Mar Meridional de China, un conflicto que se agudiza ¿Qué hay en juego?
Por Fernando Rizza *
El Mar del Sur de China, una de las rutas más transitadas del mundo, está siendo una de las regiones más disputadas y de mayor tensión geopolítica, en el marco del conflicto del llamado G2: la contradicción entre los dos polos que se disputan la riqueza a nivel mundial, expresados en una red de capitales vinculados a China y el modelo BAT (Baidu, Alibaba y Tencent) por un lado y a EEUU y el modelo GAFAM (Google,Amazon, Facebook, Apple y Microsoft)por el otro . La creciente militarización, la convergencia de reclamos de soberanía y el choque de intereses, se superponen en las zonas económicas exclusivas (ZEE) incluyendo a varios países del sudeste asiático: China, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi. La circulación de un tercio de las mercancías a nivel global por esta zona y los vastos recursos estratégicos que posee son elementos que agudizan la disputa.
El mar meridional de China tiene una extensión de unos 3,5 millones de kilómetros cuadrados, se encuentra en una posición clave entre el Océano Pacífico y el Océano Índico, situado entre China, Taiwán, Filipinas, Indonesia, Vietnam, Tailandia, Camboya y Malasia.
La región es objeto de reivindicaciones de soberanía por parte de China, Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunéi y Taiwán, que reclaman total o parcialmente diversas islas y arrecifes, especialmente en los archipiélagos de las Spratly y Paracel. China, mediante la “Línea de Nueve Puntos”, ha reivindicado casi el 90% del mar, además de haber construido desde el año 2014 al menos siete islas artificiales en las que instaló bases militares, incluidas pistas de aterrizaje y sistemas de defensa aérea para fortalecer su poder militar en la región.
Aunquela Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar concede a los países soberanía sobre las aguas que están no más allá de 200 millas de sus costas, l resto se consideran aguas internacionales, donde los barcos pueden navegar libremente. Es por esto que los países envueltos en este conflicto tienen tanto interés en apoderarse de los dos grandes archipiélagos —a los que se hizo renunciar a Japón después de la Segunda Guerra Mundial—, centro neurálgico de estas aguas. Al estar ambos archipiélagos dentro de la línea de los nueve puntos, China teóricamente tiene el control de estas islas y derecho soberano sobre 200 millas mar adentro a partir de sus orillas.
Estados Unidos, por su parte, ha incrementado su presencia militar en la región, calentando el escenario, con el argumento de la necesidad de garantizar la libertad de navegación. La instalación del sistema de misiles Typhon en Filipinas, con un alcance de más de 1.900 km, ha sido vista por China como una amenaza directa a su hegemonía en el área.
Garantizar el transporte de las mercancías. Geopolítica de los alimentos
El Mar de China Meridional es una de las vías marítimas más transitadas del mundo con una enorme importancia económica y geoestratégica, ya que pasan año a año por el estrecho de Malaca un tercio del comercio global, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), o el 60% del comercio marítimo, es decir entre USD 3,4 y 5,3 billones en comercio. Casi un tercio del petróleo y la mitad del gas natural que se consume a nivel planetario.
La región es crucial para las cadenas de suministro global, especialmente para el transporte de alimentos, productos manufacturados, materias primas y energía, incluidas las exportaciones de petróleo crudo, propano, automóviles y graneles secos. Por esta arteria circula el 90% del comercio y el 80% de las importaciones de petróleo de China. Así como el 30% del comercio de la India y el 20% del comercio de Japón.
Son, además, aguas claves para el comercio interno asiático, así como con Europa, Cercano Oriente y África. Investigadores de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, EE. UU., estiman que anualmente se envían mercancías por valor de USD 7,4 billones solo entre el mar de China Meridional y el Mar de China Oriental, es decir, en la zona comprendida entre China, la península de Corea y Japón.
China es el principal exportador a través del mar Meridional: con un 28% del total, equivalente a USD 874.000 millones, seguido de lejos por Corea del Sur con un 7%. El valor de las importaciones chinas a través del mar Meridional también se sitúa en el primer lugar, ya que no posee demasiadas reservas de recursos energéticos y necesita cantidades enormes para abastecerse.
