Degradación del suelo agrícola afecta a 1700 millones de personas

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Degradación del suelo agrícola afecta a 1700 millones de personas

Mariela Jara

Unos 1700 millones de personas viven en zonas donde la producción agrícola disminuye debido a la degradación de la tierra causada por el ser humano, advierte un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicado este lunes 3.

El informe “transmite un mensaje claro: la degradación de la tierra no es solo un problema ambiental, sino que afecta a la productividad agrícola, los medios de subsistencia rurales y la seguridad alimentaria”, destaca el documento.

La FAO define la degradación de la tierra como una disminución a largo plazo de la capacidad de la tierra para proporcionar funciones y servicios ecosistémicos esenciales.

La degradación de la tierra rara vez se debe a una sola causa; suele ser el resultado de una combinación de factores. Entre ellos se incluyen causas naturales, como la erosión y la salinización del suelo, y presiones antropogénicas, cada vez más predominantes.

Actividades como la deforestación, el sobrepastoreo y las prácticas agrícolas y de riego insostenibles se encuentran actualmente entre las principales causas. Dado su profundo impacto en la productividad agrícola, el informe se centra específicamente en la degradación de la tierra causada por el ser humano.

Para medir esto, el informe aplica un enfoque basado en la deuda, comparando los valores actuales de tres indicadores clave -carbono orgánico del suelo, erosión del suelo y agua del suelo- con las condiciones que existirían sin actividad humana en estados nativos o naturales.

El informe estima que alrededor de 1700 millones de personas en todo el mundo viven en zonas donde el rendimiento de los cultivos es 10 % menor debido a la degradación de la tierra causada por el ser humano.

De ellas, 47 millones son niños menores de cinco años que sufren retraso en el crecimiento. En cifras absolutas, los países asiáticos son los más afectados, tanto por la deuda acumulada por la degradación de la tierra como por su alta densidad de población.

La mayoría de las personas afectadas por las brechas de rendimiento viven en regiones caracterizadas por la agricultura de pequeños productores y una aguda vulnerabilidad socioeconómica.

Esos puntos críticos, concentrados en el sur de Asia y el África subsahariana, “representan una preocupante convergencia de tierras degradadas, baja productividad agrícola y privación humana”, subraya el estudio.

El informe también ofrece esperanza: revertir tan solo 10 % de la degradación causada por el ser humano en las tierras de cultivo existentes podría restablecer la producción suficiente para alimentar a 154 millones de personas más cada año.

Ofrece como ejemplo la adopción de prácticas de gestión sostenible de la tierra, como la rotación de cultivos y los cultivos de cobertura para preservar la salud del suelo, reducir la erosión y contribuir a la biodiversidad.

Señala que la degradación de la tierra afecta a explotaciones agrícolas de todos los tamaños, y destaca por ello que las políticas deben adaptarse a la estructura de cada explotación.

Eso porque los pequeños agricultores se enfrentan a limitaciones financieras distintas a las de las explotaciones más grandes, que gestionan la mayor parte de la tierra y tienen mayor capacidad para la implementación a gran escala.

El estudio apunta que en el mundo existen 571 millones de explotaciones agrícolas y, de ellas, 85 % tienen menos de dos hectáreas, por lo que ocupan apenas nueve por ciento de las tierras agrícolas.

En cambio, las explotaciones que superan las 1000 hectáreas representan apenas 0,1 % del total, pero ocupan la mitad de todas las tierras agrícolas.

A pesar de las limitaciones que restringen su productividad, los casi 500 millones de pequeños agricultores de todo el mundo son importantes contribuyentes al suministro mundial de alimentos: producen 16 % de la energía alimentaria, nueve por ciento de las grasas y 12 % de las proteínas de origen vegetal.

De su lado, las grandes explotaciones agrícolas, de más de 50 hectáreas, “tienen una influencia desproporcionada en las tierras agrícolas mundiales y en el suministro de alimentos, por lo que se encuentran en una posición única para impulsar soluciones a la degradación de la tierra”, considera el estudio.

“Debemos actuar con decisión. La gestión sostenible de la tierra requiere entornos propicios que apoyen la inversión a largo plazo, la innovación y la administración responsable”, escribió el director general de la FAO, Qu Dongyu, en el prólogo del informe.

Para impulsar las soluciones, la FAO demanda estrategias integradas de uso de la tierra e intervenciones políticas, incluidas medidas regulatorias como controles de deforestación, programas basados en incentivos, y mecanismos de cumplimiento cruzado que vinculan los subsidios con los resultados ambientales.

IPS


 

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