A 20 años del No al ALCA, el dirigente sindical mexicano Héctor de la Cueva repasa la resistencia continental

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A 20 años del No al ALCA, Héctor de la Cueva repasa la resistencia continental

En esta entrevista, el histórico dirigente sindical mexicano y referente del Movimiento Social Latinoamericano rememora la lucha contra el ALCA, su rol como primer Secretario Ejecutivo de la Alianza Social Continental y su trayectoria como impulsor de redes regionales de resistencia al libre comercio. Hoy, sigue activo como Coordinador del CILAS, centro de acción sindical.

-¿Qué significado tuvo para los pueblos de América Latina y el Caribe la victoria del “No al ALCA” en Mar del Plata en 2005, y cómo lo vivieron desde la Alianza Social Continental?

-El proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas representaba la intención del gobierno y las corporaciones de Estados Unidos de extender el modelo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a todo el continente, para de esa manera asegurarse el control del mercado, la economía y los recursos de “su” hemisferio, y consolidar su hegemonía en todos los niveles a escala continental, imponiendo una especie de Constitución supranacional bajo su mando. En ese sentido, la derrota del ALCA en Mar del Plata significó una gran victoria para toda América Latina y el Caribe, e incluso para el pueblo trabajador de Canadá y Estados Unidos, pues impidió la vulneración de las soberanías nacionales, la cancelación de proyectos propios de desarrollo, la subordinación a los intereses de las transnacionales norteamericanas y una mayor precarización de los derechos sociales y ambientales. Es decir, el movimiento social del continente logró arruinar uno de los planes más ambiciosos del imperio.

Tal victoria fue posible gracias a la estrategia de construcción de una gran Alianza Social Continental que articuló la mayor diversidad de organizaciones y movimientos sociales que se haya dado en la historia hemisférica, involucrando incluso a la región de América del Norte, es decir desde Canadá hasta Argentina. La llegada a las Cumbres de Mar del Plata en 2005 significó una confluencia aún mayor, pues al acumulado de la ASC, que inició en 1997, se sumó una pista más de actores sociales y políticos que no se habían involucrado, simbolizado en el tren que arribó repleto a Mar del Plata, y fuerzas políticas incluso ya en el poder, gobiernos que emergieron precisamente, entre otros factores, gracias a la ola de ascenso de los movimientos sociales a fines del siglo pasado e inicios del presente. Desde la ASC compartimos con apertura, como siempre, y entusiasmo la cancha, literalmente, en que culminó el proceso en Mar del Plata.

¿Cuáles fueron las estrategias de articulación y movilización que permitieron unir a movimientos sociales tan diversos en torno a una causa común contra el ALCA?

Se trató de un gran esfuerzo de concertación política y social que inició en 1997 en el foro convocado por la entonces ORIT en Belo Horizonte, que por primera vez se abría al diálogo con otras fuerzas sociales, y al que se fueron sumando una diversidad de organizaciones y movimientos sindicales, campesinos, urbano populares, indígenas, ambientalistas, de mujeres, de jóvenes, de derechos humanos, etc. sin hegemonismos y con horizontalidad. Se fue más allá de una visión estrictamente latinoamericana para involucrar también actores sociales de Estados Unidos y Canadá. Se trabajó con una visión de pluralidad, incluyendo fuerzas sociales de izquierda, antimperialistas, o simplemente progresistas y de reivindicación de derechos sociales, en torno a un eje común, más que ideológico, de rechazo al libre comercio neoliberal y al hegemonismo norteamericano plasmado en el ALCA, con un enfoque democrático y social en el que todos coincidían. Tolerancia y concesión de todos en torno a un objetivo común. Vanguardia y retaguardia. Sólo así se consiguió armar el gran bloque social que derrotó al ALCA.
Los momentos de resumen de este proceso, de contraposición pública al ALCA, de acumulación de fuerzas, de contrapoder, fueron las Cumbres de los Pueblos. Si los gobiernos se reunían en la Cumbre de las Américas, los pueblos tenían su propia cumbre para hacerse escuchar. Era la época en que en varios lugares del mundo se realizaron diversas contracumbres a las de los poderosos reunidos en el foro de Davos, en la OMC, etc. Después del foro de Belo Horizonte en el ’97, vino la primera Cumbre de los Pueblos en Santiago de Chile, de la que surgió ya la Alianza Social Continental con gran fuerza y representatividad. A la que se le dio cierta estructura, pero sin dejar la horizontalidad y el respeto a la representación y autonomía de las organizaciones y países.
Luego vendría la segunda Cumbre de los Pueblos en Quebec, que fue una verdadera batalla en sus múltiples foros y en las calles, en medio de los gases lacrimógenos en el asalto a las vallas que protegían a los poderes reunidos en el castillo y hoteles de la lujosa colina. Literalmente los de abajo contra los de arriba.

