Comentario personal sobre la infodemia en tiempos de guerra
Por Orlenys Ortiz
Seguir el minuto a minuto de una guerra, no solo es intensamente demandante en cuanto a tiempo, energía y concentración perspicaz, sino que implica importantes consecuencias para nuestra salud física y sobre todo mental. Si no estás perspicazmente concentrado, en medio del bombardeo de información y desinformación, difícilmente podrás discernir correctamente entre lo que es verídico y riguroso y lo que no.
Entendiendo que la salud mental es un asunto de salud pública y en la guerra mediática la población entera es víctima de esto en múltiples medidas sin contemplación, el esfuerzo y el compromiso con la verdad debe ser mayor de nuestra parte.
Importante: seguir el minuto a minuto NO implica necesariamente «tener que» difundir el minuto a minuto. Creo firmemente (por preservación propia y colectiva) no debemos asumir el modo «breaking news» como un asunto indispensable.
No me refiero a que se elija no informar, sino a informar con criterio responsable y rigurosamente selectivo.
Nota: es distinto para el caso Palestina al tratarse de un genocidio que debemos seguir denunciando activamente.
Hace unos años, cuando inició la Operación Militar de Rusia en Ucrania (2022 -post pandemia-), luego de ver la forma en la que muchos medios y comunicadores difundían a diestra y siniestra cualquier mínima cosa que pasaba, lo padecía como usuaria/pueblo y como comunicadora política.
Como usuaria, porque la infodemia (exacerbada por vivir en tiempos de Internet, plataformas digitales y penetración tecnológica) te sumergía en una lógica de procesamiento mental belicista que -consciente o no- terminaba abstrayéndote de tu cotidianidad habitual y el desenvolvimiento humano de tu propia vida (solo consumes eso, solo piensas en eso, solo haces eso, mecánicamente, enfermizamente), y difícilmente reservas tiempo para enterarte de lo sustancial de fondo, más allá del tormentoso breaking news (y eso es lo que quiere el hegemón guerrerista, que no profundices, que te quedes en la superficie, que no pienses, que solo consumas «informaciones» sin cuestionamiento).
Y luego como comunicadora política, porque en medio de la infodemia, lograr obtener información veraz y rigurosa es todo un privilegio.
En el frenetismo de muchos, prolifera la publicación indiscriminada de «noticias» no verificadas por el afán de ser los primeros para ganar mayor visualización, mayor público, más clicks, más dinero, todo más, más, más, sin detenerse, sin la pausa necesaria para procesar, analizar y discernir.
Ese «método» -para mí- es sinónimo de irresponsabilidad e irrespeto hacia la gente, y algo que eleva exponencialmente la posibilidad de estar contribuyendo con la desinformación.
También es un irrespeto a sí mismos, pero ni lo notan.
¿En qué momento verificas? ¿Cómo es que cedes tu otorgamiento de credibilidad informativa prácticamente a un acto de Fe? ¿Por qué facilitar que logren manipularte?
Y, comprendiendo que hay medios y personas que han forjado credibilidad, que son propiamente fuentes validadas de información, consulta y orientación político-mediática, o medios y perfiles nuevos con buenas capacidades e intenciones, apelo a combatir el exceso de inmediatez, el constante sacrificio de lo importante por lo urgente, y especialmente la flojera o el desdén por los detalles. ¿Y la fuente original? ¿Y el insumo de sustento? ¿Y el rigor?
Procurar no equivocarse es hoy dificilísimo, pero al pasar, es válido reconocer y rectificar los errores que pudieran colársenos, por eso debe existir el cuestionamiento permanente a todo lo informativo que recibimos, procesamos y compartimos para garantizar la veracidad y la pulcritud (si es que nos importa).
A mí, por ejemplo, me hace sentir mal/incómoda/ansiosa cuando me ausento como comunicadora, y es por eso mismo que estoy escribiendo esto, porque aunque siento la necesidad de estar al día con todo y de contribuirles con las informaciones debidas, intento ser amable conmigo misma y combato (muy poco todavía, porque me cuesta) la inmersión absoluta a la que me refiero en este texto.
«Ni tan calvo ni con dos pelucas», dice el dicho.
Todo empeorado con la proliferación de todólogos de Internet y el apogeo de la llamada «Inteligencia Artificial (IA)», ebullición total de la capacidad para mentir.
Pasa igual ahora con la gravísima situación entre Israel/EEUU e Irán. Por un lado, el supremacismo -fake- imperialista que viola el Derecho Internacional cometiendo sistemáticamente crímenes de guerra, llevándonos rápidamente al borde del precipicio, y por el otro, la sublime Resistencia cargada de razón histórica y dignidad, pero guerra al fin.
Somos foco para bien y para mal, de propaganda pura y dura de guerra, con alucinantes avances tecnológicos como agravantes del asunto.
¿Qué defensa tenemos ante eso?
Básicamente, decisiones.
Seamos críticos con nosotros mismos como pueblo, como usuarios y como comunicadores, al exponernos a la información y procesarla, pero también tengamos respeto por nuestra salud, nuestra tranquilidad y nuestros buenos momentos, son necesidades elementales como humanos, en defensa propia.
Nos seguimos viendo en Telegram: t.me/OrlenysOV.
Orlenys Ortiz – Comunicadora Política – @OrlenysOV