puede estar en una posición algo semejante a la de los jóvenes con un profundo idealismo, pero como resultado de ello en algunos casos, vulnerable a la penetración subversiva, pronta a llevar a cabo una revolución, si fuese necesario, para poner fin a la injusticia”.

En ese documento, que se convirtió en el plan de trabajo gringo en el continente, se propuso contrarrestar la influencia de la Iglesia liberadora con otro tipo de iglesias o sectas protestantes más afines con los intereses de los EEUU en el continente.

Por esa misma época, en Colombia se logró impulsar un gran movimiento cristiano ecuménico inserto en la lucha popular. Movimientos claves como Golconda o las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), así como el vínculo con la insurgencia armada de referentes religiosos como Camilo Torres o Manuel Pérez, son ejemplos de un cristianismo vivo, rebelde y que resultó fundamental para afianzar la espiritualidad de lucha del pueblo colombiano y nuestroamericano.

Como ordenó Nelson Rockefeller en su informe, el destino de gran parte del movimiento eclesial de base en Colombia fue ser acribillado por la violencia genocida del Estado. Las y los cristianos que practicaban el Amor Eficaz fueron asesinadxs, desaparecidxs, desplazadxs, silenciadxs. Mientras, la institucionalidad eclesial cumplió con su esencia de ser instrumento de dominación. La siembra de iglesias fundamentalistas logró consolidarse como un gran poder contrainsurgente que hoy le apuesta a los extremismos, a la xenofobia, al patriarcado, a la homofobia.

La llegada del Papa Francisco supuso un respiro para el movimiento social y popular de Nuestramérica y el mundo. Si bien podemos suponer que Francisco fue puesto allí para lavar la mala -y cada vez más desprestigiada- cara de la institucionalidad católica, en ese viejo estilo gatopardista de hacer cambios para que nada cambie, también es cierto que Francisco nos sirvió de aliento a favor de las luchas populares.

Sus proclamas en favor de la “Tierra, Techo y Trabajo” como derechos; su denuncia directa al capitalismo como responsable de la crisis ambiental, social y económica que golpea al planeta; su defensa de Palestina y la denuncia frente al sionismo genocida; su apuesta por el reencuentro con un Dios y un Jesús de la vida y la justicia, son elementos que nos permitieron llamar “compañero” al Papa Francisco.

Estamos lejos de creer que la iglesia (la institución), es capaz de romper con su esencia colonial y patriarcal. Son un instrumento de dominación. Pero al mirar nuestra historia y el presente, reafirmamos la importancia de reconstruir la iglesia (la comunidad de fe) de las y los pobres, la comunión que se hace praxis revolucionaria.

La Liberación sigue siendo un instrumento vivo que ha sido fuertemente golpeado por el peligro que representa para el imperio. Pero aún resulta sumamente poderosa para reencontrar la espiritualidad de los pueblos con la misión de emancipación, con el deber de la Liberación.

Para que una revolución sea verdadera, exige una cultura y una espiritualidad revolucionarias. Como militantes de movimientos sociales en el continente, nuestro reto es recuperar el tejido social y fortalecer en él las espiritualidades liberadoras. Debemos ser testimonio del espíritu, el aliento y el fuego interior que hace fuerte a nuestras luchas. La mística revolucionara está en volvernos una comunidad que vive, que trabaja y que lucha junta por la vida y la justicia social hasta las últimas consecuencias.

Como diría Camilo, el deber de todo cristiano es ser revolucionario y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución.

*Carlos Ramírez es integrante de la coordinación del Proceso Nacional de Comunicaciones del Congreso de los Pueblos.


 

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