¿Ahora la guerra también sacude el Sudeste Asiático? Camboya y Tailandia se disputan la frontera – Por Matías Caciabue

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¿Ahora la guerra también sacude el Sudeste Asiático? Camboya y Tailandia se disputan la frontera

Por Matías Caciabue*

Un enfrentamiento armado entre Camboya y Tailandia sacudió la frontera común en la mañana del 24 de julio. En una región que parecía estable, estalló de pronto un conflicto de alta intensidad. Las tropas de ambos países intercambiaron fuego en una pequeña franja de apenas 4,6 km², dejando al menos ocho civiles muertos, según informó el ejército tailandés. Camboya, por su parte, denunció bombardeos aéreos contra infraestructura civil. El episodio reactivó un conflicto latente con profundas raíces históricas y amenaza con escalar hacia una guerra abierta.

 

El 28 de julio, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), presidida por Malasia y con respaldo de Estados Unidos, anunció un acuerdo de alto el fuego. Pero apenas horas después ambas partes denunciaron violaciones a la tregua. Si bien los nuevos enfrentamientos no incluyeron artillería pesada ni provocaron víctimas civiles, sí pusieron en evidencia la inestabilidad del pacto. China, actor central en la región, intervino con una nueva ronda de negociaciones en Shanghái el 29 de julio. Allí, ambas naciones renovaron su compromiso con la tregua y se discutió la creación de un mecanismo internacional de verificación.

El epicentro del conflicto es una zona montañosa y selvática cuya soberanía sigue en disputa pese a su tamaño reducido. Las tensiones se remontan a los mapas coloniales franceses del siglo XX, cuando Camboya era un protectorado y Tailandia -entonces Reino de Siam- mantenía su independencia. Aunque el templo Preah Vihear, construido durante el Imperio Jemer, fue adjudicado a Camboya por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 1962 y reafirmado en 2013, el terreno que lo rodea sigue siendo reclamado por sectores nacionalistas tailandeses. La guerra, sin embargo, no se libra solo por ruinas milenarias: bajo la selva y el discurso de la soberanía, laten intereses energéticos, estratégicos y geopolíticos de escala regional.

Nacionalismo, inestabilidad y tensión interna

La escalada militar no puede desvincularse de las tensiones políticas que atraviesan a ambos países. En Tailandia, la ofensiva comenzó apenas un día después de la suspensión de la primera ministra Paetongtarn Shinawatra el 23 de julio. Su reemplazo, el interino Phumtham Wechayachai, enfrenta una crisis de legitimidad en un escenario marcado por divisiones internas, protestas crecientes y disputas en torno al rol de la monarquía. En ese contexto, el conflicto fronterizo se convirtió en una herramienta política para fortalecer la posición del gobierno y desplazar las controversias internas del centro del debate.

En Camboya, Hun Manet -hijo del histórico líder Hun Sen- también atraviesa una etapa de desgaste. Las denuncias por corrupción, la concentración de poder y el malestar social marcan una coyuntura difícil para su administración. La guerra se convierte, entonces, en un instrumento doble: para fortalecer su liderazgo doméstico y para consolidar la alianza estratégica con China, que ofrece respaldo económico, militar y diplomático.

En la superficie de la disputa se encuentra el templo Preah Vihear, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008. Construido entre los siglos IX y XII, se alza sobre un acantilado con vistas a la llanura tailandesa de Korat. Aunque la CIJ otorgó su soberanía a Camboya en 1962 y reafirmó esa decisión en 2013, la zona aledaña sigue siendo una mancha de ambigüedad en los mapas coloniales, y Tailandia nunca aceptó plenamente la delimitación.

El templo representa más que piedras antiguas: encarna símbolos nacionales. Para Camboya, es una herencia sagrada de su identidad jemer y un emblema de resistencia frente al colonialismo. Para Tailandia, su cesión es vista como una derrota histórica, alimentando discursos nacionalistas que exigen su recuperación. Las ruinas se convierten así en territorio disputado no sólo por su localización estratégica, sino por su valor simbólico e identitario.

Los antecedentes no son menores. Entre 2008 y 2011, los enfrentamientos armados dejaron decenas de muertos. En esa ocasión, Camboya denunció que Tailandia utilizó el pretexto del patrimonio para intentar recuperar zonas fronterizas. Hoy, la historia vuelve a repetirse.
Sin embargo, el enfrentamiento entre Camboya y Tailandia no puede analizarse por fuera del marco mayor de lo que hemos definido como el Enfrentamiento del G2, esa disputa estratégica que enfrenta a Estados Unidos y China por la hegemonía del siglo XXI, no sólo como Estados, sino como redes de actores tecnológicos, económicos, políticos y militares que constituyen dos grandes fuerzas de alcance mundial.
Así, lo que a primera vista aparece como un conflicto local, limitado a un litigio fronterizo, se inscribe en una dinámica más amplia de competencia interimperialista, donde cada incidente es leído, utilizado y amplificado por los bloques de poder en disputa. Lejos de ser un episodio aislado, la escalada militar en la frontera sudeste asiática opera como una expresión concreta de esa confrontación estructural que atraviesa todos los planos del orden mundial en transición.

