Argentina, JP Morgan y las elecciones
Por Marco Consolo
Se han vertido ríos de tinta sobre el resultado electoral en Argentina y sobre la «aplastante victoria» del partido gobernante, La Libertad Avanza, de Javier Milei, en las elecciones de mitad de mandato del 26 de octubre. Se ha escrito mucho sobre los equilibrios políticos internos, las alianzas y los factores que han hecho posible una victoria sorprendente en muchos aspectos.
Pero quizá no todos sepan que el 24 de octubre (dos días antes de las elecciones) se celebró en Buenos Aires la reunión anual de la cúpula directiva del JP Morgan Chase Bank, el mayor banco de negocios de Estados Unidos. Es decir, uno de los bancos que estableció las condiciones de la sumisión económica de Argentina al sistema financiero internacional. Y así, mientras en las calles terminaba la campaña electoral, los poderes fácticos se reunían en los elegantes salones de Buenos Aires, sin demasiado alboroto, vestidos con trajes oscuros y con el pin de JP Morgan en el chaleco.
Es bien sabido, ça va sans dire, que los banqueros no escatiman en gastos (sobre todo con dinero que no es suyo). Así, aparcados en la zona VIP del aeropuerto internacional de Ezeiza, se exhibían más de una docena de jets privados de altos cargos del banco, lo mejor de la aviación ejecutiva mundial, cuyo coste por aeronave oscila entre los 57 y los 61 millones de dólares.
La presencia de JP Morgan, en medio de una campaña electoral caracterizada por la incertidumbre política y económica y las tensiones cambiarias, fue una inspección directa al laboratorio económico argentino, el más ortodoxo del planeta. El gobierno de Javier Milei ha convertido al país en un experimento neoliberal radical, con desregulación, corte a los gastos sociales, privatizaciones y endeudamiento en nombre de la libertad de mercado. Sin embargo, esa libertad tiene dueños, que aterrizaron en Ezeiza en jets de lujo, y JP Morgan es el invitado de honor. En otras palabras, antes de las elecciones, los banqueros ya habían decidido quién gobernaría, quién controlaría la energía y el precio de las facturas, quién gestionaría la economía y la deuda externa. Lejos de ser un hecho aislado, es la representación plástica de una política de venta de la soberanía disfrazada de modernización.
El 24 de octubre, Milei participó en la reunión del emblemático banco estadounidense en calidad de portavoz del poder financiero. Y en las elecciones del 26 de octubre, La Libertad Avanza obtuvo alrededor del 40 % de los votos a nivel nacional. Fuerza Patria (peronista) quedó en segundo lugar con alrededor del 33 %, en unas elecciones con una participación de entre el 66 % y el 68 % de los votantes. En tercer lugar (7 %) se situó una nueva lista de gobernadores provinciales (Provincias Unidas), mientras que, en la izquierda, la coalición de partidos trotskistas (Frente de Izquierda y de Trabajadores – Unidad) obtuvo el 3,90 %.
Pero el capital no se somete al escrutinio electoral. Su poder no se decide en las urnas, sino que se basa en los intereses económicos que actúan por encima de la voluntad popular, en la capacidad de manipular el sentido común de la sociedad controlando los “latifundios mediáticos” tradicionales y los algoritmos de las «redes sociales», así como en el uso de la violencia, en caso de que sea necesario.
Los “invitados de honor”
La reunión anual congregó a personalidades de la élite empresarial, financiera y política, tanto internacional como argentina.
A la cabeza de la delegación de banqueros se encontraba Jamie Dimon (propietario de una fortuna de 2800 millones de dólares), presidente y director ejecutivo de JP Morgan Chase. Anteriormente, Dimon fue miembro del Consejo de administración del Federal Reserve Bank de Nueva York. El banquero ya había visitado el país en noviembre de 2018, cuando se reunió con el entonces presidente Mauricio Macri. En esta ocasión también se reunió con el nuevo presidente Milei, pero, a diferencia del pasado, la visita tuvo lugar en vísperas de las elecciones legislativas.
