Puerto Rico | Cinco aviones de combate de la Marina de EEUU arribaron al país para sumarse al reforzamiento del despliegue militar en el Caribe

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Aviones de combate aterrizan en antigua base de Ceiba

Además, fue avistado un avión de carga militar Boeing C-5 en la misma instalación.

Al menos cinco aviones de combate F-35 pertenecientes a la Marina de Estados Unidos llegaron recientemente al aeropuerto regional José Aponte de la Torre, ubicado en Ceiba, Puerto Rico, en lo que antes era la base naval Roosevelt Roads.

Se dijoque este movimiento forma parte de un despliegue militar más amplio por parte de Estados Unidos que incluye ocho barcos con misiles y un submarino nuclear posicionados cerca de las costas de Venezuela.

El gobierno federal indicó que el objetivo es combatir el narcotráfico en la región, aunque el gobierno venezolano interpreta esta presencia como un intento de fomentar un «cambio de régimen» en su país.

NOTIUNO


Aviones F-35 de la Marina estadounidense aterrizan en Puerto Rico

Desde que el Pentágono anunciara que enviaría aviones de guerra a la isla caribeña, los puertorriqueños han manifestado su rechazo a los intentos de remilitarizar su país con el fin de atacar a otras naciones como Venezuela y Cuba.

Cinco aviones de combate F-35 de la Marina de Estados Unidos arribaron a la pista del aeropuerto regional José Aponte de la Torre, la antigua base Roosevelt Roads, ubicada al noreste del Archipiélago de Puerto Rico, para sumarse al reforzamiento del despliegue militar de los Estados Unidos en el Caribe, orientado a cercar a Venezuela bajo la falsa bandera de la lucha contra el narcotráfico.

A los cinco aviones cazas se suma una aeronave Boeing C-5 de las Fuerzas Armadas estadounidenses, divisada en la mencionada base militar, según reporta El Nuevo Día.

Las aeronaves de combate se suman a su vez a los ocho barcos militares con misiles y un submarino de propulsión nuclear que Washington afirma tener ubicados cerca de las costas venezolanas, lo cual la nación bolivariana rechaza y califica como amenaza a la Zona de Paz declarada en la región.

Estos despliegues se dan a contrapelo de las protestas de los puertorriqueños contra la remilitarización de su país y el uso de su territorio como portaaviones de los Estados Unidos, que refuerza el carácter colonial y la falta de autonomía de la Isla, contra el que miles de boricuas protestaron hace solo algunas semanas.

Se trata de una llegada anunciada y esperada, así como respaldada por la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, quien se ha plegado a la política injerencista de la Administración Trump respecto a Venezuela y se hizo eco de las infundadas acusaciones contra el mandatario Nicolás Maduro, sobre su supuesta pertenencia y liderazgo de un cartel de droga venezolano.

Por su parte, el mandatario bolivariano respondió a la gobernadora —rechazada por los propios boricuas por su respaldo ciego a la militarización del país por parte de su metrópoli— y la exhortó a liderar ella misma esa supuesta invasión contra Venezuela que EE.UU. promete para las próximas semanas.

Boricuas rechazan intentos de militarización de Puerto Rico por parte de EE.UU.
Desde los recientes anuncios del Pentágono sobre el envío de 10 ejemplares de los cazas F-35 a las bases estadounidenses en Puerto Rico como parte de su supuesta ofensiva contra el narcotráfico, los ciudadanos de esta isla han expresado su desacuerdo con la decisión de Washington y la complicidad de la gobernadora boricua.

Una misiva del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) exigió a la Asamblea Legislativa local que se cancele “cualquier plan dirigido a remilitarizar al país” según el comunicado difundido por la portavoz alterna de esa organización en la Cámara de Representantes local, Adriana Gutiérrez. La solicitud se remite a todos los funcionarios de la Administración Trump y al Congreso estadounidense.

En la misma línea de condena se situó la organización SOLi – Solidaridad Internacional de Puerto Rico, miembro del Consejo Mundial por la Paz, en un comunicado del pasado martes 9 de septiembre que repudia la creciente presencia militar estadounidense en el territorio y las declaraciones de la gobernadora González, quien llegó a calificar a Puerto Rico como “frontera de Estados Unidos en el Caribe”.

El documento alerta que la militarización —ya sea mediante programas cívico-militares para la juventud o el despliegue de tropas y buques de guerra— profundiza la subordinación colonial, convierte a Puerto Rico en blanco potencial de conflictos ajenos y refuerza la lógica de guerra que amenaza la estabilidad de la región.

En tanto, un día antes de que el Secretario de Guerra estadounidense, Pete Hegseth, arribara a la isla boricua y se personara en la Base Aérea Muñiz, al este de San Juan; cientos de puertorriqueños se manifestaron para rechazar la posible reactivación de bases operacionales en el archipiélago y los temores por la seguridad de la población y la limpieza de sus playas, otrora contaminadas por material bélico dejado por las operaciones de Washington en sus bases.

Convocados por la organización Madres contra la Guerra, los manifestantes expresaron consignas como “Puerto Rico sin milicia, queremos justicia” y “por la paz, vamos todos a luchar”, mientras escribían en el suelo expresiones de rechazo a la Casa Blanca como “fuera yanqui” y “Trump asesino”.

La portavoz de Madres contra la Guerra, Sonia Santiago, afirmó que Puerto Rico es “un pueblo ocupado, un pueblo invadido” por Washington y expresó su oposición a la presencia de bases militares estadounidenses ese territorio insular.

“Ahora, desde nuestra gran nación caribeña y latinoamericana, EE.UU. quiere invadir a Venezuela, eso me huele a lo que le ocurrió a Irak”, advirtió Santiago.

Puerto Rico: entre la metrópoli y su capataz Jenniffer González

Pese a estos actos de rechazo y las recientes masivas protestas que aunaron a miles de puertorriqueños para rechazar la condición de colonia que persiste en el país, la gobernadora electa en noviembre de 2024 ha afirmado que EE.UU. seguirá enviado aviones a la isla como parte de su despliegue militar en el Caribe.

Se trata de su total alineación con la administración de turno, marcada por su cercanía al magnate Donald Trump, anterior incluso a su elección como mandataria de la isla. Ello hace que esté totalmente de acuerdo en convertir a la isla en el centro de operaciones y logística del Ejército estadounidense en la región, a contrapelo de la declaración del Caribe como Zona de Paz, acuerdo establecido con el fin de lograr resoluciones pacíficas de los conflictos entre las naciones.

Cabe recordar que Washington llegó a tener once bases militares en Puerto Rico, que dejaron una estela de contaminación en las playas y restos de munición sin detonar que nunca limpiaron, para malestar de los boricuas. Mientras que la Guardia Nacional continúa haciendo uso de Buchanan, el Fuerte Allen, la Base Aérea Muñiz, el Campamento Santiago y las bases Ramey y Roosevelt Roads.

Con estos antecedentes, la gobernadora pisotea los deseos de su propio pueblo, al permitir que el Secretario de Guerra afirme que las maniobras militares de Washington en Puerto Rico son un “ejercicio real en nombre de los intereses nacionales vitales de los Estados Unidos de América“.

Al parecer, para González esas órdenes encajan a la perfección, pues siempre ha abogado por mantener el estatus colonial de la isla y, todavía más, convertirla en un estado más de EE.UU. Mientras, los puertorriqueños continúan preguntándose por qué su tierra tiene que ser usada por los norteamericanos según dicte su antojo.

TELESUR

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