Canciller uruguayo: postura de EE.UU. sobre narcotráfico en la región es «desproporcionada»
En una reciente entrevista concedida a Al Jazeera English, el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Mario Lubetkin, analizó la compleja situación de seguridad que atraviesa el continente.
El diplomático reconoció que el tráfico de sustancias ilícitas representa un problema endémico y estructural para toda la región, pero fue enfático al señalar que la estrategia de los Estados Unidos de responsabilizar exclusivamente a Venezuela por este flagelo es «desproporcionada».
Para el canciller, esta narrativa de la Casa Blanca carece de un equilibrio objetivo y responde más a intereses políticos que a la realidad operativa del crimen organizado transnacional.
Lubetkin advirtió que Washington parece estar reviviendo políticas del siglo XIX, en una clara alusión a la Doctrina Monroe, al considerar nuevamente a Latinoamérica como su esfera de influencia estratégica exclusiva. Esta visión imperialista se manifiesta en la expansión de operaciones marítimas estadounidenses tanto en el Caribe como en el Pacífico oriental, acciones que han despertado críticas por posibles violaciones al derecho internacional.
Miguel Mejía, secretario general del Movimiento Izquierda Unida (MIU) de República Dominicana🇩🇴 denuncia cómo la narrativa de #EEUU🇺🇸 sobre #Venezuela🇻🇪 y el narcotráfico pierde fuerzahttps://t.co/H2gZZhbiAs
— teleSUR TV (@teleSURtv) December 27, 2025
El ministro uruguayo sugirió que este despliegue militar, bajo el pretexto de la vigilancia fronteriza, podría estar fomentando una mayor inestabilidad regional en lugar de solucionar los problemas de seguridad.
Durante la conversación, se abordó cómo las crecientes tensiones entre potencias están moldeando un hemisferio marcado por la política de poder. El canciller cuestionó si la diplomacia tradicional todavía tiene espacio para prevenir una escalada de confrontación en la zona, dado que las presiones externas intentan condicionar las decisiones soberanas de las naciones latinoamericanas.
En ese sentido, la mirada del Gobierno de Uruguay pone el foco en la necesidad de un diálogo multilateral que respete la autonomía de cada Estado, alejándose de los señalamientos unilaterales que Washington utiliza para justificar su presencia militar en aguas territoriales ajenas.
El ministro también analizó el papel de China en la región, cuya presencia económica creció significativamente en los últimos años, generando incomodidad en los centros de poder estadounidenses. Según Lubetkin, la diversificación de las relaciones internacionales es un derecho de los pueblos del Sur, y no debería ser interpretada como una amenaza a la seguridad hemisférica.
Esta competencia geopolítica, sin embargo, EE.UU. la ha asumido intensificando su retórica contra gobiernos que no se alinean con sus directrices, utilizando el tema del narcotráfico como una herramienta de presión diplomática y mediática.
Respecto a las presiones migratorias y sociales, el diplomático uruguayo sostuvo que estos fenómenos no pueden resolverse mediante la criminalización de países específicos. La postura de Montevideo sugiere que los problemas de la región deben abordarse desde sus causas raíz, como la desigualdad y la falta de oportunidades, y no a través de intervenciones o despliegues de fuerzas extranjeras.
La crítica a la «vigilancia» estadounidense resalta una preocupación compartida por varios gobiernos del continente que ven con recelo el retorno de una tutela imperial sobre las decisiones políticas y económicas de la zona.
El canciller reafirmó la importancia de mantener una postura equilibrada que priorice la integración regional por encima de las imposiciones externas. Lubetkin hizo un llamado a recuperar los mecanismos de concertación política para enfrentar desafíos comunes sin permitir que agendas foráneas dicten el destino de los países latinoamericanos.
El reconocimiento de que el narcotráfico es un mal que afecta a todos por igual, invalida la tesis de Washington de señalar culpables únicos, dejando claro que la estabilidad de la región depende del respeto mutuo y no de la subordinación a viejas esferas de influencia, concluyó Lubetkin.
