Argentina | ¿Avanza la Ilustración Oscura en el campo educativo? – Por Veronica Veglia y Hernán SánchezUn nuevo frente ideológico recorre el debate mundial sobre la educación. Se lo conoce como Dark Enlightenment o Ilustración Oscura, un movimiento que cuestiona los valores de igualdad y soberanía popular para proponer que la educación deje de ser función del Estado y se someta a la lógica del mercado. Lo que podría parecer un debate académico en Estados Unidos y Europa hoy tiene efectos concretos en países como Argentina, donde la reducción del presupuesto educativo, la parálisis de programas de inclusión digital y los recortes en universidades marcan una tendencia común, el retroceso de lo público.
La Dark Enlightenment nació en foros anglófonos a fines de la década de 2000 de la mano de Curtis Yarvin y Nick Land. Sus tesis son provocadoras: consideran que universidades y medios conforman una “Catedral” que impone una ortodoxia progresista, y proponen un “exit” institucional, es decir, abandonar la educación estatal y reemplazarla por sistemas privados o corporativos. Silicon Valley se convirtió en su laboratorio. Iniciativas como la Thiel Fellowship, que paga a jóvenes por abandonar la universidad y emprender, encarnan esta idea de “salida” frente a la “voz” democrática que busca reformar.
Lejos de ser una curiosidad teórica, esta corriente influye en políticos y empresarios con peso real. El actual vicepresidente electo de Estados Unidos, J. D. Vance, reconoce a Yarvin como influencia. Peter Thiel, uno de los inversores más poderosos de Silicon Valley, financió proyectos de este entorno. Incluso Elon Musk, según reveló la prensa estadounidense en 2025, consultó a Yarvin para pensar alternativas políticas. La idea de que el Estado debe retirarse de la educación y dejar que el mercado regule el acceso al conocimiento dejó de ser marginal.
Ese clima de época encuentra eco en América Latina. En Argentina, el presupuesto educativo cayó del 6% al 4% del PBI en menos de diez años. Esa reducción se traduce en aulas sin mantenimiento, menos becas y universidades que recortan carreras enteras. El país reproduce, en escala local, la misma lógica de desfinanciamiento que promueve la Dark Enlightenment, un Estado que se corre de la educación y abre espacio a la privatización.
La Marcha Federal por la Educación, que reúne a docentes y estudiantes en ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Tucumán, Santa Fe, Mendoza y La Plata, intenta poner freno a este rumbo. No es un reclamo aislado. Se suma a las demandas de trabajadores del Hospital Garrahan en Buenos Aires, a las protestas de personas con discapacidad por el recorte de programas de asistencia y a los jubilados que exigen haberes dignos. Lo que está en juego no es solo el presupuesto de un ministerio, sino la posibilidad de sostener una concepción de derechos universales en un tiempo en que ganan terreno modelos que promueven la competencia entre individuos como reemplazo de la igualdad garantizada por el Estado.
Se presenta un desafío claro, si se acepta la lógica de la Dark Enlightenment, la educación, la salud y la seguridad social se convierten en bienes transables. El acceso dependerá de la capacidad de pago y no de la ciudadanía. Si se sostiene la tradición de lo público, en cambio, se refuerza la idea de comunidad política y de derechos colectivos.
Argentina es hoy un escenario donde estas dos visiones se enfrentan. La movilización social muestra que amplios sectores no están dispuestos a resignar la educación ni la salud como derechos. La pregunta abierta es si el gobierno de Javier Milei escuchará ese reclamo o profundizará un camino que, bajo nuevas etiquetas importadas, amenaza con terminar de convertir en mercancía lo que durante décadas se entendió como bien común.