Diversos foros o encuentros sociales y movilizaciones se dieron en diferentes lugares del continente a lo largo de esos años. En cada Cumbre o encuentro se fueron sumando más fuerzas sociales del continente. Después de Quebec entró también directamente en el escenario Cuba, con toda la influencia social y política que conllevaba en toda Nuestra América. Como consecuencia también de esto, se empezaron a realizar los Encuentros Sociales Hemisféricos en La Habana, sobre todo como espacio de reflexión estratégica.

Luego vino la Consulta Continental, como un formidable ejercicio democrático dirigido a la participación más amplia de las sociedades de los diversos países a lo largo y ancho del continente. La fuerza y legitimidad crecían…

Así se llegó finalmente a la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata. Donde se sumó, como ya dijimos, el tren Alcarajo, una Cumbre Sindical especial y, sobre todo, los gobiernos que emergieron en este periodo de izquierda o progresistas, antimperialistas, y vinculados a los movimientos sociales, los “gobiernos amigos” como les llamamos. Un movimiento incontenible. Así se selló la derrota del ALCA en Mar del Plata, la victoria de las fuerzas populares. acumulación de fuerzas, de contrapoder, fueron las Cumbres de los Pueblos estructura, pero sin dejar la horizontalidad y el respeto a la representación y autonomía de las organizaciones y países

-A veinte años de aquella histórica jornada, qué aprendizajes cree que siguen vigentes para las luchas actuales frente al avance de proyectos neocolonizadores?

Precisamente, la victoria contra el ALCA muestra que es posible no sólo luchar y resistir sino triunfar si se adopta una estrategia correcta y de alto alcance. Entre las lecciones que deja, hay que rescatar la importancia de desarrollar una estrategia de construcción de amplias alianzas sociales a escala regional o incluso continental para enfrentar globalmente los planes neocolonizadores y los ataques a los derechos básicos, porque éstos no provienen o se limitan a lo local. Eso significa articular a la mayor diversidad posible de organizaciones y movimientos sociales sindicales, campesinos, urbano populares, indígenas, ambientalistas, de mujeres, de jóvenes, de derechos humanos, etc., en un real esfuerzo de concertación política y social. Esto sólo es posible si se hace sin hegemonismos, sin el “súmate pero atrás de mí”, y con horizontalidad, en donde la organización o estructura necesarias no imponen una verticalidad y se respeta la representación y autonomía de las organizaciones y países.

Es indispensable acumular fuerza y representatividad social real, no autoproclamada. También hay que rescatar, al menos ante un objetivo como el que representaba el ALCA, el ir más allá de una visión estrictamente latinoamericana para involucrar también actores sociales de Estados Unidos y Canadá, porque ciertamente algunas de las principales batallas contra el imperio deben darse en sus propias entrañas. Por otra parte, al menos frente a un objetivo amplio y proponiéndose realmente ganar y no sólo protagonizar, es necesaria una visión de pluralidad, lo que conlleva una buena dosis de tolerancia y concesiones de todos los actores en torno a un objetivo común. Es necesario enfatizar que si no se encuentra un eje común es muy difícil la unidad sólo por su propio valor. Y es necesario actuar no sólo en función de lo que marca la vanguardia del movimiento, sino pensar también en cómo arrastrar a la retaguardia. Y, con el objetivo de ganar legitimidad, recurrir a ejercicios democráticos dirigidos a la participación más amplia de las sociedades de los diversos países. Finalmente, en este apretado recuento, desde luego el buscar articular el esfuerzo social con la acción política de gobiernos afines está entre los principales aprendizajes que hay que sacar.

Si pudiera resumir en una imagen o en una experiencia personal lo que significó ese encuentro de los pueblos, ¿cuál sería y por qué?

Difícil una sola. Las imágenes o momentos más significativos que podrían resumir el proceso serían:

El momento final de la Primera Cumbre de los Pueblos en Santiago de Chile en que todos los participantes nos tomamos de las manos para rodear el Cerro Huelén en el corazón de la ciudad, porque simbolizaba la unidad de los pueblos en un lugar ligado a la historia de los pueblos originarios…
El “asalto” a la Cumbre de los poderosos en las partes altas de la ciudad de Quebec por parte de las y los participantes en la segunda Cumbre de los Pueblos. Los de abajo contra los de arriba.
El encuentro de los movimientos sociales y los gobiernos aliados del continente en el estadio de futbol de Mar del Plata bajo una lluvia pertinaz donde se enterró al ALCA

CTAA


 

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