Perú aviva un conflicto limítrofe para salvar la imagen del gobierno en picada
Por Solange Martínez
El gobierno de Perú, encabezado por Dina Boluarte oficializó la creación del distrito Santa Rosa de Loreto, una isla en el río Amazonas frente a Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil), avivando así un conflicto limítrofe con Colombia.
Lo que para Lima, es simplemente jurisdicción histórica, para Bogotá, es una anexión unilateral que viola el Tratado de Río de Janeiro de 1934. En un contexto donde según la más reciente encuesta realizada por Ipsos Perú, la aprobación de Boluarte entre empresarios alcanza solo el siete por ciento (y la desaprobación el ochenta y tres), la jugada suena más a “patrioterismo” que a ejercicio legítimo de soberanía. El descontento con el Congreso de la República es aún más notorio. Para 2025, sólo el 3% de los gerentes aprueba su desempeño, mientras que el 92% lo desaprueba y un 4% no tiene una posición definida.
“Colombia no acepta el acto unilateral de anexamiento… eso significa perder el acceso al río Amazonas en Leticia”, respondió el presidente colombiano, Gustavo Petro, desde Leticia, donde decidió trasladar este año el acto por la conmemoración de la Batalla de Boyacá y los 215 años del Ejército Nacional para lanzar su mensaje.
En X, el perfil oficial del gobierno peruano posteó: “¡No tenemos ningún tema pendiente que resolver con los hermanos de Colombia! La presidenta Dina Boluarte Zegarra brindó un mensaje a la nación respecto al distrito de Santa Rosa de Loreto:
“Nuestra soberanía está respaldada por la historia y los acuerdos suscritos por ambos países. La población del distrito de Santa Rosa de Loreto se identifica y se manifiesta como peruana. No existe ningún diferendo limítrofe con Colombia. El Perú reafirma su compromiso con el diálogo y la defensa de su integridad territorial”.
En mayo, la presidenta de facto Boluarte afirmaba, al ser consultada por su baja popularidad, durante la Cumbre Ministerial del Agua de América Latina y el Caribe realizada en Lima: “No trabajo en base a encuestas”. El descontento con la gestión de Boluarte atraviesa distintas capas de la sociedad peruana, aunque la represión policial y la pobreza recaen principalmente en trabajadores y trabajadoras, de un modelo que contabiliza el 71% de informalidad laboral.
Por su parte, el ministro de gobierno peruano Eduardo Arana declaró en una conferencia de prensa oficial, del consejo de ministros del gobierno: “manifestamos categóricamente que la soberanía de Perú no está en discusión”. Afirmó que Santa Rosa forma parte integrante de la isla Chinería, asignada al Perú en 1929 y que “sigue siendo peruana”. Y le pidió explicaciones al gobierno de Colombia por el ingreso de una aeronave al espacio aéreo peruano. Ese discurso, lejos de disipar tensiones, agrava la percepción de que la administración busca un relato nacionalista que distraiga de una gobernabilidad debilitada.
Una discusión estratégica
Leticia, enclave estratégico donde convergen Colombia, Perú y Brasil, no es solo un punto en el mapa: es la única salida colombiana al Río Amazonas, puerta fluvial hacia el Atlántico.
“Ese río ha cambiado y lo preveía el tratado”, afirmó el presidente Petro en su discurso, desde Leticia y explicó que el acuerdo citado establece que la frontera se establece en donde pasa la línea más profunda del río, pero el tiempo ha producido transformaciones, desplazando dicha frontera hacia el sur de Leticia. Al respecto el mandatario expresó su preocupación por tales transformaciones naturales, que no sólo han llevado y llevarán al surgimiento de nuevas islas sino que podría incluso obstruir el paso de Leticia hacia el Río. “¿Y de qué vive Leticia si no es del Río?», se preguntó
Afirmó además que al emerger nuevas islas, el tratado prevé que ambos países deben ponerse de acuerdo nuevamente antes de definir a qué nación pertenece. “Si el tratado es de común acuerdo ¿Cuándo nos hemos reunido para decidir si esa Isla debe tener un alcalde y una bandera peruana y no colombiana? Yo no voy a decir que la Isla es colombiana, eso lo decide el tratado y el tratado dice: nos reunimos y acordamos”, expresó el Presidente.
