Entrega de soberanía: Argentina bajo la lupa de Estados Unidos
Por Emilia Trabucco*
¿Quién gobierna la Argentina hoy? ¿Es Javier Milei el presidente de un país independiente o el gerente local de intereses externos? La pregunta no es menor frente a una economía nacional en estado crítico y una injerencia extranjera que se expresa sin pudores. Mientras millones de argentinos y argentinas sufren el ajuste, venden sus pocos dólares para subsistir y enfrentan tarifas impagables, el futuro embajador de Estados Unidos, Peter Lamelas, asegura que viene a “vigilar gobernadores”, “frenar vínculos con China” y “garantizar que Cristina Fernández de Kirchner reciba justicia”.
La fragilidad económica se cruza con una política de sometimiento. Un modelo de gobierno que combina ajustes dictados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), represión social, privatización de derechos y una nueva versión de la vieja Doctrina Monroe. Todo bajo el lema de “libertad”, mientras se entrega la soberanía nacional y se degrada el sistema democrático.
Un país condicionado desde el Norte
En la antesala de nuevos desembolsos del FMI por dos mil millones de dólares, el gobierno de Milei intenta cumplir con los requisitos que impone el organismo: liberar el tipo de cambio, reducir el déficit fiscal, recortar derechos y poner los recursos del país al servicio de intereses privados. La apertura del cepo cambiario para personas físicas, anunciada por el ministro de Economía Luis «Toto» Caputo, se presenta como parte del paquete. El objetivo no es favorecer a los sectores populares, sino facilitar la libre circulación de capitales, aún a costa de la estabilidad interna.
El mensaje del ministro fue claro: “saquen los dólares del colchón”. Pero en la Argentina real, los dólares del colchón ya se usan para pagar alimentos y medicamentos. Mientras tanto, los doce mil millones de dólares del primer desembolso del FMI ya se fugaron, como ocurrió en 2018 bajo la presidencia de Mauricio Macri. El resultado no es justamente el que intenta mostrar el gobierno: sube el riesgo país, la prometida “lluvia de inversiones” no llega, la recesión se profundiza y se pierden miles de puestos de trabajo a un ritmo preocupante.
En paralelo, se aceleran también los procesos de privatización. El caso de AySa, empresa estatal de agua, es paradigmático: Milei habilitó el corte del servicio por falta de pago, negando un derecho básico fundamental a quien no pueda pagarlo. Se desarrollan mientras tanto las negociaciones para definir el mejor postor, entre los que suena Mekorot, compañía estatal de Israel. Aunque uno de sus coordinadores, Diego Berger, negó la posibilidad por incompatibilidad en sus estatutos, dicha empresa ya avanza con “convenios” en 10 provincias desde 2022. Se suma el anuncio del gobierno, el 24 de julio, del inicio de la privatización del Belgrano Cargas, que incluye sus trenes, corredores ferroviarios y estructura edilicia.
En este contexto, Peter Lamelas, nominado por Donald Trump como embajador en Argentina, adelantó que su misión será contrarrestar la presencia de China, combatir “regímenes autoritarios” en la región y garantizar que el Poder Judicial argentino actúe contra la principal dirigente opositora. Entre líneas, Lamelas propone reemplazar la institucionalidad argentina por una agenda impuesta desde Washington. Dice que quiere reunirse con gobernadores, pero no para dialogar sino para alinear a las provincias con los planes geopolíticos de Estados Unidos.
Sus palabras no fueron interpretadas como un exabrupto aislado. Gobernadores como Axel Kicillof, Sergio Ziliotto o Ricardo Quintela lo rechazaron de plano, afirmando que no aceptarán tutelajes externos. Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta, proscripta, cumpliendo actualmente una condena ilegal, repudió las declaraciones confirmando que quienes “mandan en la Argentina de Milei son ´Las Fuerzas del Norte´”. También lo hicieron bloques legislativos y dirigentes de diferentes espacios políticos, advirtiendo que la subordinación no solo atenta contra el federalismo, sino contra la dignidad nacional.
La historia se repite como advertencia. En 1946, el embajador estadounidense Spruille Braden intentó condicionar la política argentina a favor de los intereses de su país. El pueblo respondió con una consigna que marcó época: “Braden o Perón”. Hoy, las declaraciones de Lamelas parecen reeditar aquel capítulo, con nuevas formas, pero con la misma lógica: quien no se alinea con los intereses de Estados Unidos, debe ser disciplinado.
Un modelo para pocos
La pregunta central vuelve: ¿quién se está beneficiando con el programa económico del gobierno? El acuerdo con el FMI, la fuga de capitales, las desregulaciones, los tarifazos y los recortes benefician a una minoría. El resto, sobrevive. La promesa de crecimiento a través del “mercado libre” se deshace en un país donde la industria nacional se paraliza, el consumo cae y la pobreza se dispara.
El gobierno insiste en que los sectores del agro y la energía generarán divisas a mediano plazo. Pero hoy, ni las metas de reservas del Banco Central se cumplen sin vender bonos o endeudarse más. Y mientras se negocian dólares con Washington, se cortan los puentes con otros actores clave como China, lo que limita la soberanía comercial y tecnológica del país.
La presencia de Lamelas no es un hecho diplomático más. Es parte de un entramado mayor de condicionamientos, de una campaña donde el FMI, los fondos privados especulativos y ahora también las embajadas imponen una hoja de ruta. Un entramado de actores que gobierna sin ser elegidos por el pueblo argentino.
“Lamelas o Argentina”
El escenario no deja margen para la ingenuidad. Las políticas del gobierno de Milei no son aisladas ni técnicas: son parte de un proyecto de reconfiguración del Estado argentino al servicio de intereses externos. Lamelas lo expresa con crudeza.
La democracia no puede sobrevivir sin soberanía. Y la soberanía no puede sostenerse con gobiernos que actúan como administradores coloniales. Lo que está en juego no es solo un modelo económico, sino la posibilidad de que la Argentina decida su destino sin tutores ni mandatos ajenos.
Cristina Fernández de Kirchner expresó con claridad que hoy, como en 1946, la disyuntiva vuelve a plantearse: “Lamelas o Argentina. Vos elegís”.
* Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU