Argentina: Cristina Kirchner, Horacio González, las “cárceles de aturdimiento” y el “tribuno de la plebe” – Por Emilia Trabucco

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Argentina: Cristina Kirchner, Horacio González, las “cárceles de aturdimiento” y el “tribuno de la plebe”

                                                                                                                          Por Emilia Trabucco *

Un 22 de junio de 2021 Argentina despedía a Horacio González, uno de los intelectuales más importantes del campo nacional y popular argentino, Director de la Biblioteca Nacional y fundador de Carta Abierta. Murió de COVID, dejándonos plasmadas las últimas líneas de su pensamiento en “Humanismo, impugnación y resistencia”. Quizás casualidades (o causalidades?) de la historia: la muerte y la deshumanización se volvieron por esos días imágenes normalizadas, haciendo de la pandemia el preludio y el fenómeno catalizador de un tiempo actual atravesado profundamente por la crueldad que González supo vislumbrar.

En un mundo inmerso en una crisis multidimensional y crecientes hipótesis sobre una tercera guerra mundial con escenarios devastadores, la Argentina enfrenta su propia batalla, la injusta detención de Cristina Fernández de Kirchner y el sistemático ataque mediático-digital contra su figura, desplegado con el fin de ocultar las masivas movilizaciones populares en su respaldo. Todo esto ocurre en el marco de una profunda crisis económica y de una ofensiva comunicacional que busca sembrar confusión e inmovilismo. Ante esta realidad, se vuelve urgente disipar la neblina desinformativa para abrir un tiempo de reflexión crítica y recuperar el legado de quien fue —y aún es— un custodio de la inteligencia colectiva, promotor incansable del pensamiento rebelde y de la praxis política transformadora.

Horacio González hablaba de “cárceles conceptuales mediáticas, de simulacro y aturdimiento”, de las que era necesario desligar el juego institucional (“que hay que renovar”). Justamente recuperó esta idea en un artículo que escribió para La Tecl@ Eñe, el 8 de marzo de 2021, titulado: “Cristina y la percepción del poder”[1], luego del alegato que Cristina Kirchner, en ese entonces vicepresidenta, expuso frente a los Tribunales en el marco de la causa “Dólar Futuro”[2], -de la que fue sobreseída-, una de las más de 600 causas armadas en su contra.

González, en un escrito que urge retomar una y mil veces en este contexto, comparte una extensa reflexión sobre el poder, la democracia, la legitimidad, la ley, la (in)justicia. Historiza y abre interrogantes en tiempos de aturdimiento. Habla de un “poder furtivo, pero con sus estamentos bien clavados, que ahora podría llamarse “complejo financiero, comunicacional y jurídico”, que se separan de la “división de poderes”. Recupera la afirmación de Cristina sobre el límite del poder del Ejecutivo (que ella define con un pobre 25%, cuánto mucho, en relación a las corporaciones), pero profundiza y agrega que “el poder que se divide es el poder tranquilo, dialoguista, comprensivo. El otro no tiene límites ni los conoce, procede por impulsiones cavernosas, lenguajes cifrados”.

En la misma línea, Cristina en su alegato, al definir el Lawfare, expresa: “no es solamente la persecución desde el poder judicial, es además la articulación con los medios de comunicación”. La ex presidenta comienza su alocución exigiendo conocer las caras a los jueces, y denuncia la negativa del Tribunal a otorgarle su derecho a asistir personalmente y con presencia de los medios de comunicación para su publicidad. Denuncia además que la primera fecha de citación que le llega de los jueces es el 1 de marzo, día de apertura de las sesiones legislativas, donde ella como vicepresidenta, según la Constitución, debía presidir la Asamblea Legislativa y presenciar el informe del jefe de Estado.

En palabras de Kirchner en su alegato: “todas estas cuestiones van abonando el camino de lo que hemos decidido en esta causa de dólar futuro denominarla como un leading case, no solamente en materia de Lawfare sino también en intromisión y manipulación del Poder Judicial en los procesos electorales y en la política en general en la República Argentina”.

Horacio González retoma estos elementos para adentrarse en el corazón de los problemas de nuestra época, despejando los síntomas, radicalizando los interrogantes y también las respuestas. Se pregunta por esas viejas instituciones políticas llamadas “Supremas”, provenientes de una transformación del espacio público aún en curso, en tiempos de intento de aniquilación permanente de nuestras individualidades autónomas, “muñecos articulados por piolines manejados por polichinelas aún más supremos”.

Nuestro pensador advierte -ya en 2021- que vivimos en una nación atravesada por un «monólogo infinitamente proliferante», sin un sujeto que articule sentido. Entre «la ilusión del hacker» y «las promesas de la billetera electrónica», entre el “hedonismo publicitario y la negación a dejarnos ser felices por nuestra propia iniciativa”, afirma, se debilita la posibilidad de sostener viejas formas de soberanía.

Y allí se pregunta: “¿Quién, qué nos desafía a que lo veamos y le pongamos nombre a lo que mueve todo el cordaje?” Y nos permitimos transcribir la cita textual, pues aquí parece residir el nudo gordiano: “Es la voz incólume, la palabra final, el juicio en última instancia de carácter ontológico que transita por los medios de comunicación, que se ramifican en distintas tipos de comunicaciones, incluso creciendo no solo por la llamada conectividad sino por la repartición molecular de segmentos de palabras que vienen de millares de terminales donde uno que duerme reemplaza al que recién se levanta, usuarios muchas veces suscriptos a los diarios con nombre de fantasía, representando la utopía ausente de sí mismo”.