Es decir, la discusión no es sólo limítrofe sino que trae consigo la necesidad de garantizar el acceso de la población de Leticia a la navegabilidad del Río.
Por otro lado, la configuración transfronteriza de esta zona facilita actividades ilícitas: tráfico de drogas, minería ilegal, comercio ilegal de fauna/flora y redes criminales que explotan rutas fluviales, poco controladas “El ganador neto de que se rompan las relaciones entre Colombia y Perú se llama narcotráfico”, alertó Petro.
Este episodio revive ecos de los años treinta: en septiembre de 1932, civiles peruanos apoyados por militares ocuparon Leticia, proclamando su anexión al territorio. El gobierno peruano inicialmente dudó, pero luego respaldó la acción, lo que generó una fuerte tensión con Colombia, que respondió diplomática y militarmente. Entre fines de 1932 y principios de 1933 se produjeron enfrentamientos menores en la región, hasta que la muerte del presidente peruano Sánchez Cerro abrió camino a la negociación.
Gracias a la mediación de la Sociedad de Naciones y con Brasil como garante, en mayo de 1934 se firmó el Tratado de Río de Janeiro, que restituyó Leticia a Colombia y reafirmó los límites fronterizos establecidos en 1922, estableciendo además mecanismos pacíficos para resolver futuros conflictos y garantizar la libre navegación en los ríos amazónicos.
La decisión peruana de anexar unilateralmente la isla de Santa Rosa no es un hecho aislado: supone desconocer un tratado internacional, en un gesto que recuerda a la irrupción de la policía autorizada por el presidente ecuatoriano Daniel Noboa en la embajada mexicana en Quito, en 2024, para capturar violentamente al exvicepresidente correista Jorge Glas. Dos ejemplos de la decadencia de la superestructura diplomática internacional. El Salvador de Nayib Bukele y Argentina al sur del continente, con Milei, Noboa en Ecuador, Perú con Boluarte, Paraguay gobernada por Peña y el bolsonarismo en Brasil, aliados de Trump, son territorios donde la CIA, la DEA y el Comando Sur del Ejército norteamericano, hacen pie -o pretenden hacerlo- en la región.
Ambos gobiernos, el de Colombia y Perú, acordaron reunirse en septiembre vía una comisión mixta de fronteras. Será clave que ese diálogo suceda, para evitar que la isla de Santa Rosa se convierta en un catalizador de otras tensiones regionales.
Convertir este tema en un show mediático cuando la credibilidad interna flaquea empuja al “patrioterismo”, esa exaltación artificial de los intereses nacionales peruanos mientras que el gobierno de Boluarte no responde tampoco a las demandas populares en materia de trabajo y seguridad que tiñen la agenda política del Perú. A un año de las elecciones ejecutivas, de representantes ante el Congreso y el Parlamento Andino, donde ya se plantea un escenario de hiper fragmentación política con 43 partidos políticos habilitados, sin internas partidarias y más de 40 candidaturas a la presidencia (2026-2031).
El conflicto no se reduce a un reclamo territorial: es también un síntoma de vulnerabilidad interna del Perú. Mientras la retórica nacionalista crece, las bases de consenso se erosionan. El “patrioterismo” —portador de emociones, pero vacío de contenido democrático— se vuelve un signo más de la profunda crisis política y social del Perú, desde el golpe destituyente a finales del 2022 y la guerra jurídica al presidente Pedro Castillo, apresado desde entonces.
*Solange Martínez es docente investigadora de la Universidad Nacional de Lanús (Instituto de Asuntos Internacionales y Estudios Políticos Manuel Ugarte). Conductora de Esquina América (radio UNLa) y de NODAL Se Prende. Analista de NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).