Del pacto Roca-Runciman al Caputo-Bessent: Milei en Estados Unidos y la foto de la entrega
Por Emilia Trabucco *
Javier Milei viajó oficialmente a Estados Unidos para participar de la Asamblea General de la ONU, aunque el verdadero objetivo era obtener respaldo del expresidente Donald Trump tras una semana en la que el Banco Central quemó más de mil millones de dólares de sus reservas intentando contener la corrida cambiaria.
La primera foto fue en Manhattan, en un encuentro que reunió a Milei, su hermana Karina, el ministro de Economía Luis Caputo y el canciller Gerardo Werthein con Trump, Marco Rubio y el secretario del Tesoro Scott Bessent. El único hecho concreto de esa reunión fue la entrega a Milei de un tuit impreso, que el presidente argentino exhibió fascinado ante un gesto lisa y llanamente de humillación nacional. El presidente Trump, en su red Truth Social, calificó a Milei como un “líder fantástico” y prometió “apoyo total y absoluto”.
Un día antes, Bessent ya había anticipado en X que el Tesoro estadounidense estaba “preparado para hacer lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a la Argentina”. Finalmente, el miércoles llegó el anuncio: Estados Unidos está dispuesto a comprar bonos argentinos en dólares, otorgar un crédito stand-by a través del Fondo de Estabilización Cambiaria y avanzar en una línea de swap de 20.000 millones de dólares con el Banco Central. “Estamos trabajando en estrecha coordinación con el gobierno argentino para evitar una volatilidad excesiva”, publicó Bessent.
Según trascendió, el paquete financiero podría trepar hasta 30.000 millones de dólares, con un piso de 10.000 millones, utilizando instrumentos como el Exchange Stabilization Fund (ESF), compras de divisas y adquisición de deuda en dólares. En paralelo, el Tesoro norteamericano presionó para poner fin a las exenciones fiscales para exportadores de materias primas, y la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) informó que se alcanzó el cupo de 7.000 millones de dólares previsto por el decreto 682/2025, dando de baja la medida y enriqueciendo a las grandes exportadoras amigas.
La operación remite inevitablemente a lo ocurrido en 1995 con la llamada “Crisis del Tequila”. Entonces, Estados Unidos desplegó un salvataje que permitió estabilizar la economía mexicana a costa de comprometer sus ingresos petroleros como garantía y aceptar supervisión financiera externa. México ganó estabilidad, pero cedió grados fundamentales de autonomía. Hoy la Argentina enfrenta una encrucijada semejante: alivio inmediato atado a condicionalidades que consolidan la subordinación.
La pregunta es a cambio de qué. Desde hace años, el Comando Sur advierte que los recursos estratégicos de la región son un interés prioritario para Washington: litio, gas y petróleo de Vaca Muerta, además de la biodiversidad de la Argentina. La inclusión del ministro de Defensa, Luis Petri, en la comitiva reavivó las dudas sobre eventuales acuerdos militares en el sur del país y hasta la posibilidad de una base en la Patagonia.
El paquete “Caputo-Bessent” abre la puerta a mayor valorización financiera, endeudamiento y fuga de capitales, bajo reglas dictadas desde afuera que priorizan a los acreedores antes que a la producción o al pueblo argentino. Como en el acuerdo Roca-Runciman de los años treinta, la cuestión no es solo si llegan divisas, sino bajo qué condiciones.
La reacción de los mercados fue inmediata, “celebrando” el salvataje del Norte: el riesgo país cayó casi 400 puntos, el dólar retrocedió en todas sus variantes y los bonos subieron más de 20%. Caputo llegó a calificar el encuentro con Trump como “histórico”, entre lágrimas. Pero no se puede administrar la economía con endeudamiento eterno: los dólares del Tesoro, igual que los del FMI, no alteran la estructura de fondo, la profundizan.
En medio de este escenario, el Banco Mundial anunció que adelantará préstamos por 4.000 millones de dólares para apoyar a la Argentina, acelerando desembolsos comprometidos en áreas clave como minería, energía, turismo y pymes. El organismo justificó la decisión en la necesidad de “reforzar la competitividad” del país, pero en los hechos esos fondos se suman al entramado de apoyos externos que consolidan la dependencia financiera.
Asimismo, Javier Milei mantuvo un encuentro con Kristalina Georgieva en Nueva York para analizar la marcha del programa acordado con el FMI, en particular el impacto del swap por 20.000 millones de dólares otorgado por EEUU sobre las metas de reservas. Georgieva calificó la cita como “excelente” y destacó que la Argentina “está yendo en la dirección correcta”. Señaló que se cumplieron los compromisos en déficit fiscal y emisión monetaria, aunque el país pidió un waiver por no haber alcanzado la meta intermedia de reservas. El board del Fondo aprobó la revisión y admitió que, con los nuevos recursos, la Argentina no tendría inconvenientes en cumplir la meta prevista para marzo de 2026.
En esa misma línea, Bessent reconoció que el rescate tiene una función explícita de sostener al gobierno hasta las elecciones: “Mientras el presidente continúe con políticas económicas fuertes, estaremos para ayudarlo a llegar hasta las elecciones”, afirmó. La frase dejó claro que la asistencia financiera está subordinada a reformas estructurales y condicionamientos explícitos. El mandatario y su ministro repostearon el mensaje, lo que delata el carácter político del respaldo y su rol central en la estrategia electoral del oficialismo.
Mientras el gobierno celebra como un triunfo este nuevo ciclo de endeudamiento, la realidad interna se impone: la Cámara de Diputados rechazó los vetos presidenciales a la ley de Financiamiento Universitario y a la de Emergencia Pediátrica, dos iniciativas que el gobierno intentó bloquear en línea con su programa de ajuste. Allí quedó expuesta la tensión central de este tiempo político: un proyecto que avanza en la entrega y el ajuste a cualquier costo, frente a un pueblo que empieza a construir sus mecanismos de resistencia.
La contradicción es evidente: el Gobierno que afirma no tener fondos para educación, salud y discapacidad, al mismo tiempo negocia un salvataje financiero de decenas de miles de millones de dólares. La historia reciente muestra que estos paquetes siempre priorizan a bancos y bonistas, socializando los costos sobre la población. La pregunta es clara: ¿a quién rescatarán primero con los dólares norteamericanos, a la gente o a los mercados?
Este escenario confirma que la Argentina está siendo sometida a un experimento de patria financiera, donde el capital especulativo dicta la política económica y los organismos internacionales imponen las condiciones del saqueo. Se trata de un modelo de dependencia e injusticia que rescata a los acreedores, dinamita derechos y degrada la vida cotidiana de millones.
El respaldo de Washington y el FMI no es gratuito: consolida un gobierno cuya “gran estafa” se revela día a día, mientras amplios sectores sociales comienzan a repudiar las consecuencias del ajuste. La foto con Trump y la bendición de Georgieva no traen estabilidad: anticipan un país hipotecado, entregado al mismo circuito financiero que en nombre de la “libertad” profundiza la dependencia. La respuesta popular empieza a crecer y marca que el desenlace no será técnico ni financiero: será político y colectivo.
*Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU.