Disputar la Soberanía, Argentina en el tablero estratégico de Estados Unidos
Por Fernando Rizza, Carolina Sturniolo y Bruno Ceschin*
Argentina conmemora hoy el Día de la Soberanía Nacional en medio de un escenario que expone su mayor fragilidad política y económica en décadas. Mientras el gobierno de Javier Milei profundiza acuerdos bilaterales que redibujan la inserción internacional del país, Estados Unidos acelera una estrategia de intervención que busca asegurar recursos, disciplinar la región y frenar el avance de China. El resultado inmediato es la pérdida de autonomía y un nuevo ciclo de dependencia financiera y productiva.
La reconfiguración geopolítica global se expresa con fuerza en América Latina. Estados Unidos disputa cada centímetro de influencia frente a China en una guerra multidimensional, es decir, comercial, tecnológica, militar, judicial y comunicacional, etc. En este tablero, Argentina aparece como el caso más evidente de sometimiento político e institucional en la región. Entre buques militares, aranceles selectivos y acuerdos preferenciales, Washington rediseña las reglas del comercio y condiciona la matriz productiva local.
En abril, el presidente estadounidense Donald Trump inició una ofensiva mediante la imposición de aranceles a las importaciones latinoamericanas. Marco a partir del cual fue sentado a cada uno de los actores de la política global a la mesa de negociación. A mediados de noviembre, firmó acuerdos comerciales bilaterales con Ecuador, Guatemala, El Salvador y Argentina, según publicó la Casa Blanca. La narrativa oficial habla de cooperación estratégica y mercados abiertos. La letra chica revela otra cosa. El pacto habilita la entrada de lácteos, carnes bovinas y porcinas y ganado vivo de Estados Unidos, además de autos, maquinaria y productos tecnológicos. A cambio, Estados Unidos promete exenciones arancelarias para ciertos recursos naturales argentinos. El acuerdo no pasó aún por el Congreso argentino, pero ya se ejecuta en los hechos.
La Argentina eliminó licencias de importación, redujo barreras no arancelarias y aceptó normas técnicas estadounidenses sin controles adicionales. Los alimentos y dispositivos médicos que ingresen serán certificados solo por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (*Food and Drug Administration*). Una paradoja evidente, con una reducción drástica de controles para importados y exigencias crecientes para productores locales. La pérdida de soberanía regulatoria se vuelve concreta en la mesa cotidiana.
Este escenario económico se combina con otro movimiento más silencioso, como la entrada del capital financiero digital en sectores estratégicos vinculados a los alimentos y la energía. El caso de Adecoagro es paradigmático. La empresa, una de las principales agroindustriales de América del Sur y dueña de las marcas de lácteos Las Tres Niñas, Apóstoles y Angelita, quedó bajo control del gigante de criptomonedas Tether, que pasó en pocos meses de una participación minoritaria al 70% del paquete accionario.
Tether, fundada por Paolo Ardoino, Giancarlo Devasini y Ludovicus Jan Van der Velde, es la mayor emisora de stablecoins del mundo. Su moneda USDT replica el valor del dólar y su modelo de negocios se sostiene a partir de inversiones masivas en bonos del Tesoro estadounidense. En el primer semestre de 2024 declaró ganancias por USD 5200 millones y una exposición cercana a USD 97600 millones en deuda soberana de Estados Unidos. Ahora se diversifica en activos reales, con sus principales inversiones en oro, tierras y alimentos.
El desembarco en Adecoagro conecta directamente al sector agroindustrial argentino con el sistema financiero global y con el gabinete de Washington. Howard Lutnick, CEO del fondo Cantor Fitzgerald y designado Secretario de Comercio de Estados Unidos, administra los bonos que respaldan a Tether y fue clave para sostener su estabilidad en momentos críticos. Si bien el área de Comercio no regula criptomonedas, su influencia puede direccionar políticas destinadas a sectores donde Tether expande su poder.
El problema excede lo económico. La dependencia financiera y tecnológica se vuelve dependencia política. La región se fragmenta y cada país negocia solo, debilitando cualquier estrategia común. La promesa de inversión suena atractiva en contextos de crisis, pero la contracara es la pérdida acelerada de control sobre los recursos que sostienen la vida, energía, minería, agua y alimentos.
Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende, al decir de Arturo Jaureche. Conmemorar la soberanía, en este contexto, humilla. Es necesario construir políticas productivas e integración regional que permitan disputar poder y no administrar la dependencia. La historia muestra que los países que renuncian a decidir terminan hipotecando su futuro. Ni con balas, ni con créditos verán arrodillado a nuestros pueblos.
*Carolina Sturniolo es Medica Veterinaria, integrante del CEA, Docente en la carrera de Medicina Veterinaria, UNRC. Fernando Rizza es Médico Veterinario. Columnista de NODAL, integrante del Centro de Estudios Agrarios (CEA) y Docente en la Universidad Nacional de Hurlingham, Argentina. Bruno Ceschin es Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública. Maestrando en Desarrolo Territorial en América Latina y el Carible. Integrante del Centro de Estudios Agrarios (CEA)
