Chile decide su rumbo y redefine el poder en un escenario polarizado
Por Paula Giménez *
Chile acudirá a las urnas este domingo 16 de noviembre con un clima político que combina expectativa y tensión. El país sudamericano vuelve a enfrentarse a una disyuntiva que marcará los próximos años: avanzar hacia cambios sociales más profundos o regresar a un proyecto conservador que coloca la seguridad en el centro del debate. El gobierno de Gabriel Boric llega con un balance mixto y con una ciudadanía que observa la campaña entre la frustración y la incertidumbre.
Los primeros días de noviembre dejaron claro que el foco de la discusión está puesto en la disputa entre dos proyectos: el que encabeza Jeannette Jara, exministra de Trabajo y figura del oficialismo, y el que impulsa José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y referente de la derecha más dura. Ambos buscan capitalizar un país que vuelve al voto obligatorio, incorporando alrededor de cinco millones de nuevos votantes, y que muestra, a su vez, síntomas de cansancio político tras un ciclo de reformas que no logró responder a las expectativas surgidas después del estallido social de 2019.
El legado de Boric sintetiza esa contradicción. Su administración avanzó en derechos laborales, como la reducción gradual de la jornada a cuarenta horas, y amplió el acceso al sistema de salud con el copago cero. Sin embargo, mantuvo la matriz económica instalada durante la dictadura militar. Esa continuidad permitió a los sectores conservadores instalar la seguridad como tema prioritario y desplazar discusiones estructurales como las pensiones, la vivienda o la desigualdad. El país que prometió transformarse terminó administrando el modelo que cuestionaba.
La situación del pueblo mapuche, especialmente en Biobío, Araucanía y Los Ríos, expresa otra deuda pendiente. La reciente consulta indígena, rechazada por comunidades que la interpretaron como un trámite sin impacto real, volvió a mostrar un Estado que actúa desde la lógica del control. La demanda por autonomía y restitución territorial sigue sin respuesta. El debate sobre un Estado plurinacional quedó interrumpido, pero continúa como una pregunta abierta que atraviesa las elecciones.
Proceso electoral en marcha y las redes sociales en el centro
Ocho candidaturas llegan a la papeleta, aunque tres concentran la atención. Jara propone un modelo productivo sostenible, apoyo a las pequeñas y medianas empresas y políticas laborales que refuercen la negociación colectiva. Kast insiste en medidas extraordinarias para controlar fronteras y delitos, y plantea reducir organismos estatales como el Ministerio de la Mujer. Evelyn Matthei, representante de la derecha tradicional, busca posicionar su liderazgo en medio de ataques mediáticos que denuncia como campaña sucia.
En paralelo a los debates televisivos, la disputa se trasladó a las redes sociales. La campaña Tía Jeannette, que ganó un premio internacional, mostró cómo la contienda digital se volvió un espacio decisivo. Jara superó el medio millón de seguidores tras un video viral, mientras sectores del oficialismo denunciaron redes de cuentas automatizadas que amplifican ataques y desinformación. El gobierno, por su parte, lanzó la campaña “Aguanta, Chequea y Comparte” para contrarrestar noticias falsas, un fenómeno que influye en la toma de decisiones electorales.
Chile vuelve a ser laboratorio de sus propias tensiones. Fue escenario del experimento neoliberal más profundo del continente y, desde 2019, también del intento por superarlo. La frustración por una transición que no transformó las bases del modelo convive con el temor a que la crisis social abra paso a respuestas autoritarias. Lo que se vota este domingo no es solo un cambio de administración, sino la posibilidad de elegir qué país se quiere construir en un contexto regional convulsionado.
El resultado definirá si Chile retoma la agenda de reformas sociales o si avanza hacia una restauración conservadora que coloca el orden como prioridad. En cualquier caso, la ciudadanía será protagonista de un momento que puede abrir un nuevo ciclo político o cerrar las puertas a transformaciones largamente postergadas. El voto obligatorio vuelve a colocar a la mayoría en el centro de una decisión en el plano institucional que marcará el rumbo del país.
*Paula Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos, directora de NODAL.