Entre los representantes del poder global destacaba Tony Blair, ex primer ministro británico, más conocido como «el carnicero de Bagdad» y por sus intervenciones militares también en Kosovo y Sierra Leona. Gracias al mecanismo de las «puertas giratorias», desde 2008 forma parte del Consejo Internacional de JP Morgan, con un generoso salario de un millón de libras al año como lobista global. Con sus operaciones, durante la guerra de Irak hizo ganar muchos millones a JP Morgan, dirigiendo el Nuevo Banco Comercial Iraquí e hipotecando la producción de petróleo.
Entre los invitados también se encontraba Condoleezza Rice, exsecretaria de Estado de los Estados Unidos y socia del grupo financiero Rice. Fue asesora de Seguridad Nacional de George W. Bush durante su primer mandato y una de las responsables de la invasión de Irak en 2003. Rice trabajó durante una década para Chevron en Kazajistán, multiplicando sus ingresos (tanto en Kazajistán como en Angola), que pasaron de 1200 millones de dólares en 1991 a más de 5000 millones en 2000.
No podía faltar Robert Michael Gates, quien en 1974 se incorporó al Consejo de Seguridad Nacional bajo las órdenes de Henry Kissinger, cuando se diseñó el macabro Plan Cóndor para América Latina. Exdirector de la CIA entre noviembre de 1991 y enero de 1993, Gates también fue secretario de Defensa de los Estados Unidos (2006-2011) durante las presidencias de Bush Jr. y Obama.
Uno de los invitados más destacados del sector privado fue Amin Nasser, presidente de la Sociedad de Ingenieros Petroleros y director ejecutivo de Saudi Aramco, la mayor empresa petrolera del mundo, que acaba de adquirir decenas de estaciones de servicio en Chile. Nasser, miembro del consejo de administración de BlackRock desde julio de 2023, dirige una de las empresas más influyentes del sector energético y minero mundial. Cabe destacar que BlackRock (accionista de YPF, Chevron y Pampa Energía) lleva tiempo interesada en los yacimientos argentinos de Vaca Muerta, ricos en gas y petróleo.
El evento también contó con la presencia de Khaldoon Al Mubarak, presidente de la Autoridad de Asuntos Ejecutivos del Emirato de Abu Dabi y miembro de Dolphin Energy.
Por supuesto, también estuvieron presentes algunos empresarios del sector energético y financiero local. Entre otros: Grupo Albanesi, CGC, Aeropuertos Argentina 2000, Cámara de Energía Eólica, MSU, YPF, Pampa Energía, Banco Hipotecario y Adecoagro.
El anfitrión principal fue Facundo Gómez Minujín, director general de JP Morgan Argentina, junto con Pierpaolo Barbieri (Ualá) y Marcos Galperin (Mercado Libre), empresarios cuyas empresas tienen vínculos directos con el banco [i].
Aumenta la deuda externa por las nubes
Con una larga historia de endeudamiento externo, insolvencias y venta a precios de saldo del país, Argentina tiene una relación, como mínimo, controvertida con los organismos financieros internacionales. Tras décadas de préstamos, en 2006 el Gobierno de Néstor Kirchner rompió finalmente su relación con el FMI al pagar la totalidad de la deuda externa. Pero en 2018, el entonces presidente Mauricio Macri negoció con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un maxi préstamo de unos 50 000 millones de dólares para «estabilizar la economía». Fue el mayor préstamo jamás concedido por el FMI y, a cambio, Macri profundizó sus políticas neoliberales ortodoxas.
Hoy, la llegada de JP Morgan coincide con el apoyo financiero de Estados Unidos a Argentina, que recientemente ha firmado un swap por valor de 20 000 millones de dólares. Además, con una operación sin precedentes en apoyo de un «gobierno amigo», está interviniendo en el mercado de divisas, comprando pesos argentinos para contener el tipo de cambio oficial.
Además del tema cambiario, hay que recordar la descarada intervención de Trump, que había prometido más créditos a Argentina solo en caso de victoria de Milei. Según su secretario del Tesoro, Scott Bessent, el apoyo podría incluir un préstamo adicional de 20 000 millones de dólares de un consorcio de bancos, entre los que se encuentra JP Morgan. De acuerdo al nuevo ministro de Hacienda argentino y exsecretario de Finanzas, Pablo Quirno (hombre de JP Morgan…), el banco de inversión será responsable de la operación de recompra de la deuda, anunciada esta semana. La enésima demostración de que los verdaderos poderes no necesitan ni elecciones, ni democracia, sino deuda y obediencia.
