Día de la Lealtad: A 80 años de Braden o Perón, hoy es Bessent o Cristina – Por Emilia Trabucco

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Día de la Lealtad: A 80 años de Braden o Perón, hoy es Bessent o Cristina

* Por Emilia Trabucco

“Cuando Perón planteó ‘Braden o Perón’, estaba señalando con claridad que la decisión era entre la soberanía nacional o la injerencia extranjera. Hoy, lamentablemente, debemos decirlo otra vez: es Bessent o Perón”, sostuvo Cristina Fernández de Kirchner en el Día de la Lealtad, desde San José 1111, donde la militancia se congregó para acompañarla y exigir su liberación y el fin de la persecución judicial. Y agregó: “Y miren qué cosa más curiosa, ¿no? Exactamente 80 años después, otra vez nos ponen en la misma disyuntiva. En aquel entonces: era Braden o Perón. Hoy pareciera ser Bessent o Perón. Estar 80 años después en la misma situación revela que el verdadero problema que tenemos como país no es la injerencia extranjera, sino la incapacidad genética de la derecha y del poder económico en la Argentina para proponer un proyecto de país que incluya a todos los argentinos”.

El señalamiento fue directo al corazón del acuerdo anunciado por Milei y Trump. Cristina lo expresó con crudeza: “Hoy vemos que nos dicen y festejan en las portadas de los diarios que el Tesoro compra pesos, que el Tesoro norteamericano compra pesos, pero no. El Tesoro de los Estados Unidos lo que está comprando es tiempo. Tiempo para que los especuladores salgan sin pérdidas del laberinto financiero que ellos mismos armaron”. Con estas palabras, Cristina explicó la operatoria de Washington como una estrategia de rescate para los grandes fondos y operadores financieros, mientras la Argentina profundiza su dependencia.

La reunión entre Javier Milei y Donald Trump en Washington fue una foto de humillación nacional. En medio de la fragilidad económica argentina, el anuncio de un acuerdo financiero con el Tesoro estadounidense, gestionado por Scott Bessent, con el aval del FMI y por un monto cercano a los 20.000 millones de dólares (swap), más un fondo privado por 20.000 millones de dólares, sumando un total de 40.000 millones de dólares disparan los niveles de endeudamiento a niveles históricos, en una estrategia mediática donde Estados Unidos muestra su tutelaje sobre lo que considera su patio trasero.

Durante el encuentro, Trump explícitamente condicionó la continuidad de la asistencia a que Milei triunfe en las legislativas de octubre. “Si pierde, no seremos generosos con Argentina”, declaró. El mensaje fue directo al pueblo argentino y al mismo tiempo a los mercados: el respaldo norteamericano depende del resultado político.

Nuestra historia ya conoce pactos que, en nombre de la integración y la estabilidad, terminaron hipotecando la soberanía. El Pacto Roca-Runciman de 1933, firmado entre el vicepresidente argentino Julio A. Roca (h) y el británico Walter Runciman, garantizó la compra de carne argentina por parte del Reino Unido a cambio de concesiones que beneficiaban a las empresas británicas y limitaban la industrialización nacional. Arturo Jauretche lo definió con precisión como “el estatuto legal del coloniaje”.

Casi un siglo después, nos golpea la puerta un pacto de características similares. Ambos acuerdos nacen de la asfixia económica que generan los actores de la especulación y la extorsión financiera, ambos involucran potencias extranjeras imperialistas y ambos contienen cláusulas explícitas o implícitas que condicionan la soberanía nacional e hipotecan nuestros recursos. Ayer era la carne; hoy son los recursos naturales estratégicos —litio, gas, petróleo, uranio, energía hidroeléctrica— los que se colocan en el centro de la disputa. En ambos casos, la dependencia se disfraza de rescate.

En contraste, el paralelismo entre Cristina Fernández de Kirchner y Juan Domingo Perón expresa la otra “Ruta de Mayo”. Dos líderes perseguidos por el poder real, por haber conducido proyectos nacionales y populares que ampliaron derechos a los trabajadores, otorgaron dignidad a las familias argentinas y articularon un programa estratégico de crecimiento y soberanía sin tutelajes externos.

La referencia al Día de la Lealtad que Cristina recuperó en su discurso vuelve a subrayar esa continuidad. Así como hubo un pueblo que pidió “Nada sin Perón”, hoy también es necesario exigir “Nada sin Cristina”. No hay democracia ni elecciones presidenciales posibles con la conductora del campo popular presa.

El 17 de octubre de 1945 marcó un punto de inflexión en la historia nacional: el pueblo trabajador movilizado en defensa de su conductor. Hoy, el “lawfare” y la judicialización de la política reproducen bajo otros ropajes esa vieja tensión entre sectores populares y poderes fácticos. El dilema Braden o Perón se reactualiza como disputa entre dependencia o soberanía, dominación o autodeterminación.

Hoy, en un contexto de guerra por todos los medios, y la necesidad de Estados Unidos de recuperar su hegemonía en nuestra región, Argentina oficia como el “buen empleado” para los planes de los capitales financieros y tecnológicos con sede en el gigante del Norte, y oficia de ejemplo disciplinador para gobiernos y pueblos. El capital ingresa bajo condicionalidades, los flujos de divisas se subordinan a objetivos políticos y la soberanía económica se subordina en nombre de promesas de estabilidad. Como advirtió Cristina Kirchner, “el Tesoro norteamericano no compra pesos, compra tiempo. Tiempo para que los especuladores salgan sin pérdidas del laberinto financiero que ellos mismos armaron”.

Lo que se juega no es sólo la macroeconomía ni el vínculo con los mercados. La subordinación externa se articula con un endeudamiento interno que desangra a los hogares, un dispositivo de control que va del Banco Central a la tarjeta de crédito y las billeteras virtuales. “Libertad para endeudarse y morirse de hambre”, resumió Cristina. Esa articulación revela la dimensión política del problema: sin soberanía económica, no hay justicia social. Es Milei o la Argentina.

*Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU.

 

 

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