Uruguay apuesta por industria forestal pese a contaminación

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Uruguay apuesta por industria forestal pese a contaminación

Ramiro Barreiro

Viajar por el interior de Uruguay es encontrarse con un paisaje repetitivo de soja y eucaliptos. Donde acaban los bosques de una empresa empiezan los de otra. Las líneas paralelas de eucaliptos forman oscuros corredores, donde los árboles crecen durante aproximadamente diez años antes de ser talados, pelados y cargados en enormes camiones para su procesamiento.

En 2023, más de 1,1 millones de hectáreas estaban dedicadas a monocultivos de eucalipto y pino, aproximadamente 6 % de la superficie de Uruguay. A medida que aumenta la preocupación por los daños medioambientales asociados a la industria de la celulosa y el papel de Uruguay, aparecen en el horizonte planes de expansión.

En 2024, la celulosa se convirtió por primera vez en el principal producto de exportación del país, superando a la carne vacuna. Representó 20 % del total de las exportaciones anuales de Uruguay, generando unos ingresos de más de 2500 millones de dólares.

Solo dos empresas dominan el mercado: la finlandesa UPM, con dos plantas, una en el departamento de Fray Bentos y otra en el de Durazno y Montes del Plata, con sede en el departamento de Colonia, en el suroeste de Uruguay.

China fue el principal destino, recibiendo 42 % de las exportaciones uruguayas de celulosa. Dialogue Earth habló con Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay: “China es un socio clave en este y otros productos, pero especialmente en el caso de la celulosa, y el potencial para un mayor crecimiento de la producción de celulosa”, afirma.

En sus últimos planes de mitigación del cambio climático —presentados a la ONU en 2024 y que abarcan hasta 2035—, Uruguay declara su intención de aumentar la superficie de plantaciones forestales en20%  de la superficie total registrada en 2020.

También prevé mantener la misma superficie de “tierras de bosque nativo” registrada en 2012 (aunque existe una falta de acuerdo general sobre cómo definir este término).

La presidenta de la Sociedad de Productores Forestales (SPF) de Uruguay, Lucía Basso, sostiene que “hay espacio para más” plantaciones de eucalipto. Basso espera que el país alcance los 1,8 millones de hectáreas forestadas en 2050.

El sector forestal uruguayo, motor de la política

El sector forestal uruguayo se vio impulsado en 2005, cuando Uruguay cerró un acuerdo con UPM (entonces denominada Botnia) para la construcción de una planta de celulosa. Así nació la primera planta de celulosa en la costa del río Uruguay, situada en el departamento de Fray Bentos, en la frontera occidental del país con Argentina.

“El desarrollo de esta industria es el resultado de una exitosa política de estado, conocida como la Ley Forestal”, explica Bartesaghi, “que junto a otras políticas que son las zonas francas y los puertos libres han permitido captar inversiones en el sector por varios miles de millones de dólares”, añade.

La Ley Forestal de 1987 ha impulsado el sector de diversas maneras. Habilitó subvenciones y exenciones fiscales, definió los suelos de prioridad forestal, que en general, se trata de suelos productivos para fines agrícolas aunque sí permiten la ganadería de pastizal que caracteriza al país.

También estableció la necesidad de un aval de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca para que un proyecto de plantación pueda seguir adelante (las nuevas plantaciones de entre 40 y 100 hectáreas deben registrarse ante el gobierno y los proyectos de más de 100 hectáreas deben superar un proceso de autorización medioambiental antes de su establecimiento).

En junio de 2023, se inauguró la segunda planta de celulosa de UPM en Uruguay. Ubicada próxima a la ciudad de Paso de los Toros, la planta recibe 1300 camiones de troncos e insumos químicos por día y puede producir 2,1 millones de toneladas de celulosa por año.

Los troncos se trituran en lo que se denomina “chips”, luego se cuecen a presión y se someten a un lavado intenso.

