Fuentes Seguras. Un hueso duro de roer
Por Gabriel Fernández *
Los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acordaron este miércoles, durante la cumbre que celebran en La Haya, el aumento del gasto en Defensa hasta alcanzar el 5 % del PBI de cada Estado. Desde ya que la presentación de la iniciativa estuvo articulada a partir de la inferencia de tremendos desafíos estimulados por naciones multipolares. A lo largo de la reunión, volvió a quedar claro que la mayor parte de los dirigentes allí congregados, responden a los mismos intereses que vienen damnificando la situación del Viejo Continente; no a sus pueblos.
Esas jefaturas, que nada dijeron cuando una operación norteamericano noruega destruyó el gasoducto Nord Stream, generando dificultades de aprovisionamiento energético sin precedentes, ahora se manifiestan atemorizadas por ataques improbables de las potencias euroasiáticas y asiáticas cuyos modelos necesitan de la convivencia pacífica para el propio desarrollo. Esas jefaturas, que barren bajo la alfombra los crímenes israelíes en Asia occidental, fundamentan su acción pro bélica, además, en la calificación de los emergentes como autocracias riesgosas para la democracia.
La administración norteamericana, hondamente penetrada por el atlantismo, las corporaciones financieras y armamentísticas y los agentes coordinados por la City londinense, no logra orientar el país en sentido productivo; afronta diariamente boicots internos destinados a generar guerras y conflictos donde fuere y como fuere para desarticular las escasas opciones que posee para frenar un camino ruinoso. Esto explica las continuas consultas realizadas entre Trump y sus colegas – adversarios Vladimir Putin y Xi Jingpin. Toda inferencia lineal sobre alineamientos y vertebraciones, puede resultar errónea si no toma en cuenta esos factores.
El ataque que disparó la Guerra de los 12 días fue impulsado por las compañías que gobiernan Israel y mantienen sus garras sobre el aliado americano. Las que bosquejaron hasta el estilo de debate en Davos -enero del año en curso- y el intercambio atlantista presente, en Países Bajos. Son, vale subrayar, las que acaban de impulsar el incremento en los gastos de Defensa. Esa decisión implica, de modo transparente, la desfinanciación de las áreas productivas y sociales de los estados involucrados y un re impulso para el sostén económico de quienes desesperan por bloquear el crecimiento multipolar y mantener el esquema mundial previo, derivado de la hegemonía del Consenso de Washington.
La salida airosa que logró Irán en el reciente litigio, además de evidenciar su potencial en la zona, mostró la solidez de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Sin ruidos innecesarios, esos países -con alguna excepción- sostuvieron aquella prioridad -la Seguridad Regional– que los llevó a crear la entidad. Su evolución los propulsó a configurar un acuerdo estratégico vinculado con la economía, en sus variables infraestructurales y comerciales. Detectaron rápidamente que el hostigamiento del ahora debilitado premier Benjamín Netanyahu iba dirigido contra todos y tenía como objetivo obturar el tramo inicial de la Franja y la Ruta, absorber los recursos petroleros persas, quebrar la comunicación financiera emergente, limitar la cooperación en la elaboración de nuevas tecnologías y desmembrar a los BRICS + forzando contrastes internos.
LAS CLAVES. El modelo argumental es conocido, aunque negado en Occidente. Quien necesita atacar fundado en un interés muy concreto, imputa a su objetivo por pretender hostigarlo. A continuación, pone en marcha un destacado operativo propagandístico y clama a los cuatro vientos el presunto peligro. Enseguida, recorre uno de dos caminos portadores de variantes pero orientados en un sentido: simplemente lo afirma y dice tener pruebas -que nadie conoce- de la futura agresión o genera un impacto de falsa bandera que justifica una réplica acorde.
No es preciso ir muy lejos en la historia. Las salvajes invasiones estadounidenses sobre Irak, en el año 2003 y su equivalente contra Libia, en 2011, fueron forjadas con esos componentes, entremezclados. A su través se desplegó el extraordinario operativo en las Torres Gemelas y el Pentágono, que facilitó en el dramático 2001 aquella intensa campaña comunicacional de denuncia contra naciones, organizaciones y líderes del mundo musulmán y expandió el clima de temor destinado a brindar sostén argumental a las agresiones citadas.
La hegemonía del Consenso de Washington y la labor de los gobiernos amparados en sus zonas de Defensa, Inteligencia y conducidos por las corporaciones financieras, se extendió por el planeta y alcanzó un control general. Ese armado fue empleado, sin que millones lo percibieran, durante la crisis 2008 – 2010. ¿Cómo? Los ductos transmisores de recursos hacia las firmas armamentísticas dependientes del poder centralizado fueron prácticos para canalizar recursos destinados al salvataje de las entidades bancarias.
En conjunto, los gigantescos acuerdos de Defensa y Finanzas empobrecieron al globo, empezando por los países periféricos. Pero, como se ha explicado en estas Fuentes al abordar el proceso de desterritorialización, se difundieron sobre las naciones centrales. Los Estados Unidos y sus aliados básicos en Europa empezaron a ser saqueados a la vista de todos, en beneficio de aquellas compañías que, para sintetizar, se congregan en Davos y ejercen su poder a través de la OTAN. Aunque remanido, el diseño se aplicó ahora en contra de Irán. Tiene mucho sentido porque la destrucción de la Revolución Islámica que gobierna el país desde 1979 implicaría un retroceso para los factores mencionados párrafos atrás. Podría deteriorar el poder multipolar emergente.
