La izquierda peruana y su desconexión con el pueblo – Por Hugo Otero Lanzarotti

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Hugo Otero Lanzarotti *

La izquierda necesita abandonar los pactos entre élites y reconectarse con el pueblo, retomando las luchas sociales y el trabajo territorial. Solo construyendo un nuevo pacto social desde abajo, con respuestas concretas a las necesidades populares, podrá convertirse en una fuerza real de transformación y justicia en el país.

En los últimos tiempos, buena parte de la izquierda ha mostrado una preocupante tendencia a alejarse de los sectores populares. Sus principales dirigentes parecen más interesados en promover alianzas entre partidos y grupos afines —muchas veces cerrados sobre sí mismos— con el único objetivo de conseguir algunos escaños en el Congreso. Esa lógica de cálculo político, centrada en la representación institucional, ha desplazado la acción directa, el trabajo territorial y el compromiso real con las luchas del pueblo.

Lo que debería hacer la izquierda, en lugar de buscar protagonismo en pactos entre cúpulas, es volcarse de lleno a las luchas populares en las calles, en los barrios y en el campo. Debería recuperar su vocación de base, acompañar a las comunidades en sus demandas cotidianas y construir desde ahí lazos de confianza, afecto y sentido común compartido.

Esa cercanía no puede limitarse a discursos ni a consignas abstractas. Se necesita un programa concreto y urgente que dé respuesta a la situación desesperada en la que viven millones de personas sumidas en la precariedad, el desempleo, la exclusión y una indignidad cotidiana que el sistema actual perpetua. Vivienda digna, acceso universal a salud y educación, empleo con derechos, seguridad alimentaria, defensa del medio ambiente y justicia territorial: estos son los pilares de un nuevo pacto social.

En ese marco, la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución —reivindicaciones tan repetidas desde la izquierda— no deben presentarse como fines en sí mismos, sino como herramientas para transformar estructuralmente el país. Son el resultado de un proceso de lucha desde abajo, de movilización por la justicia social y por una democracia real. Son el camino para dotar de contenido democrático a una revolución social que transforme de raíz el Estado, la economía y la vida en común.

La izquierda tiene ante sí un desafío histórico: abandonar la comodidad del discurso elitista y reconectarse con la esperanza popular. Solo así podrá ser una verdadera fuerza de cambio.

*Publicista, periodista.

Otra Mirada


 

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