Gendarmería culpó a Pablo Grillo de ubicarse «en la línea de tiro»
Por Irina Hauser
El Gobierno Nacional engendra su propio sistema de impunidad. En esta ocasión, para intentar sacarse de encima toda responsabilidad por las consecuencias de la represión ilegal, encabezada por Patricia Bullrich, y para incluso justificar el accionar violento de las fuerzas de seguridad ante la protesta social. Una actuación administrativa de Gendarmería Nacional que empezó y terminó en sólo 24 horas concluyó que el disparo que dejó al fotógrafo Pablo Grillo al borde de la muerte en la marcha de los jubilados del 12 de marzo último fue un «hecho fortuito», accidental, producto de la «mala visibilidad» y afirma que la responsabilidad no es del cabo Héctor Guerrero, quien accionó el arma lanzagases, sino de la propia víctima, a quien describe ubicado «en la línea de tiro».
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Guerrero sigue en funciones en Gendarmería, aunque no está claro cuáles son las que cumple ahora. El sumario concluyó que ni él ni sus superiores merecen «reproche alguno desde el punto de vista disciplinario». En la causa a cargo de la jueza María Servini y el fiscal Eduardo Taiano, no fue llamado todavía a indagatoria. La querella de la familia –representada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Liga Argentina por los Derechos Humanos (LADH)– pide que se lo cite por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Las actuaciones internas de la fuerza se conocieron ahora a raíz de un allanamiento que el juzgado dispuso el 19 de junio. El procedimiento incluyó el secuestro del arma utilizada con la que el cabo imputado le disparó a Grillo en la cabeza, diez cartuchos idénticos a los utilizados y la información administrativa elaborada con posterioridad a los hechos. Con el uso de la misma pistola lanzagases se hará una reconstrucción de los hechos, que aún no tiene fecha fijada. Será un peritaje a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. La querella tendrá su perito. Todo indica que Servini recién se avanzaría con llamados a indagatoria con ese material.
El análisis que hizo el colectivo Mapa de la Policía, con una gran recolección de imágenes de medios de comunicación y personas que fueron aportando las suyas, muestra que Guerrero disparó en forma horizontal, es decir, antirreglamentaria, a las 17.18 horas. Esa es la manera en que las armas menos letales, disparadas al cuerpo, pueden matar. En el caso de Pablo Grillo, el disparo del cartucho de gas lacrimógeno fue a la cabeza y a una alta velocidad. Algunos drones de televisión –como el de TN y el de A24– aportaron imágenes fundamentales para visualizar lo ocurrido. Servini, todo indica, quiere un peritaje adicional, oficial.
La primera reconstrucción del Mapa de la Policía ya se conocía un día después de la marcha del 12 de marzo. Para instalar su relato, la ministra Bullrich primero dijo que Grillo era un militante kirchnerista que estaba preso, cuando ya estaba en el hospital Ramos Mejía, y luego que Guerrero había disparado de manera correcta, con un ángulo de 45 grados, como indican «los manuales». Habló del supuesto rebote del proyectil. Todo el sumario administrativo está orientado a sostener y reforzar esa teoría de que todo se hizo cumpliendo las reglas. No es una investigación destinada a esclarecer lo sucedido ni establecer responsabilidades reales. Es un trámite formal «diseñado para avalar los comportamientos de sus efectivos y encubrir cualquier conducta que haya puesto en peligro la vida de los manifestantes», dice un informe de las querellas que intervienen.
Detalles del «sumario»
Cinco días después de la represión, el Comandante de la Región, Marcelo Porra Melconian, dispuso que se hicieran actuaciones internas para «corroborar o desvirtuar responsabilidades disciplinarias del personal del Destacamento Móvil 6», que integraba Guerrero. En su caso en particular estaba con un uniforme de un color caqui, que permitía diferenciarlo del resto. Porra Melconian dijo que todo debía analizarse «en el marco de las órdenes de servicio 659 y 660/25». Como informó Página/12, la 659, que emitió la Policía Federal (aunque se trataba de una orden general) era identificada cínicamente con un nombre: «Porque hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados», la famosa frase de Diego Maradona. Ese día tenía una implicancia particular, porque había una convocatoria de hinchadas de fútbol que prometía una protesta masiva. El informe final fue confeccionado apenas en un día. Las conclusiones, presentadas el 19 de marzo. Lo hizo el Comandante Mayor Adrián Barresi.
