No aclares que oscurece: un paréntesis para leer el escenario electoral
Por Juan Pablo Sanhueza Tortella *
En una carta enviada a su socio comercial José Manuel Cea en 1822, Diego Portales (futuro vicepresidente y uno de los personajes más oscuros y trascendentales de la historia republicana chilena), le comenta que se debía dejar caer “el peso de la noche” sobre el país para que pudieran desarrollarse los negocios particulares, privilegiando el orden por sobre las libertades. Más tarde, la Constitución de 1833 recogería esos principios, institucionalizando el denominado “orden portaliano” que nos rige hasta hoy.
203 años después, un candidato Presidencial (que lleva 12 años siéndolo) abiertamente conservador y de extrema derecha, cuyo intento de imponer una Constitución a su medida fracasó pero que hoy cuenta con el partido con más escaños en la próxima Cámara de Diputados, cierra su acto electoral con la frase “esta noche, Chile sí despertó”, metiendo en la misma juguera la pesada noche del inquisidor régimen portaliano y el principal lema de la masiva revuelta popular del 18 de octubre de 2019 (“Chile despertó”), ¿Coincidencia? No lo creo.
Y es que para entender lo que nos acontece en Chile sobran encuestas pero falta calle, no hay tabla de Excel que aguante estos últimos años de revueltas, elecciones, reacciones y emociones propias de la época que gesta monstruos, mientras no termina de nacer lo nuevo ni morir lo viejo.
“No lo vimos venir” dijeron al unísono todos los medios hegemónicos, los dirigentes de partidos políticos y voceros del empresariado que impávidos asistían en calidad de espectadores al Acontecimiento que desde el 18 de octubre de 2019 movilizó la indignación de millones en calles, redes sociales, comedores familiares y puestos de trabajo. Y junto con el “no lo vimos venir” llegó el “pero lo podemos explicar”, propio de una élite ilustrada, anacrónica y neurótica que se encuentra apresada en una repetición que le impide captar lo que se presenta como nuevo y requiere zambullirse en manuales y categorías de otras latitudes para asomarse a la ventana y mirar al Chile real sin culpas.
Pero, ¿lo podemos realmente explicar? Si de la encuestología dependiera: no. A menos de 24 horas de contrastados los datos electorales de la primera vuelta, con un primer y segundo lugar predecibles (Jeannette Jara por izquierda con 26,8% y José Antonio Kast por derecha con 23,9%, respectivamente) pero con un tercer puesto inesperado y con un votante ajeno al eje izquierda-derecha (Franco Parisi “ni facho ni comunacho” según su propio lema, con un 19,7%), proliferan análisis -calculadora en mano- y no es para menos: cada punto porcentual puede significar un triunfo o una derrota inéditos, pero es insuficiente para situar el debate que nos acontece. No pretendo con esto desacreditar las metodologías ni utilidades eventuales que puedan prestar las encuestas para leer momentos determinados, no obstante en Chile lo que tenemos de un tiempo a esta parte, es una realidad social vaga e indeterminada. De allí que en esta columna me interese más plantear una reflexión que no se agota en un cálculo o proyección matemática (sabemos que en política 1+1 no es 2) sino que nos permita establecer ciertos puntos que podrían ser de utilidad para hacer el intento de ir explicándonos como fenómeno nacional en un contexto regional y mundial convulso y antagónico en sí.
Cambio sí, continuidad no:
Sin duda el 18-O pateó el tablero de la política tradicional chilena y, desde entonces, las posiciones políticas se distribuyen en referencia a las categorías que de allí surgieron: en un primer nivel, la distinción élite v/s pueblo (los de arriba v/s los de abajo; los políticos v/s la gente; etc), y en un segundo nivel: la primera línea, el octubrismo, el apruebo[1], el aprobar para reformar, el rechazar para reformar y el rechazo a secas, reflejan en términos generales los lugares desde los que se piensa desde hace algunos años la política en esta parte del mundo, no como posiciones transparentes y estáticas sino como identidades que fueron expresando diversas identidades flexibles y contingentes que no terminan de cerrar ni se excluyen necesariamente entre sí.
Así las cosas, todo indica que la segunda vuelta del 14 de diciembre próximo se jugará en la dicotomía cambio-continuidad y, paradójicamente, han sido los sectores del rechazo quienes se han erigido en portavoces del cambio (un cambio refundacional en clave neoliberal y conservadora, valga señalar) mientras que quienes estuvieron por el aprobar para reformar están apostando a salvar los muebles del modelo neoliberal que han administrado las últimas décadas, desplazando a los sectores vinculados al apruebo a secas que proponían una agenda de cambios estructurales y representan el espíritu de un programa de cambios que el gobierno de Gabriel Boric subordinó al programa del pacto de“los 30 años”[2].
