¿Guerra comercial o neocolonialismo? La reconfiguración del saqueo 2.0 – Por Carolina Sturniolo, Fernando Rizza y Bruno Ceschin

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¿Guerra comercial o neocolonialismo? La reconfiguración del saqueo 2.0

Por Carolina Sturniolo, Fernando Rizza y Bruno Ceschin*

No estamos ante una simple imposición de aranceles o, como algunos mencionan, una “guerra comercial”, sino ante una batalla estratégica por los recursos, la soberanía y los destinos de los pueblos del Sur global.

Después de rememorar un nuevo 12 de octubre, fecha que, para muchos, simboliza el “descubrimiento” y, para otros, el genocidio a nuestros pueblos originarios, siguen presentes los desafios de construccion de un proyecto emancipatorio para nuestros pueblos latinoamericanos.

Volvemos una y otra vez a los vaivenes irresolubles de nuestra historia, donde observamos que en este tiempo y espacio, aún no está resuelta la dicotomía entre Patria (Grande) o Colonia.

La “guerra comercial” como fetiche

La guerra comercial se presenta como uno de los tantos fenómenos que se encuentran delineados por una disputa de mayores dimensiones entre Estados Unidos y China, lo que se denomina G2, una guerra entre dos grandes polos financieros y tecnológicos por imponer los tiempos sociales de producción, un conflicto que se ha agudizado profundamente en las últimas décadas.

Según datos de la CEPAL, el comercio entre América Latina y China se multiplicó por 35 entre los años 2000 y 2022. China absorbe el 13% de las exportaciones regionales de materias primas, mientras que representa el 22% de nuestras importaciones de manufacturas.


Sin necesidad de tratados ni acuerdos formales, yace sobre América Latina y el Caribe un nuevo ALCA, ya no un tratado de libre comercio continental, sino de una disputa por el control y la expropiación de recursos naturales estratégicos, como el agua dulce, los minerales como el litio, la energía y los alimentos.

Ante esta nueva fase del capitalismo financiero y tecnológico, la tierra ya no se concibe solo como espacio productivo, sino como un activo estratégico en la disputa global por el control de la naturaleza, la biósfera y la biodiversidad.

Ya no con carabelas, ni a fuerza de la cruz o la espada, sino a través del control de los recursos estratégicos por un puñado de empresas transnacionales (ETN), los Estados nación neocoloniales latinoamericanos garantizan el extractivismo, el endeudamiento, la fuga de capitales y la evasión fiscal, a costa del hambre y la exclusión de sus pueblos.

Con herramientas como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, los swaps, las operaciones de bicicleta financiera y las corridas cambiarias, se garantizan rentas extraordinarias y criminales, con niveles de desigualdad y exclusión escandalosos.

Según advierte la CEPAL, el 72% de las exportaciones regionales a China están representadas apenas por seis productos: porotos de soja, minerales como cobre, hierro, petróleo, cobre y carne bovina.

En paralelo, las empresas transnacionales (ETN) actúan mediante acuerdos comerciales, inversiones y financiamiento, sin necesidad de grandes tratados multilaterales. La nueva fase del capitalismo financiero opera perforando los Estados nación, sometiendolos con deuda, controlando la infraestructura, las materias primas y los canales de comercialización mientras que las pérdidas ambientales, sociales y económicas las pagan los pueblos.

No hay que cambiar de collar: hay que dejar de ser perros

Estamos ante una subordinación renovada, una forma de neocolonialismo que utiliza la lógica del libre comercio para profundizar la dependencia, destruyendo o minimizando los Estados a su conveniencia y orquestando estafas extraordinarias amparadas por la legalidad y la legitimidad institucional.

Lo que ante nuestros ojos se presenta como una “oportunidad de desarrollo y comercialización” no es otra cosa que una renovada dependencia frente a nuevos colonos, en la disputa entre dos polos financieros y tecnológicos por imponer los tiempos sociales de producción.

Para dejar de ser perros, debemos recrear una integración y bio-industrialización de nuevo tipo, donde el litio y los minerales de los Andes, el agua dulce del Acuífero Guaraní, el petróleo de la Faja Petrolífera del Orinoco, el gas de Vaca Muerta, Bolivia y Brasil, los alimentos y la biodiversidad de la pampa húmeda y del Amazonas se integren en procesos productivos regionales, priorizando el bien común de nuestros pueblos y la distribución de la riqueza con inclusión social.

 

*Carolina Sturniolo es Medica Veterinaria, integrante del CEA, Docente en la carrera de Medicina Veterinaria, UNRC.

*Fernando Rizza es Médico Veterinario. Columnista de NODAL, integrante del Centro de Estudios Agrarios (CEA) y Docente en la Universidad Nacional de Hurlingham, Argentina.

*Bruno Ceschin es Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública. Maestrando en Desarrolo Territorial en América Latina y el Carible. Integrante del Centro de Estudios Agrarios (CEA)

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