¿En qué se basó? En declaraciones de personal de Gendarmería y del propio Guerrero. Es decir: eran gendarmes declarando frente a otros gendarmes que no buscarían la verdad sino ver cómo justifican un hecho. El testimonio interno del cabo que hirió a Pablo tiene tramos sorprendentes. Dijo que se había enterado «luego de varios días por los medios de comunicación (…) que había sido herido un ciudadano, en la manifestación, como producto de cartucho de gas, circunstancia que no alcanzo a entender, ya que todos mis disparos fueron hacia el suelo, conforme la instrucción recibida». Según su descripción, usó un arma lanzagas de 38 mm, bajo las órdenes del alférez Gonzalo Gabriel Goulat. Como, de acuerdo a su relato, estaban «casi rodeados por los manifestantes» y se había iniciado «una lluvia de piedras hacia nosotros» les dijeron que debían colocarse máscaras, entró en acción el camión hidrante que estaba allí y «se ordena el despeje de la gran cantidad de manifestantes que se encontraban sobre la cinta asfáltica haciendo uso racional de los medios empleados…”
Barresi fue quien señaló: que los gendarmes estaban en «inferioridad numérica», que los manifestantes eran violentos y que por eso hubo una orden de «dispersar» con armas que llama «no letales» (que en rigor, sí pueden ser letales como indican los propios reglamentos de la fuerza), entre ellas granadas de mano y pistolas lanzagases. También aclara que los gases se arrojan «en las cercanías de la multitud que se pretende dispersar» y «no batir blancos puntuales y mucho menos personas a través de un impacto directo». El informe, ante las imágenes y los hechos, no puede negar el impacto en la frente de Pablo Grillo, pero saca de la galera la tesis de que la granada lanzada tuvo «dos rebotes previos en la cinta asfáltica luego de haber abandonado el cañón del lanzador».
«El impacto en la cabeza del fotógrafo, se produce como un hecho fortuito, en función que el mismo se encontraba agachado, a la altura de vuelo post-rebote de la granada y en la línea de tiro entre los gendarmes y los manifestantes», afirma. Léase, la culpa es de Pablo Grillo. Agrega que había una saturación de «humo» por el incendio de «contenedores de basura» a lo que se suma que las máscaras antigás que usan los gendarmes les reduce la visibilidad. «Resulta creíble que los mismos no puedan haber visto la presencia de una persona agachada entre ellos y los manifestantes», asevera.
Las declaraciones de los gendarmes son todas iguales: que las órdenes eran claras y concretas, que no notaron personas que pudieran resultar heridas por el material utilizado, que se respetaron las reglas de empeñamiento, el humo obstaculizaba y no hubo «animosidad de superiores, camaradas o subalternos» que fuera impropia.
El 18 de marzo, el asesor jurídico José Carlos Lodolo convalidó la versión oficial y el 19 Porra Melconian hizo una resolución de cierre. El 25 de abril, ante los movimientos en la causa y requerimientos a Gendarmería, dispuso reabrir la pesquisa administrativa. El 29 la volvió a cerrar con las mismas conclusiones que antes. Repitió que ningún integrante de la Unidad Móvil número 6 es «pasible de reproche disciplinario alguno en función de su comportamiento y apego a las normas impartidas tanto en el antes, el durante y después de las operaciones desarrolladas en cumplimiento de la misión impuesta, y el cabo primero Guerrero actuó del mismo modo que sus camaradas, conforme lo determinan las órdenes y directivas vigentes y entiendo que en ningún momento el efectivo pretendió dañar a persona alguna haciendo el uso del arma no letal que le fuera conferida su operación sino que fue producto de un hecho fortuito, producto de la situación reinante del momento, la mala o cuasi nula visibilidad reinante y también parte del riesgo que le fotógrafo asumió al colocarse en la línea de tiro entre los gendarmes y los manifestantes».
Contra el relato oficial
Todas las imágenes que fueron aportadas por la propio Gendarmería en el expediente (en las que incluso faltan algunos tramos, según le señaló la querella a la jueza) muestran que Guerrero efectuó otros disparos también en forma horizontal en el transcurso de la tarde. Es decir, todo indica que hubo un comportamiento sistemático. Y que lo mismo habrían hecho otros agentes. En un caso se lo ve en la posición de rodilla en el suelo disparando directo hacia adelante, donde estaba la movilización. Los manifestantes no estaban cerca. El cálculo que se hizo respecto de Grillo, es que se encontraba a unos 50 metros del grupo de gendarmes, y gente que participaba de la protesta estaba todavía más atrás. No es posible que desde allí llegara ninguna clase de agresión que pusiera en peligro la vida de los agentes. Es un planteo inverosímil. En una de las filmaciones, otro gendarme le da una palmada al propio Guerrero, en señal de felicitación, después de que dispara. «Estamos excelente, más que bien», se escuchó a quien realizaba la filmación. Sonaban insultos y frases como «no le perdonen».
