Gusano barrenador profundiza inseguridad alimentaria en América Central

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Gusano barrenador profundiza inseguridad alimentaria en América Central

El campesino salvadoreño Nelson Echeverría notó que su vaca, llamada Pulga, estaba inquieta y pataleaba sin razón aparente y, tras examinarla, descubrió que en la ubre había una pequeña e inusual llaga. Concluyó, alarmado, que se trataba de larvas del gusano barrenador, un parásito que vuelve a afectar a la ganadería centroamericana.

Echeverría detectó la infestación en junio, cuando la vaca estaba “cargada” o preñada. De inmediato se puso manos a la obra, para curarla.

“Le vi una llaguita, y con los días había crecido más. Y me preocupé, porque ya había escuchado que había casos del gusano barrenador en el país y aquí en el cantón”, dijo a IPS Echeverría, mientras revisaba a Pulga, de pelaje negro, que pastaba apaciblemente en un potrero del cantón San Isidro, del distrito de Santa María Ostuma, en el centro de El Salvador.

Al nacer la ternerita, la preocupación fue doble, porque ella también resultó infestada, en la zona del cordón umbilical. Pero pudo curar y rescatar a las dos, con espráis cicatrizantes y otros medicamentos.

“Si mi vaca Pulga hubiera muerto, me hubiera afectado bastante porque es la única vaca parida (produciendo leche) que tengo. Esta vaquita nos da la lechita y de eso salen los quesitos para nuestro consumo», señala Nelson Echevarría.

El potrero donde mantiene a su vaca y a la ternera pertenece a un amigo, quien le ha dado permiso de que sus animales pasten ahí y beban agua del riachuelo que circunda el terreno. A cambio, Echeverría cuida también la vaca del dueño de la propiedad.

Además de encargarse de esos animales, Echeverría, de 39 años, trabaja ordeñando y cuidando el hato de 15 cabezas de ganado, propiedad de un pequeño productor de leche y quesos del lugar. De forma empírica ha ido aprendiendo sobre enfermedades de las reses y cómo curarlas.

“Yo me desempeño viendo ganado, la gente de aquí me llaman y me dicen: ‘mirá, vení inyectame una vaca’, y cosas así, entonces yo ya había visto casos de gusano barrenador, ya tengo idea”, explicó Echeverría, que calzaba unas botas de hule, típicas de los campesinos salvadoreños. Llevaba el inseparable machete, afianzado al cincho del pantalón, como dicta la usanza local.

Una especialista en el tratamiento contra el gusano barrenador, del Ministerio de Agricultura y Ganadería de El Salvador, se prepara para tratar reses infestadas de larvas del gusano barrenador, el martes 12 de agosto, en hatos de pequeños ganaderos del distrito de Nueva Concepción, en el norte de El Salvador.

El gusano avanza en América Central

Desde 2024 América Central enfrenta un brote de gusano barrenador, que había sido erradicado en la región en los años 90, y este resurgimiento ha puesto en alerta a los gobiernos del istmo dado el riesgo de que la plaga se expanda aún más e impacte severamente al sector ganadero.

Un informe sobre el peso de ese rubro en la economía centroamericana señala que el producto interno bruto ganadero (PIBG), compuesto por los rubros de carne y leche bovina, representa 1,3% del producto interno bruto regional (PIB), y cerca de 20% del producto interno bruto agropecuario (Piba).

La mayor contribución al producto interno bruto agropecuario, continúa el reporte de varias instituciones internacionales, está en Nicaragua (38%), seguido por Panamá (31%), Honduras (20%), Costa Rica (20%), El Salvador (16%) y Guatemala (8%), respectivamente.

Los primeros casos del gusano barrenador se detectaron en Panamá, en 2023, y se dispararon de un promedio de 25 casos al año a más de 6500, informó el Servicio de Inspección Sanitaria de Animales y Plantas (Aphis, en inglés), del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, país preocupado ante la posibilidad de que el brote llegue a los hatos estadounidenses.

Desde entonces, continuó el reporte, se ha detectado el gusano barrenador en Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Belice, El Salvador y México, localizados al norte de la barrera biológica que ha contenido con éxito esta plaga en América del Sur durante décadas, es decir, el tapón del Darién, en Panamá.

Hasta principios de julio, los casos de gusano barrenador rondaban los 99 000 en los países de América Central, mayoritariamente en bovinos, de acuerdo con datos del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (Oirsa). No hay cifras del porcentaje de muertes.

También se han infestado humanos, aunque en menor escala, así como animales de compañía, como perros y gatos.

El gusano barrenador es un parásito cuyos huevos son puestos por la mosca Cochliomyia hominivorax, los que se alojan en heridas de mamíferos, incluidos los humanos. Las larvas se alimentan de la piel y de los tejidos internos y provocan heridas que pueden ser mortales, destacó Oirsa en su sitio de internet.