He ahí un primer desafío para que las fuerzas de izquierda y populares nos dediquemos a pensar el porvenir más allá de este paréntesis electoral: ser continuidad de la administración de un modelo de exclusión y privilegios hereditarios, o defender la vía del cambio demandado por la ciudadanía (en las calles y en las urnas). De lo contrario, estaremos asistiendo a un circuito de irritación ciudadana permanente respecto de una élite que horada el lazo social y político a la vez que incumple el mandato popular (¿No lo vemos venir?).
Ni calco, ni copia:
Otro aspecto importante es la capacidad (o incapacidad) para distribuir las correlaciones de fuerzas (y debilidades) en pugna en el ciclo actual. Llama poderosamente la atención el intento de cierta trinchera del campo de las izquierdas que busca explicar cualquier estancamiento o retroceso del sector a la reivindicación de identidades subalternas en desmedro de una higiénica y cerrada lucha de clases en clave proletario v/s burguesía. Probablemente para quienes se sitúan desde esa posición, el racismo, las disidencias sexuales y el colonialismo son un invento contemporáneo de cierta izquierda privilegiada y no una expresión abigarrada propia de nuestro campo popular y latinoamericano. Menuda sorpresa se llevarán cuando se enteren que la contradicción capital-trabajo golpea mucho más fuerte allí, en esas identidades subalternas.
Así, el impulso anacrónico de insistir con que en Chile todo puede resumirse en generalidades ideológicas de manual (izquierda v/s derecha, en un sentido ilustrado, sin matices) no logra sostenerse en la porfiada pero cruda realidad, a saber: quienes han atribuido a expresiones políticas como el Partido de la Gente[3], un fenómeno eminentemente de derechas, o a lo sumo un apéndice de alguna oleada de demagogia internacional, develan más su colonizado marco teórico antes que una revelación sobre la identidad política de la comunidad “pedegé”. Sobre este punto es interesante una entrevista que Pamela Jiles, parlamentaria del Partido de la Gente reelecta con una de las primeras mayorías a nivel nacional, concedió en televisión abierta[4], donde indicaba el carácter eminentemente anti-elitista de su proyecto político apuntando por igual a élites de derechas como de izquierdas, así también manifestó su desprecio por la investidura de la Presidencia de la Cámara ante la eventualidad de ser electa ella para tal cargo, señalando que eso sólo le importa a los partidos políticos y no a la gente. Quizás debiésemos seguir al Amauta cuando nos invitaba a utilizar un método “un poco periodístico y un poco cinematográfico” para explicar y traducir nuestro tiempo y de paso sacudirnos de esa necesidad espiritual de querer ser calco y copia de cánones que nos son ajenos tanto por distancia geográfica como cultural.
Frente a la elección:
La elección que se vivirá el próximo 14 de diciembre ha movilizado un cantidad importante de afectos y desafecciones, sin duda estamos ante la elección más dicotómica que recordemos desde el pacto de la transición, y, atravesados por un reordenamiento mundial tanto en términos geopolíticos como en lo que respecta al horizonte material y espiritual de nuestra época, el pueblo chileno no puede sustraerse ni a los efectos de dicho fenómeno ni al debate que lo constituye en la actualidad. Sin perjuicio de lo anterior, no es posible afirmar que los resultados de esta elección sean la resolución del problema. Para algunas personas es así. Pero para la mayorías de las personas, no. La mayoría de la gente no está convencida que el proceso electoral actual modifique radicalmente su estilo de vida o, en el peor de los casos, la empeore considerablemente. De allí nuestro primer fracaso político antes que electoral: abandonar la batalla de los afectos, dar por hecho que la emoción sigue a la razón y mayor aún, creer que nuestras necesidades ilustradas son compartidas por el resto del país. De tanto querer habitar la república construida por y para los de arriba, olvidamos habitar el Chile de los millones que siguen viendo como esa república con sus instituciones son un hábitat hostil para la gente común. Construir un futuro con justicia social no se logrará yendo a pedir, cada 4 años, que con un lápiz y un papel evitemos el Apocalipsis que nunca llega. Bien lo supo el último Presidente en ser investido como compañero por el pueblo:“No se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Vienen días y horas decisivas para el porvenir de Chile y el continente: para algunos será el final decisivo de un proceso, a mi me gusta creer y proponer que es una nueva oportunidad para que el nuevo proceso comience.
* Vicepresidente Partido Popular de Chile, Mg © en Estéticas Americanas (PUC).
[1] En atención a las posiciones que tenían como punto de referencia las categorías de la revuelta popular de octubre de 2019 (primera línea, octubrismo) y las del plebiscito de septiembre de 2022 (apruebo, rechazo, aprobar para reformar, etc).
[2] En referencia al eslógan “no son 30 pesos, son 30 años” que vinculaba el aumento del pasaje del metro a las tres décadas de administraciones neoliberales en Chile, desde el retorno a la democracia.
[3] Partido Político fundado por Franco Parisi, candidato presidencial que llegó en tercer lugar, contra la mayoría de los pronósticos.
[4] https://youtu.be/SsYcXhRT1Og?si=fQU3SaBxucKtj8go