Las reglas de uso de pistolas lanzagases que también entregó Gendarmería son contundentes: «Jamás se debe dirigir el arma hacia una persona, ya que en caso de impacto podría producir lesiones graves e incluso la muerte», instruye. «Para una alternativa de este tipo –sigue– resulta conveniente tener presente que los disparos deben ejecutarse en forma oblicua, hacia el suelo, para amortiguar la fuerza y el propio tiempo obtener un desplazamiento adecuado del cartucho. Si se emplea el cartucho de corto alcance, la peligrosidad también existe, no ya por la potencia del disparo sino por el excesivo calor que genera la combustión de la carga disparada, la velocidad que ésta lleva y las partículas incendiadas que se desprenden, capaces de ocasionar quemaduras de gravedad».
«Esta investigación interna es un como sí, es hasta el momento el único ámbito en el que se lo escuchó a Guerrero, un ámbito cuidado y seguro para él, sin control, en el marco de una supuesta investigación sin profundidad y en el que no se le juega nada», explicó a este diario Agustina Lloret, Coordinadora de Litigio y defensa legal del CELS. «Puede instalar su narrativa, acompañada por la de sus colegas de la fuerza, afirmando cosas que no tienen correlato con la prueba, inclusive con la prueba remitida por la propia gendarmería, como los manuales y protocolos –advierte– que dicen que el disparo que hizo estaba prohibido».
«No tienen vergüenza», dijo el papá de Pablo Grillo sobre el informe de Gendarmería que culpa a su hijo por recibir el disparo
Por: Guillermo Lavecchia
En tiempo récord, Gendarmería Nacional arrancó y al instante cerró un informe en el que concluyó que el disparo de la granada de gas que dejó al fotógrafo Pablo Grillo al borde de la muerte fue un «hecho fortuito», accidental, producto de la «mala visibilidad» y más aún, le pone la responsabilidad a la propia víctima por estar ubicada «en la línea de tiro». Su papá, Fabián Grillo, repudió el informe oficial: «no tienen vergüenza».
El documento elaborado por la Gendarmería afirma que la responsabilidad no es del cabo Héctor Guerrero, quien accionó el arma lanzagases, sino que es del propio joven fotógrafo por haber recibido el impacto de la granada de gas que impactó de lleno en su cabeza durante la marcha de jubilados del 12 de marzo, y que casi le cuesta la vida.
Fabián aseguró a AM 750 que el informe de la fuerza de seguridad, que responde a Patricia Bullrich, está siguiendo una línea trazada desde los altos cargos de gobierno: “Lo dijo Guerrero (el gendarme identificado como el autor del disparo contra grillo, a la altura de la cabeza) y los gendarmes que lo acompañaron. Es un guión que les pusieron y repitieron”.
Para Fabián Grillo, «hay una mezcla de impunidad y de algo absurdo»
El padre de Pablo dijo que familiares y allegados al fotógrafo no esperaban “otra cosa” de Gendarmería que un informe “express, rapidísimo” en el que acusan a la propia víctima de ser la victimaria: “Fue algo muy rápido. Abrieron y cerraron un par de veces. O sea que lo fueron adaptando a sus necesidades. Es como lo vienen haciendo. Como fue con el tema de Nisman, que a pedido de Bullrich hicieron un peritaje”.
Para Fabián, el informe no es más que “una herramienta política. Va a haber que hacer algo muy serio cuando cambien las cosas para modificar todo esto”, aludiendo a un posible cambio de gestión en el futuro.
“Sumado al envalentonamiento que tiene para reprimir. Es increíble. No tienen vergüenza. Es absurdo. Pero hay una mezcla de cosas. Hay una mezcla de impunidad y de algo absurdo –completó–. Ya no saben qué hacer para ocultar. Y creo que la impunidad no se va a dar. Porque es más que obvio. El sistema judicial no puede hacerse el tonto en este tema”.
«Tiraron a matar»
Según la actuación administrativa de Gendarmería Nacional —que empezó y terminó en sólo 24 horas— el disparo que dejó al fotógrafo al borde de la muerte fue un «hecho fortuito», accidental, producto de la «mala visibilidad».
El análisis que hizo el colectivo Mapa de la Policía, gracias a las imágenes de medios de comunicación y personas que fueron aportando las suyas, muestra que Guerrero disparó en forma horizontal, de manera antirreglamentaria, a las 17.18 horas.