La institución explicó que, tanto en animales como en humanos, la infestación aparece en áreas con heridas, pero también pueden tener lugar en las mucosas de los orificios corporales. Las moscas hembras son atraídas por el olor de la sangre de las heridas, y cada una deposita entre 300 y 400 huevos.

En una entrevista televisiva, en un canal salvadoreño, Marcela Marchelli, coordinadora regional del programa de gusano barrenador, de Oirsa, aseguró que erradicar nuevamente la amenaza podría llevar entre 10 y 12 años.

Ese organismo aboga por que se frene el avance de la plaga con una estrategia conjunta regional, tal como se hizo en los 90.

Las esperanzas están cifradas en la diseminación masiva de la mosca macho estéril, un efectivo método de control biológico, cuyo centro de producción se encuentra en Panamá, montado con el apoyo de los Estados Unidos. Al copular con ese macho, la hembra ya no se sigue reproduciendo.

Guatemala reportó en abril que había dispersado ya unas 800 millones de moscas estériles en áreas fronterizas entre Guatemala y México.

Impacto en la seguridad alimentaria

La presencia del gusano barrenador supone el riesgo de profundizar la seguridad alimentaria de familias campesinas en América Central, una región de 50 millones de habitantes y con grandes carencias sociales, ya golpeada por la carencia de alimentos sobre todo en la franja conocida como el Corredor Seco Centroamericano.

Ese es un corredor donde escasea el agua y eso golpea la agricultura, ganadería y otros medios de vida de las familias campesinas. Con poca agua, es difícil que los cultivos prosperen y tampoco hay suficiente pasto para el ganado bovino o para darles de beber.

El Corredor, de 1600 kilómetros de largo, cubre 35 % de América Central y en esa franja habitan más de 10,5 millones de personas.

En ese cinturón más de 73 % de la población rural vive en la pobreza y 7,1 millones de personas sufren inseguridad alimentaria grave, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La ganadería de subsistencia es importante en esta región, pues las familias campesinas, con un par de vacas en su haber, pueden contar al menos con leche y queso como alimento importante en su dieta.

“Recordemos que hay familias que tienen dos o tres vaquitas, para su subsistencia, no tanto para la producción a gran escala, y eso significa para ellas un vaso de leche, un trozo de queso”, aseguró a IPS la activista hondureña Wendy Cruz, de la Vía Campesina, en entrevista telemática desde Tegucigalpa, la capital de Honduras.

Y añadió: “Si el gusano prolifera aún más, sin duda sería algo catastrófico para muchas familias en el campo”.

Honduras reportó, el 13 de agosto, un total de 2496 casos confirmados en animales, sobre todo en bovinos. También se ha confirmado la muerte de cuatro personas, debido a la gravedad de las infecciones causadas por el gusano.

Cruz indicó además que al darse un mayor impacto en la ganadería a gran escala, los precios de las carnes y los lácteos aumentarían, algo que comentó ya ha comenzado a suceder en Honduras.

“El impacto sería generalizado para toda la población”, subrayó.

Por su parte, el guatemalteco Willy Urizar, del colectivo Equipo Tenamaste, sostuvo que si bien existe el riesgo de una mayor profundización de la inseguridad alimentaria en familias campesinas, por los efectos del gusano en la región, también hay que considerar que es más sencillo tratar las infestaciones en dos o tres vacas, a diferencia de los grandes ganaderos.

“A la gente que tiene dos o tres vaquitas en casa les resulta más manejable (tratarlas). Pero sí, hay que tomar las precauciones debidas”, como estar pendiente de la limpieza de los animales y de los potreros, así como de cualquier herida que pueda atraer a la mosca, señaló Uriza, en conversación telefónica con IPS, desde Quetzaltenango, ciudad en el oeste de Guatemala.

Esa nación ha reportado un total de 1759 casos acumulados, hasta el 1 de agosto, mientras que, hasta junio, El Salvador contabilizaba 2973 casos positivos acumulados.

Poder contar con algo de leche y quesos, producto de la ganadería de subsistencia, es justamente el caso del campesino Echeverría, cuya familia está compuesta por su compañera de vida y el hijo de ambos, de ocho años.

«Si mi vaca Pulga hubiera muerto, me hubiera afectado bastante porque es la única vaca parida (produciendo leche) que tengo. Esta vaquita nos da la lechita y de eso salen los quesitos para nuestro consumo”, contó Echeverría.

La vaca la compró en diciembre de 2024 por 1200 dólares, y ahora Echeverría está contento porque le produce 22 botellas de leche al día. La producción de cinco días, es decir, 110 botellas, la vende al pequeño productor de quesos para el que trabaja, con lo cual obtiene, a un precio de 0.50 centavos de dólar por botella, 55 dólares semanales. El resto de la leche es para el consumo familiar.

Cuando descubrió las larvas en Pulga, “yo no dormía a gusto, pensando en que lo poco que tengo ya ni eso iba a tener”, recordó, refiriéndose a su vaca Pulga y a la ternera.

Y también pensaba en la falta que haría esa provisión diaria de leche y de queso para su familia.

IPS 


 

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