La realidad de la clase trabajadora ante la Nueva Fase del capitalismo digital y financiero – Por Lucas Aguilera

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La realidad de la clase trabajadora ante la Nueva Fase del capitalismo digital y financiero

Por Lucas Aguilera

Si realizamos una radiografía del trabajo a nivel mundial, tan necesaria para los debates actuales, encontramos que la clase trabajadora se encuentra en una encrucijada entre la pérdida de trabajo, la caída del salario y la resiliencia de las habilidades laborales. Lo anterior se puede observar en el plano de lo descriptivo, pero si vamos al fondo, a lo profundo, encontramos que el capital está conduciendo su fuerza laboral a un nuevo tiempo y espacio del trabajo, y de producción: la virtualidad y/o la digitalización del conjunto total de las relaciones sociales.

Esta nota tiene como objetivo analizar ambas dimensiones y ofrecer algunos caminos posibles que permitan pensar y proyectar una sociedad más justa y libre, donde la máquina sea un instrumento al servicio de las necesidades humanas y no al revés, como pretende esta Nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica.

No cabe duda de que la irrupción de las tecnologías digitales ha transformado profundamente los dispositivos y mecanismos de poder en las sociedades burguesas, llegando al punto de poner en crisis a los Estados-nación tradicionales como mediadores y articuladores de intereses encontrados. Las pantallas ya no son sólo dispositivos de entretenimiento o comunicación, sino que se han convertido en las nuevas fábricas, en nuevas extensiones de nuestro cuerpo, mediando nuestras relaciones laborales, afectivas e incluso nuestra percepción de la realidad. Este fenómeno, acelerado por la inteligencia artificial, el metaverso y la economía de plataformas, redefine constantemente los límites entre lo público y lo privado, entre el tiempo productivo y el ocio, mientras genera nuevas formas de desigualdad y control social.

Datos globales: desempleo, informalidad y pobreza laboral como tendencias

En el plano de lo descriptivo, el crecimiento económico mundial viene en descenso por tercer año consecutivo, en 2022 fue del 3,6%, en 2023 fue del 3,3% y del 3,2% en 2024, se espera para este año que el crecimiento sea similar al del año pasado. En este contexto económico mundial, la recuperación del empleo resulta materialmente imposible.

En un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) llamado Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2025, se plantea que tanto la creación de empleo como los niveles de desocupación se mantienen estables. La tasa de participación en la fuerza laboral (PEA) es del 61% y se ha mantenido estancada durante la última década, mientras que el desempleo llega al 6%. La situación es más difícil para la juventud donde el desempleo se ubica cerca del 13% sin señales de mejora.

El organismo, plantea que “la situación económica y social es altamente incierta”, “con el retorno a niveles de informalidad y pobreza laboral previos a la pandemia, la recuperación del empleo ha perdido buena parte de su capacidad para generar avances adicionales y cerrar la brecha con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.

Los salarios no han recuperado las pérdidas de ingresos vinculadas a la pandemia, en parte debido al débil crecimiento del empleo y en parte por una enorme transferencia a sectores del capital que han visto crecer su concentración de la riqueza. El crecimiento de los salarios reales solo se ha recuperado en algunas economías avanzadas con una demanda laboral particularmente fuerte.

Debido a la estabilidad en las tasas de desempleo, la brecha global de empleos – el número total de empleos faltantes – se situó en aproximadamente 402,4 millones en 2024. Esta brecha incluye alrededor de 186 millones de personas desempleadas, 137 millones que forman parte del potencial de la fuerza laboral, y 79 millones que desean trabajar, pero tienen obligaciones, como cuidados, que les impiden acceder al empleo.

Además, las formas extremas de pobreza laboral afectan a 240 millones de trabajadores, es decir, al 7% de la fuerza laboral mundial. La informalidad sigue siendo muy alta, más de la mitad de la fuerza laboral global no está adecuadamente cubierta por sistemas de seguridad social, protección legal ni medidas de seguridad en el trabajo. Esto representa al  58,2% como promedio global y en países de ingresos bajos llega al 88,5%.

¿Están preparados los trabajadores para los trabajos del futuro?