Esa es la manera en que las armas menos letales, disparadas al cuerpo, pueden matar. En el caso de Pablo Grillo, el disparo del cartucho de gas lacrimógeno fue a la cabeza y a una alta velocidad. Drones de televisión -como el de TN y el de A24- aportaron imágenes fundamentales para visualizar lo ocurrido.
La intencionalidad de las fuerzas de seguridad fue clara: tiraron a matar. La responsabilidad de este hecho salvaje es de Bullrich y los jefes policiales”, señalaron en sus redes sociales en las que publicaron un video en el que se traza el recorrido del proyectil que impacta en Grillo.
La reconstrucción concluye que la trayectoria del proyectil “no se corresponde con ningún protocolo de uso de las granadas de gas”, y aclaran que “la trayectoria (del disparo) es directa hacia Pablo Grillo”.
El informe oficial está destinado a «encubrir»
En un diálogo con la agencia Noticias Argentinas, una de las abogadas de la familia, Claudia Cesaroni (de Liga Argentina por los Derechos Humanos) sostuvo que dicho informe “es falaz” y que está dirigido a “encubrir” a sus integrantes.
“Desde el 21 de marzo, que fue la primera vez que nos presentamos como abogadas de la familia, Agustina Lloret del CELS y yo, pedimos que se cite a prestar declaración indagatoria a Guerrero porque, a esa fecha, ya entendíamos que había elementos para indagarlo. En ese momento, consideramos que se trataba de un homicidio agravado en grado de tentativa que, por suerte, no se consumó”.
En la misma línea, consideró que las fuerzas de seguridad “encubren a sus miembros”, casi en el “90% de las investigaciones que realiza sobre el accionar de sus propios integrantes”, y que como defensa de Grillo “insistirán” en pedir que se cite a indagatoria a Guerrero y avanzarán en la averiguación por la cadena de mandos con relación a las órdenes dadas ese día y la manera en que se le dijo al personal que tenía que actuar.
Asimismo, el CELS sostuvo que el expediente de Grillo “se cerró en tiempo récord” y concluyó en que “no existía reproche disciplinario alguno”, lo que significa que el cabo Guerrero continúa, actualmente, en funciones.
También indicaron que el objetivo de dicho informe “no fue investigar seriamente si hubo abusos o identificar responsabilidades”, en particular la de Guerrero, sino “construir un relato cerrado, endogámico y corporativo” pensado para garantizar la impunidad.
“Desde nuestro punto de vista, la responsabilidad de Guerrero no la conmueven en lo más mínimo, ni la debilitan. Todo lo contrario. Porque al contrastar el informe de Gendarmería con las fotos y con los videos que ya hemos presentado, es evidente que es falaz”, concluyó Cesaroni.
¿Cuál es el problema?
Pablo continúa la rehabilitación tras casi cuatro meses y haber estado en terapia hasta junio. “Nunca quise esto. Yo no quería salir en la prensa y de hecho, el primer día en el hospital estaban los medios y amablemente los eché. Les dije que me disculpen, que no podía hablar, no quería tampoco”, aseveró Fabián Grillo a Tiempo días atrás en el marco del Día del Periodista.
Pero los dichos de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich lo obligaron a salir. “Cuando me enteré de las mentiras supe que tenía que salir. Faltaba que dijeran que mi hijo fue a cabecear una granada. Salí, llamé a los periodistas y le dije ‘borracha asesina’, no se qué dije. Lo que importa aclarar es el orgullo que siento de la militancia. De que mi hijo estaba ahí como fotorreportero, estaba trabajando ahí, sacando fotos. ¿Cuál es el problema de ser militante? ¿Por qué te tienen que pegar con algo en la cabeza si lo sos? Incluso si él estaba con una bandera de cualquier organización, ¿por eso te tienen que pegar?”, reflexionó.
Y recordó que mientras Bullrich quemaba barbijos en el Obelisco durante la pandemia, Pablo militaba en las villas, asistiendo a personas con Covid-19: “todo el mundo la dejó quemar barbijos, nadie le pegó. Defiendo el derecho que tiene de hacerlo. Incluso defiendo el derecho a ser juzgado que tiene el cabo (Hernán Jesús) Guerrero, porque a mi hijo no se lo permitieron, no le dieron oportunidad de defenderse. Ellos lo juzgaron e intentaron ejecutarlo porque era militante. Lo hizo un tipo de azul, como dice Milei, que supuestamente es de los buenos”.