Trump y Xi se telefonean: ¿en manos de quién queda TikTok y por qué?

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Trump y Xi se telefonean: ¿en manos de quién queda TikTok y por qué?

La llamada de dos horas entre Donald Trump y Xi Jinping volvió a poner en primer plano la tensión estratégica entre Estados Unidos y China. El contacto telefónico se produjo a pocas semanas de la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Corea del Sur, donde ambos líderes se verán cara a cara, entre el 27 de octubre y el 1 de noviembre. El futuro de la aplicación TikTok, la guerra en Ucrania, el comercio y el fentanilo estuvieron en el centro de la conversación. ¿Podemos leer este nuevo diálogo como la apertura de un espacio real de acuerdos que minimicen las tensiones geopolíticas entre los polos del G2? 

 

 

El primer gesto visible fue un acuerdo preliminar sobre TikTok. La aplicación, propiedad de la empresa china ByteDance, se convirtió en símbolo de la puja por el control tecnológico. El marco anunciado prevé que una junta directiva con mayoría estadounidense supervise la filial en Estados Unidos y que Oracle resguarde los datos de los usuarios. ByteDance mantendría una participación minoritaria menor al veinte por ciento y podría licenciar el algoritmo. El problema de fondo persiste: Washington exige una desvinculación total, mientras Pekín busca evitar un precedente de desposesión tecnológica.

La importancia de este acuerdo va más allá de una red social. TikTok cuenta con más de ciento cincuenta millones de usuarios en Estados Unidos, un público comparable a la población conjunta de México y Argentina. Para Trump, controlar su algoritmo es cuestión de seguridad nacional. Para Xi, ceder demasiado puede afectar a la industria digital china, que ya enfrenta restricciones en el acceso a semiconductores de última generación. La aplicación se convierte así en ficha de negociación comercial y geopolítica.

En materia de comercio, las tensiones se mantienen. Desde enero, Trump aplicó aranceles que en algunos rubros llegaron a superar el cien por ciento. China respondió con medidas espejo. A pesar de ello, sigue siendo el tercer socio comercial de Estados Unidos y la fuente de su mayor déficit bilateral. La presión se concentra en minerales críticos. China produce cerca del setenta por ciento de las llamadas «tierras raras” y concentra más del noventa por ciento de la producción de galio y magnesio. Estos materiales son clave para la industria automotriz y tecnológica, lo que otorga a Pekín una palanca estratégica difícil de reemplazar.

La seguridad también estuvo en agenda en la conversación remota. Trump mencionó la necesidad de mayor cooperación en la lucha contra el fentanilo, un opioide que golpea con fuerza a las comunidades estadounidenses y que se convirtió en uno de los nudos de tensión con el gobierno mexicano. Respecto a la guerra en Ucrania, sostuvo que el mandatario chino “quisiera que terminara”, pero no dio señales concretas de un plan común. Aquí se evidencia una asimetría: mientras Washington busca sumar presión sobre Rusia, China intenta mantener un equilibrio que no comprometa sus alianzas energéticas y militares.

El tablero tecnológico refuerza esta competencia. En el sector de semiconductores, Taiwán concentra dos tercios de la producción global. Empresas como TSMC, Samsung y SMIC dominan la cadena. Estados Unidos mantiene ventaja en software de diseño, mientras China se limita a la manufactura de chips de menor complejidad. La Ley “CHIPS and Science”, aprobada en 2022 por iniciativa del entonces presidente Joe Biden, busca consolidar la producción local y reducir la dependencia de proveedores extranjeros. En este terreno, la distancia entre ambos países aún es amplia.

La llamada entre Trump y Xi no resolvió los dilemas de fondo. APEC aparece como escenario de negociación y también como termómetro de las fricciones globales. Si TikTok logra un acuerdo viable, puede sentar un precedente sobre cómo se gestionan las disputas tecnológicas en un mundo en guerra multidimensional. Si fracasa, la escalada arancelaria y las restricciones cruzadas podrían agudizar la desaceleración económica en ambas potencias y extender sus efectos a toda Asia-Pacífico.

El Pacífico no es solo un espacio de comercio. Es el epicentro de una puja que definirá el rumbo de la economía mundial en las próximas décadas. Trump y Xi saben que cada movimiento repercute en los mercados, en la seguridad y en la política interna. La Cumbre de Corea será una prueba de fuego para medir fuerzas. Lo que se decida allí marcará la agenda global hasta 2040.


 

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