Esa enumeración conjugada de elementos permite explicar el motivo de la agresión pero también de los alineamientos. Cómo dejar de indicar que ambos ítems resultan difuminados y falsificados por los mismos medios apuntados -y sus redes- a la hora de plantear “informativamente” los sucesos que se desarrollan en Asia occidental. Si hemos observado, lector, la lógica guerrera bien representada en este caso por Israel, resulta pertinente abordar con franqueza las aproximaciones entre países considerando -como es habitual en esta secuencia- los intereses geoeconómicos de base que disparan cada posicionamiento.
Ver, pensar y comprender: la cháchara sobre el “aislamiento” persa deja de lado los mismos y evita apuntar que la Organización de Cooperación de Shanghái, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y los BRICS +, así como -en específico, si gusta individuar- la República Popular China y la Federación de Rusia, necesitan ahondar, mejorar, los vínculos con el gobierno que lideran el presidente Masoud Pezeshkian y, esencialmente, el jefe espiritual Alí Jamenei. Este segmento es determinante para la absorción del panorama regional y su derivación global.
CON CUIDADO. Sin embargo, una vez que se ponen sobre la mesa los componentes del litigio, es saludable precaverse de la elaboración de proyecciones absolutas que desdeñen variables propias del proceder político humano; ellas surgen cuando menos se lo espera. Los falsos agredidos, empezando por el país que regentea Netanyahu, están armados hasta los dientes y cuentan con un respaldo financiero decreciente pero de singular volumen. Es decir, el proceso transformador que implica la multipolaridad no tiene garantizada su linealidad ni su victoria inmediatas. Lleva bien el balón, cabe situarlo en relieve, pero el césped no es tan parejo como resultaría deseable.
De hecho, los insistentes ataques padecidos por estado y pueblo iraníes -Qasem Soleimani, Ismail Haniya, Ebrahim Raisi, Hassán Nasrallah, las multitudes en los actos evocativos, los científicos especializados en energía nuclear y tantos más- dieron cuenta de dificultades para articular la seguridad y también de la persistente capacidad de daño originada en la tarea de los servicios secretos británicos y sus adláteres norteamericanos. De allí que, al entender de este narrador, el mediano plazo resulte más claro que el tramo reducido, algo no demasiado habitual en la historia humana.
En sintonía, los Estados Unidos denotan ante la opinión pública mundial sus complicaciones y fracturas puertas adentro. El andar del presidente Donald Trump, así como la secuencia de declaraciones en sentidos contradictorios y hasta zigzagueantes, configuran una muestra nítida de la complejidad que afronta ese país y de un quiebre que, tal vez, carezca de solución. Por eso resulta imposible, y temerario, adelantar pronósticos. Hasta ahora, esas corporaciones armamentísticas, sus gobiernos y esos agentes de Inteligencia vienen gestando conflictos a diestra y siniestra para evitar el giro industrialista e inversor -re canalizador de aquellos recursos destinados a la Defensa y las Finanzas-, que demandó en los comicios el pueblo norteño.
La exigencia masiva se prolonga en el tiempo: hace pocas horas se conoció un sondeo según el cual más del 60 por ciento de los norteamericanos rechazan el bombardeo sobre Irán y un consiguiente dentre de su país en el lejano litigio. Es más, algunas cosas se le escapan -derivan- a la elaboración del poder financiero: en conjunción con los medios concentrados, buscó atiborrar las calles con migrantes enojados; lo logró, pero luego no supo como acallarlos, pues las críticas a Trump se enlazaron con las demandas de empleo, salarios y condiciones de vida adecuadas.
Es que la crisis humanitaria -fentanilo y otras drogas, violencia horizontal, desocupación, falta de vivienda, salud y educación públicas- generada en esa nación por el modelo del Consenso se ha intensificado hasta tornarla raquítica. Por tanto, republicanos, demócratas, sindicatos, migrantes, confluyen en una certeza: los Estados Unidos deben abandonar las aventuras bélicas impuestas por las mega empresas y utilizar sus recursos en dirección interna. A decir verdad a nadie preocupa lo que hagan o dejen de hacer los ayatollahs en Asia occidental, región que la mayor parte de la población estadounidense, con baja instrucción, ni sospecha donde se encuentra.
Es ostensible que entre los diseñadores de las guerras circula nuevamente la idea de refrescar la falsa memoria mediante algún imaginativo suceso equivalente a las Torres y el Pentágono. Como a Israel, poco les importa que la República Islámica de Irán asegure una y mil veces que su crecimiento nuclear tiene objetivos pacíficos y poco les importa, además, que esa aseveración haya sido corroborada por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). Han comprobado que una parte de la humanidad está dispuesta a absorber las tonterías y mentiras lanzadas por gigantes mediáticos cuyas acciones fueron adquiridas por las corporaciones rentísticas a partir del último tramo de los años 80.
Los profetas del odio intentaron cerrar una puerta hacia el futuro. En plena batalla, observaron que los nuevos protagonistas planetarios resolvieron -y lograron- mantenerla abierta.
El ser humano, con todas sus deficiencias, está revelando que constituye un hueso duro de roer.
*Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal