Elecciones en Bolivia: a 10 días de la votación – Por Tupaj García

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Elecciones en Bolivia: a 10 días de la votación

Por Tupaj García *

A menos de 10 días de la votación, resulta pertinente hacer un balance general de la situación política, económica y electoral que atraviesa Bolivia. Más que una justificación de la situación actual, se trata de una descripción de la coyuntura con perspectivas de acción que motiven a la izquierda nacional y regional a no rendir el Proceso de Cambio.

Empecemos por los adversarios. La desarticulación política de la derecha, tras el fracaso del gobierno de Añez (2020), se detuvo a inicios de 2023, tras el encarcelamiento de Fernando Camacho, gobernador de Santa Cruz y principal actor político del Golpe de Estado de 2019. Desde 2023 a la fecha, la derecha intentó dos proyectos de rearticulación de cara a las elecciones: el primero, a la cabeza del alcalde Manfred Reyes Villa y el segundo, a partir de un Bloque de Unidad de cara a las elecciones compuesto por diversos líderes.

Ambos proyectos fracasaron por lo mismo, la disputa por el liderazgo y la representación en las listas legislativas. Teniendo un mismo programa económico y político, la derecha concurre a las urnas en 6 candidaturas separadas, de las cuales sólo 3 son importantes. A la cabeza en las encuestas está el empresario Samuel Doria Medina, que intenta por cuarta vez entrar a la presidencia, antiguo aliado de Añez y ahora de Camacho. Le sigue Jorge “Tuto” Quiroga, asesor político de Añez durante su gobierno y ahora aliado con Branko Marinkovic (líder del intento separatista de 2008-09). Por ultimo está Manfred, favorito a ganar las elecciones hace un año y ahora reducido a una sombra sin ninguna alianza estratégica dentro de la derecha.

Los tres candidatos coinciden en la privatización de las empresas estatales, la venta de los recursos nacionales a transnacionales, el fin del Estado Plurinacional y la apertura total de mercados a los exportadores. En esta disputa por quién asume la cabeza, los candidatos de derecha se han tirado múltiples acusaciones, las más fuertes sobre los dos más importantes. A Doria Medina se le acusa haber vendido anticipadamente el negocio de la extracción del Litio al magnate Marcelo Claure a cambio de su apoyo político, así como su pasado como candidato a Vicepresidente junto a J. Añez. En el caso de Tuto Quiroga, aflora su pasado como vicepresidente del exdictador Hugo Banzer, la privatización del agua potable durante su gestión (que desató protestas que se saldaron con 3 vidas) y la vinculación con los “Petrocontratos”, otorgando licitaciones de exploración de hidrocarburos sin aprobación de la Asamblea Legislativa.

Por otra parte, en cancha propia, la guerra interna entre el actual presidente, Luis Arce, y el ex presidente Evo Morales terminó fragmentando al campo popular. Iniciada poco después de la aprehensión de Camacho, la fractura interna del MAS-IPSP devino en la división de organizaciones, sindicales, campesinas, territoriales e indígenas. El gobierno se hizo con las dirigencias oficiales y las bases confluyeron lentamente en torno al líder histórico. Para septiembre de 2024, el malestar por la crisis económica se combinó con una marcha política a la cabeza de Evo Morales rumbo a la sede de gobierno, la cual fue atacada dos veces por una combinación de policías y grupos de choque. La marcha que inició como una acción de protesta contra la división provocada por el gobierno, terminó en una marea de hombres y mujeres que exigió la renuncia de Arce. Sin embargo, Evo optó por reducir la petición a un cambio de gabinete y se replegó al Chapare.

Curado del susto, el gobierno no dudó en desplegar una política de judicialización y encarcelamiento de los dirigentes afines a Evo, desmembrando aún más el Bloque Nacional Popular. Evo Morales ganó la interna en cuanto a respaldo político y social, Arce la ganó en cuanto a control de la sigla y los aspectos burocráticos.

De cara a la elección, Arce presionó al Tribunal Constitucional para emitir un fallo que inhabilite a Evo y anuló a las potenciales siglas aliadas al expresidente. Acto seguido, Arce tanteó una posible reelección, pero, al contar con 2% de intención de voto, cedió la sigla a su ministro de gobierno, principal responsable de la persecución política al bloque evista, el cual subió ese 2% a 3%. Por su parte, Evo no logró en dos años una sola victoria en lo judicial, electoral o administrativo, por lo que quedó fuera de la contienda pese a ser el candidato con mayor intención de voto.

En medio de esta tragedia, Andrónico Rodríguez, posible heredero del liderazgo de Evo, rompió filas en el bloque evista y optó por una candidatura propia. Acusado de traidor por evistas y arcistas, Andrónico propone la unidad de la izquierda para evitar una victoria de la derecha. La preocupación del joven candidato resulta válida, puesto que la derecha ha hecho pública su intención de cambiar la Constitución Política en caso de tener 2/3 en la asamblea. Al mando de su fuerza electoral, Alianza Popular, Andrónico se vuelve en el único candidato con capacidad de entrar a una segunda vuelta contra la derecha neoliberal, aunque carece de una estructura partidaria fuerte, como el MAS, o una estructura sindical fuerte, como la de Evo.

Sin embargo, ninguno de los dos causantes de la interna decidió apoyar a Andrónico. La estructura estatal y partidaria del MAS se ha concentrado en apoyar a su candidato, Eduardo Del Castillo, con el objetivo de salvar la sigla. Por su parte, Evo Morales llama al voto nulo afirmando que la elección no tiene legitimidad al no estar él en la contienda y quien diga lo contrario es un traidor al movimiento popular. Parece una comedia, donde la derecha comete el mismo error de siempre, pero la izquierda, cegada por su división, le copia el juego para ver quién puede autodestruirse más.

Mientras tanto, la crisis económica golpea la vida cotidiana de la gente con el aumento de precios y la escasez de combustible. La situacion reaviva, en las personas mayores a 40 años, la memoria de los tiempos neoliberales donde el hambre y la angustia se sentaban en la mesa. A su vez, en jóvenes y adultos una vena nacionalista resurge y se cuestiona el entreguismo de los recursos naturales como solución a la crisis. Sumado a la experiencia del gobierno de facto de Añez, una memoria colectiva recorre el país invitando a no entregar en las urnas aquello que se conquistó con sangre.

Quizás en esta elección sea el pueblo, con Wiphala en mano, quien guíe a sus líderes en esta nueva batalla. Una en la que solo hay dos bandos: Estado Plurinacional o República colonial. Dejamos para un siguiente árticulo la caracterización de ambos proyectos y, si permiten opinar, elijo combatir en las urnas y en las calles porque me niego a entregar este Proceso de Cambio, del cual soy hijo orgulloso.

*Tupaj Garcia, Sociólogo por la UMSA (Universidad Mayor de San Andrés), Maestrante en Sociología Política en UNSAM (Universidad de San Martín).


 

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