González describe con crudeza los avatares de una democracia descompuesta. Sus palabras retumban con una claridad actualizada, tras la consumación de una estrategia de poder objetivada y descargada con violencia sobre la figura de Cristina, hoy presa. Arroja luces sobre la polarización social frente a este hecho, la mal llamada “grieta” que los mismos poderes fácticos generan en las filas de las mayorías trabajadoras, que intentan transformar en consumidoras de un espectáculo guionado reproducido al infinito en redes sociales. Horacio invita a pensar en estas cárceles “conceptuales, mediáticas y de aturdimiento”. No preguntarnos por ello quizás significa estar tan presos como Cristina en San José 1111.

Pero frente al pesimismo de la razón, González impone también el optimismo de la praxis política. Invita a pensar nuevos usos de las herencias y legados, a transformar las viejas instituciones políticas para “acomodarse” a otro tiempo, donde “lo humano es un factor experimental”: “un simulacro doble del funcionamiento de las finanzas -el nerviosismo del tiempo futuro- y de la justicia -el juicio instantáneo-”.

Ya en 2021 expresa: “Contra todo esto, nos parece, se dirigió el discurso de Cristina Kirchner mirando a los ojos a un denominado “Juez Petrone”. En realidad, le estaba mirando los ojos a todos los aparatos de comando de una grave anomalía que afecta la sociedad, el deterioro institucional, la creación de nuevos estados materiales de agresividad sistemática con los restos del antiguo estado, y el ultraje hacia la verdad”. Quizás podemos imaginar sus reflexiones, tan necesarias, frente a los hechos recientes.

Propone recuperar “la voz del tribuno de la plebe para cuestionar el peso inútil del papelerío fraudulento”, reconociendo en Cristina el coraje de hacerlo. Podríamos traducirlo -seguramente, a riesgo de simplificar-, en el enfrentamiento entre las “supremas” corporaciones y su “suprema” Corte versus el “tribuno de la plebe”. Mantener vivo el pensamiento de Horacio González es una invitación permanente a abrir horizontes posibles, a seguir construyendo un humanismo crítico, a actuar, sin excusas, “ante los peligros que cada día se ciernen sobre la humanidad”. María Pía López, intelectual continuadora de su obra, agrega: “solo hay porvenir si prescindimos de la renuncia atemorizada que lleva a defender terrenos yermos como si fueran casamatas conquistadas”[3].

La injusta condena de Cristina Kirchner ha aumentado los niveles de conflictividad social en un escenario de profunda crisis económica, ha motorizado múltiples iniciativas de movilización popular en todo el país, en una invitación de la máxima referente a construir más organización, más comunidad. La Plaza de Mayo del 18 de junio del millón de personas fue una gran victoria, frente al ensañamiento con el que buscaron la foto de la humillación de Cristina en los Tribunales de la Infamia. El Banderazo del 20 de junio en Parque Lezama, redireccionado por Cristina desde su casa para evitar la provocación del aparato represivo desplegado por la ministra de Seguridad Nacional Patricia Bullrich, solo unas horas antes, fue otra demostración de conducción de una fuerza social dispuesta a oponerse a la política fascista del gobierno y sus aliados.

Cada enfrentamiento que el pueblo argentino sea capaz de dar en los tiempos que vienen determinarán profundamente el destino colectivo. Son tiempos de grandes reconfiguraciones del escenario político en Argentina. La necesidad de construir tiempos y espacios de reflexión, de circulación del pensamiento crítico, de formación de cuadros integrales, de cuestionamiento a lo instituido se vuelve urgente, en un tiempo en donde es posible visibilizar con mayor claridad que todas las reglas de la democracia como la conocíamos han cambiado, cuando está en juego no solo  el destino de las mayorías trabajadoras en Argentina, sino la misma reproducción de la vida digna de ser vivida.

Cristina despidió públicamente con un mensaje de cariño y reconocimiento a Horacio González aquel 22 de junio de 2021: “Inmensa pena por el fallecimiento de Horacio González, quien fuera director de la Biblioteca Nacional y uno de los intelectuales más destacados de nuestro país. Mis condolencias a su compañera Liliana, familiares y amigos”. Asumir el protagonismo, salir de la inercia deshumanizante, construir alternativas desde el poder popular quizás sea la mejor manera de recoger el legado de uno de los mejores intelectuales -en el sentido gramsciano- que parió nuestra historia, y que alimentó con gran centralidad la visión de una de las más grandes conductoras. Maravillosa combinación del campo nacional y popular argentino y del peronismo como su identidad política histórica.


* Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU

[1] Horacio González (8 de marzo de 2021). Cristina y la percepción del poder. Revista La Tecla Eñe. https://lateclaenerevista.com/cristina-y-la-percepcion-del-poder-por-horacio-gonzalez/

[2] Alegato completo de Cristina Kirchner (4/3/2021):  https://www.pagina12.com.ar/327484-el-alegato-completo-de-cristina-kirchner-en-la-causa-dolar-f

[3] María Pía López (22 de junio de 2025): “Un libro sobre Horacio González a tres años de su muerte”, Página 12. https://www.pagina12.com.ar/746541-un-libro-sobre-horacio-gonzalez-a-tres-anos-de-su-muerte


 

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