Para ello se utilizan 129 millones de litros de agua al día, que se devuelven al río Negro después de diez ciclos. Luego, la pulpa viaja a los puertos de Montevideo y Nueva Palmira en un tren de carga que comenzó a funcionar en 2024, y sale del país.

Contaminación forestal

Incidentes recientes, como el vertido de ácido sulfúrico en la planta de UPM en Fray Bentos a mediados de marzo, están suscitando preocupación por el impacto medioambiental de la industria de la pasta y el papel de Uruguay.

Paso de los Toros acumuló 11 sanciones durante su construcción y el Ministerio de Ambiente le impuso multas por cada una de ellas. A esto han seguido tres incidentes desde su inauguración, entre ellos vertidos de soda cáustica (investigados por el ministerio en septiembre de 2023) y celulosa en cursos de agua.

En 2017, Daniel Panario, investigador científico de la Universidad de la República (Udelar) de Montevideo, fue coautor de un informe en el que se analizaba el proyecto Paso de los Toros de UPM para Serpaj, una ONG de derechos humanos.

Más allá de la contribución que estos proyectos de forestación pueden hacer a la captura de carbono, el informe pone de relieve sus efectos negativos. Por ejemplo, la demanda de agua de los eucaliptos, que no son autóctonos de Uruguay, puede generar desequilibrios hídricos en los suelos del país, lo que reduce la cantidad de agua que fluye a los acuíferos para alimentar los ciclos hídricos locales.

Según Panario, otro problema son las raíces de los eucaliptos, que se extienden horizontalmente y compiten por el espacio. Esto añade una barrera al movimiento de la materia orgánica a través del suelo, lo que acelera su acidificación.

Panario también señala que, más allá de los vertidos de la planta, el agua contaminada vertida desde Paso de los Toros contribuye a densas floraciones verdes de cianobacterias en el río Negro: la contaminación aumenta la disponibilidad de nutrientes en los cuerpos de agua, lo que está alterando los ecosistemas acuáticos.

Esto ha provocado, por ejemplo, grandes depósitos de cianobacterias en las playas de Palmar, un destino turístico.

“Tenés que cerrar la ventana, te cuesta concentrarte. Te vas a sentar a estudiar y sentís el olor”, cuenta el veterinario Juan Aguirrezabala, quien vive hace siete años en Palmar y asistió en las autopsias de algunos animales muertos que aparecieron en los campos de la zona luego de beber agua del embalse.

Dialogue Earth se puso en contacto con UPM en relación con el vertido de ácido de Fray Bentos y su posible contribución a la proliferación de cianobacterias. La empresa remitió estos asuntos a las autoridades medioambientales.

El Ministerio de Ambiente comunicó que UPM aún está dentro del plazo para responder a su solicitud de información sobre el último incidente. Dice que no se descartará una fuerte sanción si se detectan irregularidades.

En su sitio web, UPM comparte información sobre la sostenibilidad de su negocio. Afirma que 40 % de su tierra se destina a actividades ganaderas, conservación de recursos naturales e infraestructuras. Describe cómo su producción utiliza un sistema de economía circular, con un control constante del agua y medidas para minimizar el impacto medioambiental.

Consecuencias comunitarias

Edgardo Gutiérrez Lavié, concejal del Partido Nacional en Paso de los Toros, sostiene que los residuos que quedan en la ciudad son importantes. Dice que puede ver la planta al otro lado del río desde la puerta de su casa, pero también puede sentirla: hay un “olor rancio” en el aire, y “un zumbido constante” procedente de las chimeneas.

“Hay problemas respiratorios, de vista, de secreción nasal”, añade. “Hay muchas cosas que están contaminando porque lo que larga esa chimenea no es solo humo [ordinario], son cantidad de tóxicos”, considera.

En los informes presentados a la comisión de seguimiento, UPM afirmó que “no se han constatado contingencias ambientales de relevancia asociadas a la matriz aire”.

