Anuario 2025 Internacional | Informe de Coyuntura Geopolítica #7
El Anuario 2025 se propone recuperar y analizar los principales hechos y disputas internacionales del presente año, en un contexto marcado por la aceleración de la Cuarta Revolución Industrial y la consolidación de una nueva fase del sistema capitalista, caracterizada por la digitalización, la financiarización y la emergencia de una Nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica. La humanidad atraviesa un momento de transición conflictiva, donde las contradicciones entre proyectos estratégicos globales se profundizan y configuran un escenario de creciente inestabilidad.
La Cuarta Revolución Industrial ha introducido tecnologías disruptivas —inteligencia artificial, robótica colaborativa, sistemas ciber-físicos, biotecnología, nanotecnología, computación cuántica, blockchain y energías renovables— que no solo transforman las condiciones materiales de producción, sino también los mecanismos de subjetivación y las formas de organización social. Este proceso redefine el tiempo de trabajo, la creatividad colectiva y las dinámicas de poder, generando nuevas formas de expropiación y control sobre la vida social.
En este marco, el sistema capitalista ingresa en una fase donde los Estados-Nación tradicionales se ven subsumidos bajo estructuras transnacionales, articuladas por corporaciones tecnológicas y fondos financieros globales. BlackRock, Vanguard, State Street y las grandes plataformas digitales (GAFAM en Estados Unidos, BATXH en China) configuran un entramado de poder que trasciende las fronteras nacionales y busca imponer una nueva gobernanza global. Este fenómeno, que algunos definen como el tránsito hacia un Estado Global corporativo-financiero, pone en crisis las instituciones democráticas clásicas y plantea la necesidad de nuevas formas de organización política.
El eje ordenador de la coyuntura internacional sigue siendo el G2, que se manifiesta como una disputa entre Estados Unidos y China. Esta confrontación se expresa en la competencia por semiconductores, tierras raras y el desarrollo de la inteligencia artificial, pero también en la definición de estándares tecnológicos, en la transición energética y en la construcción de alianzas geopolíticas. La lucha por el control de las cadenas de valor globales se convierte en el núcleo de las tensiones interimperialistas, con impactos directos en la economía mundial y en la vida cotidiana de millones de personas.
En el plano interno, Estados Unidos vivió un año de redefiniciones políticas y económicas bajo la nueva administración de Donald Trump, con repercusiones en su política exterior y en la relación con sus aliados. China, por su parte, reforzó su estrategia de inserción internacional, desplegando una diplomacia activa y una política de financiamiento selectivo que combina infraestructura, energía y transición verde, con especial énfasis en América Latina, Europa y Asia.
El escenario asiático se mantuvo como uno de los más convulsos, con la persistencia de conflictos en Palestina, Siria, Yemen y Líbano, además de la tensión creciente en Irán y la India. El genocidio en Gaza expuso nuevamente la crudeza de un sistema de opresión prolongada, mientras las movilizaciones globales en apoyo al pueblo palestino marcaron un punto de inflexión en la opinión pública internacional. En paralelo, la guerra en Ucrania continuó bajo la lógica de confrontación entre Rusia y la OTAN, sin avances significativos hacia una resolución militar, aunque con imposiciones de Estados Unidos hacia una resolución negociada, y con implicancias directas en la seguridad energética y alimentaria regional y mundial.
En Europa el principal tema geopolítico que atraviesa a Europa en este período sigue siendo la guerra en Ucrania. El conflicto no solo ha sido militar sino que detrás existe una fuerte disputa económica, financiera y jurídica. Las decisiones estratégicas han tendido a alinear a Europa más cerca de Estados Unidos, incluso a costa de pérdidas económicas directas (energía más cara, aranceles, etc.).
África no está al margen de la disputa del G2. Mientras el Sahel transita un proceso de emancipación complejo, con un momento histórico en el que la afirmación de autonomía se combina con riesgos crecientes, pero donde se juega, de manera decisiva, el futuro político y económico de África occidental. Por su parte Nigeria, el país más grande del continente, se vió inmersa en una controversia desatada por Trump debido a la violencia mal definida como “religiosa”. Lejos de entender la complejidad interna del país, la soberanía nigeriana no solo es un principio político, sino una condición indispensable para la paz y la estabilidad en África Occidental. Mientras tanto en Sudán se agrava la crisis humanitaria, en la que continuará atrapado en una espiral de violencia, desplazamiento y hambre que amenaza con desbordar a toda la región.
El año 2025 también estuvo atravesado por la consolidación de la Nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica, que articula fondos de inversión globales y corporaciones digitales en un entramado de poder transnacional. Este bloque dominante impulsa la digitalización de la economía, la financiarización de la vida social y la construcción de un nuevo orden global basado en plataformas y redes, subsumiendo a los Estados-Nación bajo nuevas formas de gobernanza. La disputa por el control de los tiempos sociales de producción y por la apropiación de la inteligencia colectiva se convierte en el trasfondo de los conflictos contemporáneos.
Este Anuario busca ofrecer una lectura crítica de la coyuntura internacional de 2025, articulando los distintos planos de análisis —económico, político y estratégico— y situando cada conflicto en su trayectoria histórica. La intención es contribuir al debate y a la construcción de alternativas desde las mayorías, en un mundo donde la disputa por el poder global se intensifica y donde la necesidad de imaginar otros futuros se vuelve cada vez más urgente.
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ANUARIO INTERNACIONAL 2025 (1)