Recursos naturales, geopolítica y la sombra del G2

Más allá de la superficie selvática, lo que se disputa también está bajo tierra. La franja fronteriza se encuentra en una zona rica en recursos hídricos, minerales y potencial energético. A eso se suma el acceso al río Mekong, fundamental para la agricultura, la pesca y el abastecimiento de agua en ambos países.

Pero el núcleo más tenso se encuentra en el Golfo de Tailandia. Allí, una “zona de reclamos superpuestos” de aproximadamente 27.000 km² guarda reservas estimadas en 11 billones de pies cúbicos de gas natural y petróleo, según informes de la Cámara de Comercio Australiana en Tailandia[2]. Se trata de una de las regiones más codiciadas del Sudeste Asiático. Sin un acuerdo definitivo sobre su explotación, la disputa permanece congelada desde hace décadas.

Tailandia extrae más del 60% de su energía primaria del gas natural, en parte de yacimientos como Erawan y Bongkot, cuya estabilidad requiere paz regional. Camboya, en cambio, ha iniciado procesos incipientes de exploración, y necesita garantías para atraer inversiones extranjeras que permitan desarrollar su potencial energético.

Además de los hidrocarburos del Golfo de Tailandia, la región fronteriza en disputa alberga una variedad de recursos naturales estratégicos que agravan la tensión territorial. La zona montañosa de frontera entre ambos países, y dónde se encuentra ubicado el mencionado templo Preah Vihear, forma parte de cuencas secundarias vinculadas al río Mekong, el más importante de todo el sudeste asiático, y que es central para el abastecimiento de agua, la agricultura, la pesca y la navegación. La selva tropical que cubre el área, rica en biodiversidad, ofrece recursos forestales valiosos -como maderas duras, plantas medicinales y productos no madereros-, además de un potencial creciente para el ecoturismo. Por último, algunos informes locales mencionan la posible existencia de yacimientos minerales -como fosfatos, hierro o bauxita- e incluso extensos depósitos de diamantes. Esta combinación de agua, tierra, biodiversidad y subsuelo convierte a la franja disputada en un enclave codiciado, cuya soberanía implica ventajas económicas y estratégicas de largo alcance.

El conflicto entre Camboya y Tailandia no puede comprenderse, entonces, sin inscribirlo en la ya mencionada disputa mayor: la conflagración estratégica entre Estados Unidos y China. Tailandia es un socio clave de Washington desde la Guerra Fría. Integra el dispositivo militar estadounidense en Asia y es sede de los ejercicios conjuntos “Cobra Gold”, los más grandes del Sudeste Asiático. Además, EE.UU. mantiene acceso a infraestructura logística, bases aéreas y puertos tailandeses estratégicos.

En el otro extremo, Camboya es uno de los aliados más estrechos de China en la región. Bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta, Beijing ha invertido más de 5.000 millones de dólares en infraestructura, transporte y desarrollo portuario, como el megaproyecto en Sihanoukville. La base naval de Ream -modernizada con ayuda china- genera preocupación en Washington, que teme un despliegue militar chino sobre el Golfo de Tailandia.

La ASEAN, mientras tanto, intenta una mediación limitada por su principio de no injerencia. El acuerdo de alto el fuego del 28 de julio, promovido por Malasia con aval estadounidense, fue rápidamente desbordado por nuevos incidentes. La ronda de negociaciones convocada por China en Shanghái permitió renovar la tregua, pero sin un mecanismo efectivo de cumplimiento.

La escalada militar de julio de 2025, entre Tailandia y Camboya, es una manifestación aguda de un conflicto con raíces históricas profundas y fuertes implicancias geopolíticas. Lo que comenzó como un incidente local se transformó en un foco de tensión, justo en una región que “parecía” tranquila. Como afirma Ernesto Migone, en un artículo publicado en el portal Tigres de papel, “lo que comenzó como un nuevo episodio en la larga controversia fronteriza entre Phnom Penh y Bangkok rápidamente se transformó en un punto de tensión mayor en el tablero del Indo-Pacífico, donde colisionan proyectos, alianzas militares, intereses económicos y estrategias de poder global” [1].

La combinación de reclamos territoriales irresueltos, discursos nacionalistas, disputas geopolíticas y rivalidades entre potencias globales hace del conflicto una amenaza persistente. El alto el fuego, aunque vigente, es inestable. Cada nueva escaramuza o acusación pone en riesgo la frágil paz.

El Indo-Pacífico se ha transformado en el escenario principal de la competencia por la hegemonía del siglo XXI. En ese tablero, Camboya y Tailandia son piezas móviles, pero también actores con intereses propios, y alineamientos divergentes. La mediación internacional, limitada por el veto cruzado de las grandes potencias, carece por ahora de herramientas eficaces para proponer una resolución definitiva al conflicto.

Referencias citadas
[1] Ernesto Migone, “Guerra Camboya – Tailandia: ¿Qué hay detrás?”, Tigres de Papel, julio de 2025. https://tigresdepapel.com.ar/guerra-camboya-tailandia-que-hay-detras/
[2] Cámara de Comercio Australiana en Tailandia. “Thailand-Cambodia Overlapping Claims Area: Is a settlement in sight?”. https://www.austchamthailand.com/thailand-cambodia-overlapping-claims-area-is-a-settlement-in-sight/

*Matías Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y ex Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Es analista de NODAL e investigador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

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