Las profundidades del conflicto
El mar meridional de China no es sólo un nodo central para el transporte de las mercancías, además es una región muy rica en recursos naturales, posee el 12% de las reservas pesqueras del planeta Tierra. Para Vietnam, los productos acuáticos se han convertido en el segundo producto de exportación, después del petróleo, mientras que la mitad de la producción pesquera de Filipinas proviene del Mar de China Meridional.
Alberga, también, más del 30% de los arrecifes de coral del mundo y reservas sospechadas o probadas de gas natural del orden de los 5,38 billones de metros cúbicos, y alrededor de 11.000 millones de barriles de petróleo, según la agencia estadounidense Energy Information Administration (EIA). También contiene grandes cantidades de tierras raras, que son extremadamente importantes para la economía china.
Según estimaciones, en el Océano Pacífico hay yacimientos 1.000 veces más ricos en esas tierras y metales raros que en todos los yacimientos conocidos. La mitad de ellos es controlada actualmente por China y son indispensables para la transformación hacia el uso de energías «verdes».
Especialistas de la Economía Azul, teoría que busca una utilización sustentable de los bienes oceánicos, aseguran que la economía oceánica mundial está valorada en alrededor de USD 1,5 billones por año, lo que la convierte en la séptima economía del mundo. Se prevé que se duplique para 2.030 a USD 3 billones. El valor total de los activos oceánicos (capital natural) se ha estimado en USD 24 billones. Esto demuestra el enorme potencial sin explotar que avizoran los países de la región en medio de la disputa.
La región afronta una serie de desafíos de creciente complejidad como la pesca ilegal, la piratería y la contaminación. Las irregularidades sistemáticas de la pesca ilegal conducen fácilmente a grandes desastres en el mar, afectando los recursos renovables y la sustentabilidad tanto económica, como ambiental. Ha sido durante mucho tiempo un problema en las pesquerías locales, poniendo en peligro la sustentabilidad, la seguridad nacional, la seguridad alimentaria y los derechos humanos. La sobrepesca de los Estados ha provocado una disminución de los recursos pesqueros.
En cuanto a la piratería, grave amenaza para la estabilidad marítima, causa enormes pérdidas económicas, además de daños físicos. Según los datos del Acuerdo de Cooperación Regional para Combatir la Piratería y el Robo a Mano Armada contra Buques en Asia ( ReCAAP ), hubo un aumento del 17% en la piratería durante 2.020, con 97 incidentes en total, la piratería en Asia ha aumentado a su nivel más alto en cinco años.
Por otro lado, los desechos plásticos se han convertido en un problema grave para los países de la región. Cada año ingresan a este mar unos 12 millones de toneladas. Sumado a la erosión costera, la contaminación por otros desechos sólidos, la descarga de aguas residuales, los desechos industriales, la sobrepesca, la destrucción de arrecifes de coral y manglares, han amenazado seriamente el medio marino de la región.
Una escalada de alguno de los diversos conflictos que tensan la zona, podría provocar disrupciones en las rutas logísticas mundiales, aumentando el tiempo y los costos de la circulación de las mercancías.
Recordemos los puertos de China cerrados por el covid que provocaron una crisis global, el conflicto en el estrecho de Suez, tras los ataques de los hutíes a cargueros de origen sionista, en defensa del pueblo palestino. Los problemas como la sequía en el Canal de Panamá y en el estrecho de Ormuz, por el que pasa el 25% del crudo del mundo han afectado el comercio mundial.
En un mundo que pugna por acortar los tiempos sociales de producción, el tiempo de circulación es tiempo de desvalorización del capital y la necesidad imperiosa del capital de valorizarse agudiza las tensiones del G2 por hacerse del control de las vías navegables. Sumado a que en las profundidades, también hay mucha riqueza de recursos naturales, la disputa es por su control.
*Fernando Rizza es Médico Veterinario. Columnista de NODAL, integrante del Centro de Estudios Agrarios (CEA) y Docente en la Universidad Nacional de Hurlingham, Argentina