Por otro lado, según el Informe sobre el futuro del empleo 2025 del Foro Económico Mundial (2025), que contempla datos de más de 1000 empresas pertenecientes a 22 sectores y 55 economías; se prevé la creación de 170 millones de nuevos puestos de trabajo y el desplazamiento de otros 92 millones para el año 2030, lo que representa un incremento neto de 78 millones de empleos a nivel global.

Algunos de los empleos que crecerán con mayor rapidez se darán en las áreas de tecnología, datos e IA, pero también se espera un incremento de los puestos en áreas esenciales de la economía, como el reparto a domicilio, la prestación de cuidados, la educación y la agricultura y ganadería.

El informe señala además que el desfase de cualificaciones sigue siendo actualmente la principal barrera para la transformación de las empresas. Entre las capacidades que crecerán con mayor rapidez de aquí a 2030 figuran las tecnológicas como manejo de big data, de IA y ciberseguridad, así como las habilidades humanas, por ejemplo, las habilidades cognitivas, el pensamiento creativo, la resiliencia, la flexibilidad y el trabajo en equipo, así como la capacidad de liderazgo. En síntesis, cerca del 40 % de las capacidades requeridas para desempeñar los puestos de trabajo deberán cambiar y el 63% de los empleadores ya mencionan ese desfase como su principal obstáculo.

Se prevé que, de aquí a 2030, el mayor crecimiento del empleo en términos absolutos se produzca entre los trabajadores de primera línea, como agricultores y ganaderos, repartidores, empleados de la construcción, prestación de cuidades y educación.

En síntesis, si la fuerza de trabajo mundial estuviera representada por un grupo de 100 personas, 59 necesitarían mejorar o readaptar sus capacidades de aquí a 2030, algo de las que 11 probablemente no se beneficiarían. Esto se traduce en más de 120 millones de trabajadores en riesgo de despido a medio plazo.

La apropiación del tiempo disponible, del ocio al trabajo no remunerado

Como se dijo al principio, nuestra vida cotidiana – ese espacio vital que media entre los individuos y la totalidad social – ha sido profundamente transformada por el uso ininterrumpido y cada vez más penetrante de las tecnologías digitales. Como consecuencia, han emergido nuevos mecanismos de alienación que ocultan el carácter explotador de estas tecnologías mientras legitiman dispositivos de poder para la construcción de sentido común.

El gran taller global consolidado a través de la digitalización, funciona para el desarrollo de medios de producción que permiten ampliar la escala de explotación y el grado de penetración de los procesos productivos en la vida social. Es a través de estos mecanismos que podemos explicar la creciente disputa por nuestra atención, que ha llevado a estas compañías a desarrollar tecnologías cada vez más ubicuas y penetrantes.

Aunque las categorías fundamentales del capitalismo todavía estructuran la economía global, el avance tecnológico y la transformación de las relaciones de trabajo podrían estar sentando las bases para un sistema pos-capitalista. Sin embargo, para que este tránsito se concrete, será necesario un cambio en las relaciones sociales fundamentales que supere la dependencia del capital respecto al trabajo humano, algo que, hasta ahora, sigue siendo el núcleo de este modo de producción.

Ante este panorama, una respuesta colectiva resulta urgente. Hoy las redes sociales son herramientas de “ocio aparente’’ que esconden la producción y reproducción del sentido común capitalista. La sabiduría de las mayorías está hoy secuestrada por el capital. Pero también puede y debe liberarse.

Tomar las redes no implica romantizar la tecnología, sino ponerla al servicio de los intereses populares. Implica crear y difundir contenidos que cuestionen y disputen el poder y que se organicen desde las bases. Implica también construir soberanía digital para ponerla al servicio del interés de las mayorías.

Las calles físicas dejaron de ser hace tiempo el único territorio en el que las sociedades habitamos. La nueva realidad social indica que la virtualidad es hoy un territorio en disputa económica, política e ideológica, un espacio de lucha por construir e imponer sentidos compartidos.

Es necesario transformar el sistema con acciones digitales directas y de calle que impliquen tomar el control del territorio físico y virtual. Pero, ante todo, necesitamos trabajar sobre la conciencia de que estamos día a día, y en cada acción cotidiana, cada vez más explotados y alienados.

*Lucas Aguilera, Magíster en Políticas Públicas y Director de Investigación de la agencia argentina NODAL.


 

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