Baja cobertura de la seguridad social, reto a superar en Centroamérica
Edgardo Ayala
Bajo un sol abrasador, el salvadoreño Baudilio Ortiz caminaba por un tramo del Bulevar Los Héroes en San Salvador, ofreciendo a los conductores bolsas de basura y fundas para volantes cuando el semáforo estaba en rojo. Esta es su forma de ganarse la vida, pero el mercado informal no le proporcionará una jubilación que le permita un retiro digno cuando se le acaben las fuerzas.
Ortiz, de 60 años, está justo en la edad en que los hombres ya deberían recibir una pensión, como es el caso de los trabajadores del sector formal en El Salvador. Las mujeres, en cambio, se jubilan a los 55 años.
Pero la incertidumbre y la preocupación acechan al empresario, que no sabe cómo afrontará las dificultades que vendrán en la etapa final de la vida, la más frágil, una realidad que viven miles de personas en El Salvador y el resto de Centroamérica.
Esta región está formada por seis países, con alrededor de 52 millones de habitantes, y enfrenta muchas deficiencias sociales, entre ellas, la baja cobertura de la seguridad social.
«Si nos enfermamos, no tengo seguro, nada. Estoy aquí solo por la voluntad de Dios y por lo que nos compra la gente», dijo Ortiz a IPS, sosteniendo en sus manos fardos de bolsas de plástico y protectores de volante colgando de su cuello.
“No sé cómo afrontaré la vida cuando ya no pueda trabajar” – Baudilio Ortiz.
El vendedor ambulante es originario del corregimiento de Gallo Solo, del municipio de La Libertad Costa, en la costa salvadoreña, y viaja todos los días al mismo tramo del bulevar Los Héroes porque ya tiene clientela allí —dijo, luego de 26 años vendiendo en el mismo lugar—.
Ortiz dijo que trabajó un tiempo en una empresa formal, del sector construcción, pero la subcontratista no hizo las transferencias de los aportes jubilatorios, en un sistema que fue privatizado en 1998, siguiendo el modelo chileno, durante la ola de privatizaciones que marcó a El Salvador en la década de 1990.
En Centroamérica, El Salvador es el único país con un sistema de pensiones exclusivamente privado y de capitalización individual , en el que cada trabajador ahorra para su futura jubilación. Actualmente, dos administradoras de fondos de pensiones (AFP) operan en el país para gestionar estos ahorros.
La tasa de cotización al sistema de pensiones salvadoreño es del 16% del salario bruto de cada trabajador: 7,25% a cargo del trabajador y 8,75% a cargo del empleador. Tras 27 años de funcionamiento, el sistema privado salvadoreño no ha cumplido con las expectativas generadas hace décadas, ofreciendo pensiones bajas que, en el mejor de los casos, rondan los 400 dólares mensuales .
En otros países de la región existen sistemas de capitalización colectiva de reparto, administrados por instituciones de seguridad social: las contribuciones de los afiliados forman un gran fondo colectivo que financia las pensiones presentes y futuras de otros —explica un informe de la Organización Panamericana de la Salud .
Este sistema coexiste con otro de capitalización individual, tanto público como privado, formando modelos híbridos que combinan las dos modalidades.
“ No sé cómo voy a afrontar la vida cuando ya no pueda trabajar ”, reiteró Ortiz, visiblemente preocupado por su esposa, también de 60 años, quien padece problemas de salud provocados por la diabetes.
Alta informalidad, baja cobertura de seguridad social
El trabajo en el mercado informal en Centroamérica sigue la tendencia de América Latina en su conjunto: es el único espacio donde grandes sectores de la población pueden generar ingresos.
Los altos niveles de informalidad son, entre otros factores, una característica estructural de los mercados laborales de la región, lo que lleva a bajas tasas de contribución y, en consecuencia, a una limitada cobertura de la seguridad social, destaca un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicado en septiembre.
El informe señala que la cobertura de activos en América Latina —es decir, la proporción de la población económicamente activa que cotiza a los sistemas de pensiones— era de 35,0% a inicios del siglo XXI y de 47,9% en 2022. Si bien esta cifra ha crecido, aún es insuficiente.
«En El Salvador tenemos un mercado laboral con entre 60 y 70 por ciento de informalidad, porque ni siquiera eso se mide con precisión. Pero digamos que es 60 o 65 por ciento, eso ya excluye todo ese porcentaje del mercado laboral», dijo a IPS el economista salvadoreño Carlos Acevedo.
Añadió: «Para mí, esto básicamente explica la baja cobertura en El Salvador. Y sospecho que en Guatemala y el resto de Centroamérica la situación es similar».
Un informe de 2024 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que la cobertura de pensiones de vejez en Centroamérica está liderada por:
- Panamá : 60%
- Costa Rica : 56,2%
- Nicaragua : 28,6%
- El Salvador : 20,1%
- Guatemala : 16,7%
- Honduras : 10.7% (la tasa más baja de la región)
Acevedo considera difícil integrar a esta masa de trabajadores informales a la economía formal, debido a los altos costos financieros que esto representa para ellos.
Esto es especialmente cierto para aquellos que quieren dar los primeros pasos hacia la formalización de su negocio, como una pequeña sastrería o un taller mecánico, por ejemplo.
El mayor problema del sector informal, desde la perspectiva de los trabajadores, es que representa más costos que beneficios: tienen que pagar el IVA, las autoridades fiscales ya los fiscalizan, y tienen que pagar impuestos laborales; es decir, no se trata solo del salario. Tienen que pagar el salario mínimo (si no lo hacen ya), las cotizaciones a la AFP y a la Seguridad Social, las indemnizaciones por despido, las vacaciones, el aguinaldo, etc., explicó.
Camino hacia una pensión solidaria
Costa Rica, junto con Panamá, es el país centroamericano con mayor cobertura de pensiones. Su sistema de pensiones se basa en cuatro pilares:
- Pensión básica contributiva
- Pensión complementaria obligatoria (administrada por la Caja Costarricense del Seguro Social)
- Pensión complementaria voluntaria
- Pensión no contributiva
Este último es financiado por el Estado y está dirigido a personas que no han podido insertarse en el mercado laboral formal y por tanto no tienen derecho a ninguna de las tres pensiones anteriores.
Es en esta pensión no contributiva que deben centrarse los esfuerzos de seguridad social del Estado, por su componente humanitario , al ofrecer apoyo a quienes han trabajado duro durante toda su vida pero que, por distorsiones estructurales, no han podido cotizar — destacó el economista Welmer Ramos, expresidente del Banco Central de Reserva de Costa Rica.
“Generalmente son personas que siempre han estado involucradas en actividades informales, que han trabajado por cuenta propia, etcétera, y que se encuentran en una situación de vulnerabilidad social”, explicó Ramos, desde San José, la capital de Costa Rica.