México | La política educativa de MORENA y la memoria de Tlatelolco y Ayotzinapa – Por Mariano Yedro y Noelia Naranjo

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México | La política educativa de MORENA y la memoria de Tlatelolco y Ayotzinapa

*Por Mariano Yedro y Noelia Naranjo

En el marco de las conmemoraciones por la masacre de Tlatelolco y la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, la política educativa mexicana adquiere un nuevo relieve. El actual gobierno impulsa reformas que conciben la educación como un derecho y se inscriben en una larga tradición de luchas en México.

Con la llegada del partido MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) al gobierno en 2018, México abrió una nueva etapa en materia educativa. La estrategia impulsada por el ex presidente Lopez Obrador y la presidenta Sheinbaum incluye leyes, programas y proyectos que buscan concebir la educación como un derecho de los pueblos, alejándose de una lógica meramente instrumental. Esta visión se inscribe en la historia de luchas en defensa de la educación pública y adquiere un sentido especial en días en que México recuerda dos tragedias que marcaron a varias generaciones: la masacre de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968, y la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el 26 de septiembre de 2014.

La política educativa de MORENA

Desde la década de 1980, México atravesó un creciente proceso de neoliberalización, que alcanzó su punto más alto en 1994 con la firma del NAFTA, el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. En el plano educativo, este período estuvo marcado por el ANMEB (Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica), que, al igual que en Argentina, impulsó la descentralización de distintos niveles de enseñanza y consolidó la concepción de la educación como un servicio más que como un derecho.

Esta situación cambió con la llegada al gobierno en 2018 de MORENA, que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para el período 2018-2024 y a Claudia Sheinbaum para 2024-2030. Apenas iniciado su gobierno, AMLO propuso la Cuarta Transformación (4T), concebida como el paso siguiente a los tres procesos más importantes en la historia de México: la Independencia, la Reforma y la Revolución.

En el plano educativo, AMLO sancionó la Ley General para la Carrera de Maestras y Maestros, que anuló la matriz evaluativa de control sobre la docencia, y la Ley General de Educación, que planteó a la educación como un derecho social. Sobre estos pilares se constituyó la Nueva Escuela Mexicana (NEM), con una impronta humanista, pedagogía crítica, interculturalidad, perspectiva de género (a través de la ESI) y enfoque comunitario. Inspirada en Paulo Freire, la NEM ha otorgado más de 12 millones de becas, especialmente en educación básica.

Por su parte, Sheinbaum asumió en 2024 con el proyecto de construir el “Segundo piso de la 4T”, orientado a profundizar la NEM. Su objetivo es ampliar el número de becas en educación básica y extenderlas a niveles superiores. El Plan Integral del Sistema Nacional de Bachillerato busca alcanzar para 2030 el 85 % de cobertura nacional de Educación Media Superior. Para el nivel superior, anunció la creación de 330 mil nuevos lugares para estudiantes. Además, el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología busca fortalecer el campo científico y tecnológico, atendiendo problemáticas de la nueva fase del capitalismo: energías limpias, soberanía alimentaria y transición digital. Sheinbaum se reconoce como una “hija del ’68”, conectando su proyecto educativo con la memoria de la lucha estudiantil.

La masacre de 1968

El 2 de octubre de 1968, el Ejército y grupos paramilitares, principalmente el Batallón Olimpia, reprimieron al movimiento estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, dejando un saldo de más de 300 muertos, 700 heridos y 5.000 detenidos. Por entonces gobernaba el PRI (Partido Revolucionario Institucional), encabezado por Gustavo Díaz Ordaz.

Las protestas estudiantiles habían comenzado meses antes, en un contexto global de movilización: la guerra de Vietnam, la revolución cubana, la descolonización en el Tercer Mundo y el Mayo Francés. En México, los estudiantes exigían libertad para presos políticos, disolución del cuerpo de granaderos, indemnización a las víctimas y autonomía universitaria. En las marchas aparecieron banderas de la tradición revolucionaria mexicana: Hidalgo, Morelos, Zapata y Pancho Villa.

Las movilizaciones crecieron rápidamente. La más masiva, la Marcha del Silencio del 13 de septiembre, congregó a más de 300 mil personas, incluidos estudiantes y obreros. A pesar de la represión, días después se inauguraron los Juegos Olímpicos de 1968 con el discurso de “México en Paz”. Fue recién con la llegada de AMLO que el gobierno reconoció oficialmente a Tlatelolco como un “crimen de Estado”.

La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa

El 26 de septiembre de 2014, estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, se dirigían a Iguala para participar en actos conmemorativos de Tlatelolco cuando fueron interceptados por la policía local. En el operativo murieron seis personas, varios estudiantes resultaron heridos y 43 permanecen desaparecidos. Tenían entre 18 y 25 años. Las escuelas rurales de esa zona, fundadas tras la Revolución, forman maestros campesinos y funcionan como internados con tradición de lucha.

En 2015, el gobierno de Peña Nieto presentó “La verdad histórica”, según la cual los estudiantes fueron entregados al grupo narco Guerreros Unidos, asesinados, incinerados en Cocula y arrojados al río San Juan. La versión fue ampliamente cuestionada. Ese mismo año se constituyó el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), dependiente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para revisar la investigación, y en 2016 se creó el Mecanismo Especial de Seguimiento (MESA) para darle continuidad.

Durante el gobierno de AMLO se establecieron la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (CoVAJ), y la Unidad Especial de Investigación y Litigio del Caso Ayotzinapa (UEILCA), que actúan en colaboración con el GIEI. En 2022, la CoVAJ declaró que la desaparición de los 43 fue un “crimen de Estado”, implicando autoridades locales y federales. Desde perspectivas críticas se sostiene la tesis de la complicidad entre distintas fuerzas, locales, narcos, federales, estatales. Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascensio Bautista, uno de los desaparecidos, afirmó: “Sabemos que fue el Estado, de manera coordinada, el que desapareció a nuestros hijos”. A diez años del hecho, solo se han identificado fragmentos de tres estudiantes.

Rememorando estos hechos históricos de la historia mexicana, es posible identificar qué la política educativa de los gobiernos de AMLO y Sheinbaum se inscribe en la larga historia de lucha por la educación en el país, que ha dejado tragedias profundas y aún tiene deudas pendientes, pero también un legado de esperanza y justicia para el futuro.

*Mariano Yedro es Profesor y Licenciado en Historia (UNRC) y Magister en Comunicacion y Cultura contemporánea (UNC). Docente en la UNRC. Noelia Naranjo es Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública (UNCUYO) Especialista en Docencia Universitaria (UNLP). Docente en UNCuyo. Ambos miembros del Centro de Estudios y Formación en Política Educativa (CEFOPED), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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