UPM también dijo que no había recibido muchas quejas. No obstante, la empresa reconoce que “sí se han registrado superaciones a los límites diarios establecidos [de vertido químico] y una frecuente ocurrencia de venteos de gases olorosos diluidos, especialmente durante los primeros meses de operación”.

Gutiérrez Lavié afirma que el proyecto de la pasta de celulosa le ha creado otro problema, en su finca ganadera. Cuando se talan los eucaliptos, surgen animales salvajes desplazados, como zorros, caracaras y jabalíes, que se aprovechan de su ganado.

Una de sus ovejas fue atacada por lo que él cree que era un zorro, basándose en las mordeduras. Ese mismo zorro puede ser uno de los muchos que se ven a los lados de las rutas y caminos.

En su terreno del departamento de Tacuarembó, a 50 km de Paso de los Toros, Gutiérrez Lavié revisa a sus ovejas heridas. Cree que un zorro las atacó tras ser desplazado por la actividad forestal. Imagen: Eitan Abramovich / Dialogue Earth

Un zorro muerto en las afueras de Durazno, aproximadamente a 60 km al sur de Paso de los Toros. Gutiérrez Lavié afirma que la fauna silvestre, incluyendo zorros, caracaras y jabalíes, se ve desplazada cuando se talan plantaciones forestales y como consecuencia atacan al ganado. Imagen: Eitan Abramovich / Dialogue Earth

Mientras tanto, los manifestantes en las reuniones de la intendencia han estado exigiendo viviendas para las 12 familias del asentamiento de “La Balanza”. Afirman que estas familias fueron excluidas de la entrega por parte de UPM de 60 viviendas el Estado en 2023, entre casas de material y módulos habitacionales que antes fueron albergue de los obreros que levantaron la planta.

Uno de estos peticionarios es Lucas Correa, de 84 años, que también lamenta la falta de puestos de trabajo creados por UPM.

Asegura que «mucha gente que estaba en el asentamiento con nosotros vino de otro lado en la búsqueda de trabajo por UPM, pero hoy las plazas laborales de acá son dadas por el municipio y después mucha gente va heredando trabajos de los padres. Y los demás vivimos de changas o se van a otro lado a trabajar. Está dura la mano”.

La demanda de viviendas y puestos de trabajo en Paso de los Toros contrasta con lo que ocurre en la ciudad de Durazno, la capital del departamento, a unos 60 kilómetros al sur. En Durazno viven muchos de los que se desplazan a diario para trabajar en la planta de Paso de los Toros, y el mercado inmobiliario es fuerte allí.

Lucas Correa (derecha) y sus vecinos protestan frente a la intendencia de Paso de los Toros. El grupo representa a 12 familias locales que han sido ignoradas para la reasignación de viviendas de UPM que fueron donadas a la ciudad. Imagen: Eitan Abramovich / Dialogue Earth

El intendente de Durazno, Carmelo Vidalín, destaca la instalación de un nuevo vivero de UPM y la llegada de 15 empresas de transporte, que entre todas generan unos 600 puestos de trabajo vinculados a la fábrica.

Añade que viene defendiendo que la red de trenes de mercancías de UPM se habilite también para otras mercancías, y para pasajeros. Vidalín admite, sin embargo, que “los resultados en general han sido negativos en lo que tiene que ver con contaminación”.

Afirma que siempre ha recibido buenas respuestas de UPM y de las autoridades nacionales durante los incidentes de contaminación.

Henry Rosano vive a 200 metros de las vías del tren en Durazno. Es uno de esos choferes que durante la construcción estuvo 100% abocado a UPM y aún aprovecha la actividad de la planta. Sin embargo, prefiere la cautela. Cree que UPM “dio mucho trabajo a la gente”, pero afirma que el principal beneficio —la planta de celulosa— no favorece a los uruguayos.

Rosano propone hacer un balance dentro de 40 o 50 años para saber “si valió la pena o no”. Y concluye: “Eso lo sabrán los que vengan después de nosotros”.

IPS Noticias


 

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