Reactivar la CELAC: Colombia empuja una integración latinoamericana sin tutelas
En la cumbre celebrada en Santa Marta, Gustavo Petro, Presidente de Colombia, instó a revisar la estructura de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para hacerla más efectiva. Entre tensiones geopolíticas y llamados a la soberanía, América Latina busca definir su papel en un orden mundial en permanente movimiento.
Por estos días, la ciudad de Santa Marta volvió a ser punto de encuentro político internacional. La IV Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) puso sobre la mesa algo más que proyectos de cooperación: la disputa por el sentido de la soberanía regional en un mundo cada vez más fragmentado.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, aprovechó su papel de anfitrión para cuestionar el funcionamiento interno del bloque. Señaló que la regla del consenso “le quita operatividad” a la CELAC y propuso revisar sus mecanismos de decisión. Su planteamiento, formulado a título personal, abrió un debate sobre la eficacia de los organismos regionales y sobre la necesidad de adaptarlos a un contexto geopolítico más inestable.
A pesar de que solo nueve jefes de Estado asistieron (de los sesenta invitados), participaron cuarenta delegaciones. La baja asistencia no impidió que el encuentro cobrara relevancia. Los recientes bombardeos estadounidenses en aguas del Caribe marcaron el tono de las discusiones. En ese marco, Petro insistió en que “la soberanía debe respetarse por encima de cualquier tipo de autoritarismo o criterio del imperio”. Su mensaje apuntó a las intervenciones extranjeras que continúan condicionando las decisiones políticas de América Latina.
El planteo colombiano encontró respaldo en otras intervenciones. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva reiteró que América Latina debe mantenerse como “territorio de paz”. Por su parte, el vicepresidente cubano Salvador Valdés Mesa denunció los intentos de reactivar la Doctrina Monroe y alertó sobre la “infiltración militar” en la región. Cuba expresó además su solidaridad con Colombia y condenó el “genocidio militar perpetrado por Israel en Gaza”, al que calificó como una crisis humanitaria sin precedentes.
En medio de las tensiones, la presidenta del Banco Europeo de Inversiones, Nadia Calviño, anunció una inversión de tres mil millones de euros (equivalentes a unos tres mil doscientos millones de dólares) para proyectos en América Latina. De ese monto, doscientos millones de dólares se destinarán a una central de energía solar en la costa Atlántica de Colombia. El anuncio busca fortalecer los vínculos económicos birregionales, aunque persisten las asimetrías entre ambas partes.
En paralelo, se desarrolló la Tercera Cumbre Social de los Pueblos de América Latina y el Caribe, conocida como CELAC Social. El encuentro reunió a más de mil quinientos participantes y doscientos delegados internacionales en Santa Marta. Nueve mesas temáticas abordaron temas como, migración, medio ambiente, derechos laborales, juventudes y el impacto de las políticas de injerencia externa. Su eje común fue la defensa de la soberanía y la búsqueda de una integración más profunda desde las organizaciones sociales y la sociedad civil.
Los dos espacios, tanto la cumbre oficial como el foro social, coincidieron en una idea central: América Latina necesita hablar con una sola voz. Sin embargo, el consenso político sigue siendo frágil y los intereses nacionales suelen prevalecer sobre los proyectos comunes. La CELAC tiene el potencial para convertirse en una herramienta efectiva de coordinación y cooperación regional, pero para ello deberá definir no solo una agenda de acción concreta sino la consolidación de un proyecto de integración regional. En un escenario internacional marcado por disputas energéticas, crisis humanitarias y competencias tecnológicas, la región enfrenta el reto de fortalecer su autonomía sin aislarse del mundo.
Reactivar la CELAC no es solo un gesto simbólico, sino una necesidad estratégica. Si América Latina no logra construir una posición común, otros serán los proyectos que seguirán definiendo el papel de nuestra región en el mapa global.