En los días previos a la cumbre, JP Morgan publicó un informe en el que identifica oportunidades en los valores argentinos, con especial énfasis en los sectores energético y bancario. A pesar de los riesgos de una situación política y macroeconómica nada estable, el análisis destaca el potencial de recuperación en caso de victoria del gobierno de Milei. La apuesta no hubiera podido ser más clara.
Todos los hombres de JP Morgan
El banco JP Morgan acaba de anunciar la construcción en Buenos Aires de dos nuevas megatorres para oficinas, con el fin de duplicar su capacidad operativa en el país.
La Casablanca y JP Morgan han colocado a sus hombres en el Ministerio de Economía, en el Banco Central y en Asuntos Exteriores, para dictar la agenda económica e influir en la política exterior. Para ello, han puesto a Luis Caputo (exjefe de Trading para América Latina de JP Morgan) en el Ministerio de Economía, a Santiago Bausili como presidente del Banco Central y a Pablo Quirno (exdirector para América Latina de JP Morgan) al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores.
JP Morgan ha aclarado que invertirá 1500 millones de dólares en cuatro sectores y 27 subsectores «estratégicos», entre los que se incluyen la minería, la energía y los bienes industriales. Uno de los objetivos es garantizar la fluidez de las cadenas de suministro de materias primas fundamentales para Estados Unidos, en el contexto de la guerra comercial con China y la disputa mundial por el control de los recursos naturales.
JP Morgan hace shopping
Tranquilizada por el resultado electoral, JP Morgan avanza con estrategias catastróficas.
La primera es la privatización del sector nuclear.
La segunda es privatizar las centrales hidroeléctricas. Las presas se construyeron con recursos del Estado argentino, luego fueron concesionadas por Menem en los años 90 y ahora son vendidas por Milei. La licitación internacional para la venta de cuatro centrales expiró el pasado 23 de octubre, pero a petición de las partes interesadas, Caputo tuvo la amabilidad de posponer otras dos semanas el cierre de la licitación, a la que ya había introducido modificaciones.
La tercera estrategia de JP Morgan es dolarizar las tarifas energéticas. En un país con bajos salarios en pesos, dolarizar la energía significa convertir la vida cotidiana en rehén del dólar. Desde diciembre de 2023, las tarifas han aumentado un 514 % con una inflación del 171 %. Las grandes empresas podrán comprar energía directamente a los productores, a precios en dólares y sin regulación estatal.
La receta de las privatizaciones no es nueva: primero endeudan a las empresas públicas, luego las «administran» y, al final, compran a precios de saldo lo que han destruido. Jamie Dimon lo ha dicho claro y rotundo: «Con este rescate, compraremos barato y venderemos caro».
En 2025, toda la Argentina está de nuevo en venta, pero el cartel «Se vende» está colgado en Wall Street.
La historia se repite como tragedia.
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón llegó a América con las famosas tres carabelas y con esa expedición comenzó la sangrienta colonización europea del continente americano. Por el contrario, en octubre de 2025, los directivos del mayor banco de Estados Unidos llegaron a Argentina con una flota de jets privados de lujo para dar continuidad al saqueo financiero. Mientras Milei celebraba la llegada de capitales internacionales como si se tratara de una nueva epopeya civilizadora, los emisarios del sistema financiero global vienen a controlar y a condicionar el rumbo de la Argentina turbo-liberal.
En 1492, Colón llevó la cruz y la espada, espejos y vidrios de colores, promesas de civilización y progreso. Sabemos cómo terminó todo. En 2025, JP Morgan compra a precios de saldo los assets argentinos y promete inversiones. Como entonces, la historia se repite: mientras se roban los recursos a los pueblos, la sumisión se disfraza de apertura al mundo, la rendición incondicional de alianza estratégica y el saqueo de progreso. Las carabelas del siglo XXI son los jets de JP Morgan, que simbolizan el desembarco de los poderes fácticos, del poder real. Basta con ver algunos jets privados aparcados en Ezeiza para entender quién manda realmente en la Argentina del eterno ajuste estructural.
[i] https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1405325384932117&id=100063640060062
